martes, 24 de septiembre de 2024

                                           Un abrazo de años


              No se habían visto en unas décadas. El tiempo, ese implacable pintor, había suavizado las facciones de ambas, pero sus ojos, esos espejos del alma, seguían brillando con la misma intensidad de siempre. Clara ahora lucía un par de gafas que le daban un aire muy intelectual. Elena, por su parte, presentaba un estilo más bohemio, con vestidos largos y blusas de colores. A pesar de los años y los cambios, al verse sintieron como si el tiempo se hubiera detenido. Se abrazaron con fuerza a la vez que que las risas y las lágrimas se mezclaban en un cóctel de emociones. Recordaron los días de la adolescencia, las confidencias compartidas y los sueños que tejieron juntas.                                                        Clara se había convertido en una gran escritora y le contó a su amiga su nueva vida junto al hombre de sus pensamientos. Elena por su parte, le habló de su pasión por la enseñanza  y la familia que había formado con un buen chico de su pueblo. Al despedirse, se prometieron no dejar pasar tantos años sin verse. Reconocían que la vida las había llevado por caminos diferentes, pero su amistad sería un faro que las guiaría siempre. Las dos mujeres envejecieron juntas en la distancia. Y, aunque el tiempo pasaba, su cariño seguía siendo fuerte como el primer día en que se conocieron. Ambas se incorporaron a las nuevas tecnologías, ordenadores, correos electrónicos, tabletas, móviles, wasaps...para no caer en la apatía de aquellas otras amigas que se consideraban viejas para utilizar tales artilugios. Así ellas mantenían por lo menos la mente joven.                                                                                   Me gustaría terminar con una frase que he leído hace unos días: " Si la amistad es un tesoro, gracias por ser parte de mi fortuna".

viernes, 30 de agosto de 2024

De baños por el Balneario de Archena (Murcia)

 De baños por el Balneario de Archena (Murcia)

        El complejo de aguas termales de origen romano  (termas es palabra latina procedente del griego “thermos” que significa caliente), construido en tiempos de Augusto en el 25 a. de C. Está situado en el Valle de Ricote, también llamado Valle Morisco, por donde discurre el Río Segura, entre bosques de árboles como álamos y eucaliptos centenarios, palmeras y chopos que pueden alcanzar hasta los 30 metros de altura. Abundan también los cañaverales, baladres y pinos. Como si se tratara del cráter de un volcán, está rodeado de altos picos de montañas, algunos en forma de crestas que dan una gran belleza al paisaje.
    Habíamos salido de Águilas mi hijo Juan y yo por la mañana con dirección Marchena, cuando a la altura de la pedanía lorquina de La Hoya nos encontramos con una larga cola de vehículos parados a causa de un accidente. Lo que nos retrasó el viaje más de media hora.
    Una vez en el balneario la primera impresión fue algo extraña al contemplar los desfiles de personas en albornoz blanco que iban y venían de las piscinas. Daba la impresión de un centro médico, un sanatorio de enfermos mentales, pero cuando me incorporé con mi albornoz blanco, ya cambié de opinión. En cambio la impresión sobre el Hotel Termas  (4 estrellas) fue estupenda. Ha sido remodelado y modernizado del anterior del siglo XIX. Por la tarde recorrimos mi hermano, mi cuñada y yo todo el edificio haciendo fotografías a la parte de decoración mudéjar, donde nos sorprendió la gran cúpula y la fuente de los leones, además de las ruinas de las termas romanas. En el exterior  nos acercamos a la bonita capilla  de estilo neorrománico y neogótico  para oír misa que nos ofreció un joven sacerdote muy simpático, con el que tuvimos ocasión de charlar al día siguiente. Me sorprendió una idea que expuso en la homilía, “que las parejas que discuten mucho es porque se aman”. Si me lo dicen hace años, no lo hubiese creído.
   El segundo día  lo iniciamos saliendo a andar un rato antes del desayuno bufet libre muy abundante y con el bañador y el albornoz blanco nos dirigimos a las piscinas termales en el circuito “balnea” (abundan los letreros en latín) que incluía nuestro paquete, en un recorrido de dos horas. Empezamos por una piscinita en agua roja, de agua bastante caliente que yo definí como el “caldarium”, y al lado otra muy fría, de color azul que llamé el “frigidarium”, de la que salí pitando. Al lado una caja de cristal de agua amarilla en la que había que nadar a contracorriente. Ni me metí, pero sí en la de aromaterapia, de color morado y muchos limones flotando. La siguiente era para relax flotando en agua verde, que yo denominé “el mar muerto”. Paso siguiente, descansar en unas tumbonas bajo unos focos de infrarrojos. A continuación visita al iglú el tiempo justo para hacerme una fotografía porque aquello no se podía aguantar. De allí a unas camas de piedras calientes, y salida a la gran piscina interior en la que mi hermano se puso las chanclas de otra persona. Mi cuñada se dio cuenta y pudimos dar con las suyas milagrosamente entre cientos de ellas. Volvimos al hotel para vestirnos para la comida pero como faltaba un rato nos quedamos en el casino a tomar un aperitivo. Tras la siesta nos fuimos a dar un paseo y charlamos con el sacerdote muy amigablemente. Tras la cena nos sentamos en el salón de la biblioteca a jugar a las cartas.
       El tercer día lo dedicamos a los tratamientos. Ellos de fisioterapia y barros y yo de belleza facial. No sé el efecto que les haría a ellos, pero yo salí con las mismas arruguicas después de una hora de  quita y pon cremas. Terminamos la mañana en las grandes piscinas, abarrotadas de gente pese a ser temporada baja. Nos reímos dejándonos llevar por una fuerte corriente que denominaban “río de agua” y probamos jacuzzis y chorros a presión.
Menos mal que fuera reinaba la paz y la tranquilidad de las zonas ajardinadas, y en las habitaciones el aire acondicionado. Mientras se hacía la hora de comer nos sentamos en el casino a jugar al dominó. A media tarde nos acercamos a misa. El sacerdote ya no era el mismo, sino uno que venía de la Galicia profunda, con sotana, misa medio en latín y daba la comunión bajo las dos especies, pan y vino. Su hermana iba con un bonito velo de encaje blanco y un hábito de S. Francisco. Se hospedaban en nuestro hotel. Paseamos un rato siguiendo el curso de río, y después de cenar, aunque nos habíamos propuesto salir de copas nocturnas, nos acostamos.
    El cuarto día mi hermano y mi cuñada tenían hora de tratamiento fisioterapeútico después del desayuno y yo me quedé leyendo hasta su vuelta para disfrutar de las aguas termales de las piscinas interior y exterior porque nos marcharíamos después de comer.           

jueves, 15 de agosto de 2024

                Al otro lado de la niebla    (Juan Luis Arsuaga 2005)

      Este verano he leído esta novela por recomendación de mi amiga Ana, siguiendo mi admiración por la novela histórica, aunque  en este caso sería  la novela prehistórica, puesto que se relata la vida de los hombres y mujeres de la edad de las cavernas y de los humanos cazadores, obligados a desplazarse de unos lugares a otros en busca de mejores medios de subsistencia.                                                                   Juan Luis Arsuaga, paleontólogo entre otras muchas cosas, nos acerca a un mundo salvaje y cruel, lleno de peligros para los humanos  pero también lleno de aventuras. Varias cosas me han llamado la atención. En primer lugar el título, cuyo significado se nos revela bien avanzada la lectura. Atravesar la niebla significa irse al otro mundo, morir. En segundo lugar la importancia de contar historias de los sabios ancianos de la tribu, que encierran todo el conocimiento que, de forma oral, tienen que trasmitir a los jóvenes. En tercer lugar la importancia del nombre de la persona con palabras relacionadas con la naturaleza, los animales, las plantas y los fenómenos naturales como : Lobo sabio, Águila gigante, Piojo, Murciélago, Diez Águilas, Cachorro, Oso que bosteza, León en invierno, Espiga en verano, Cielo encendido, Viento del Norte, Arco Iris...que podríamos resumir en la frase de uno de ellos, "el nombre es nuestra posesión  más preciada". Al protagonista, que salió de su tribu siendo muy niño, nadie le había dicho su nombre. Sólo logra al final del relato que le pongan "Suelas de viento".                             El último capítulo lleva por título "Soñadores" por la importancia que se le da a que cada ser humano busque realizar sus sueños. El protagonista gran pintor, primero de tatuajes, llega a convertirse en pintor de cuevas. Así termina el relato: "...el mundo de las figuras  a las que él invocaba desesperadamente, también parecía estar como el de los sueños, el de los espíritus, y el de los muertos, AL OTRO LADO DE LA NIEBLA.                                                 

viernes, 31 de mayo de 2024

El retrato de casada (Maggie O`Farrell)

               Se narra la vida de una adolescente florentina, tercera hija del gran duque Cosimo de Medici, es obligada a casarse con el príncipe de Ferrara tras la muerte de su hermana mayor prometida de tan noble personaje. La autora presenta a una niña que se rebela contra su destino, darle un heredero a su esposo, cosa que no pudo conseguir y que le costó la vida. Tras tres matrimonios sucesivos tampoco hubo herederos. ¿Sería él el estéril? Pero el tema es solamente la escusa para desarrollar un lenguaje literario de una gran sensibilidad basado en la comparación o símil. Valgan estos ejemplos en el día de la boda:

    " La única persona que no se mueve es Lucrezia. Se encuentra en el centro de toda esta actividad como un junco atrapado en la corriente de un arroyo".

    "las azucenas van a terminar en sus manos, y las llevará por delante del cuerpo, como si fueran un escudo o una lanza hasta llegar al altar"

     "El vestido de la novia se abre entre las diestras manos de las doncellas, se desarrolla como un mapa y , plano e incomprensible, flota un momento", "el vestido se desliza alrededor de ella susurrando un galimatías; el roce de la seda contra las enaguas de tela más recia; el estremecimiento de las ballenas de madera del corpiño contra su envoltura; la presión y la fricción de los puños contra la piel de las muñecas; el cosquilleo y el pellizco del rígido cuello contra la nuca; el crujido de la armazón contra las caderas, que parece la jarcia de un barco. Es una sinfonía, una orquesta de telas".   

      Lucrecia nunca se había cortado el pelo  desde que nació, "le cae desde la cabeza al suelo como si de un sudario se tratara "

     "Se traga las palabras  como una medicina amarga". Cuando está sola " pronuncia la palabra DUCHESSA haciendo un amasijo  de sonidos con ella".

   Son deliciosas las descripciones de la Florencia renacentista. Y como en otros libros utiliza la técnica del contrapunto.

   Tras el asesinato de la joven por obra del marido, vuelve a su tierra florentina. Y así termina la novela :

" Mira, esta es Lucrezia, una pequeña figura  en un rincón de un paisaje con un río, un bosque, un edificio imponente. Va andando a campo abierto en una oscura noche de invierno, y corre, corre con todas sus fuerzas hacia el compasivo manto de los árboles".

viernes, 24 de mayo de 2024

                                                    Sobre el amor

        Una de las definiciones más originales que he leído es  que "el amor es literatura, porque es un relato". Hay una conexión entre el amor y la palabra. Y se añade que hasta por negación, como cuando decimos que el lenguaje no llega a nombrar lo que sentimos. ¿No es el amor siempre una historia? "Ama y haz lo que quieras" decía S. Agustín. ¿Esto significa que  en nombre del amor todo está justificado? o que lo único que importa es el amor, y por lo tanto, si amas el resto de las cosas carecen de importancia.         Cuenta el profesor García Gual a propósito de el Banquete de Platón que en el argumento que precede al diálogo, Aristófanes "para dar pruebas completamente nuevas de la universalidad del amor, imagina una mitología sumamente extraña a primera vista que posteriormente conoceremos como el amor platónico, un impulso divino que lleva a buscar la verdad y el conocimiento". Es Pausanias el que comenta que " el otro amor se dirige a la inteligencia, y por eso mismo al sexo que participa de más inteligencia, al sexo masculino", para añadir que un médico vale por varios hombres. Pero curiosamente es una mujer, no filósofa, la que le describe a Sócrates (él lo cuenta) las verdades del amor. 

   De todos los iconos con los que se representa el amor, el más extendido es el corazón, órgano que en la antigüedad ( entre ellos Aristóteles) se consideraba que era el centro de todas las pasiones. Posterior- mente la ciencia nos ha dicho que los sentimientos están en el cerebro, concretamente en el hjpocampo. Pero  teniendo en cuenta que el icono del corazón significando amor está extendido por todo el mundo civilizado ¿ quién cambiaría la frase te quiero con todo mi corazón , por te quiero con todo mi hipocampo?   jajaja  

    Dejamos para otra ocasión los diferentes tipos de amor.

lunes, 22 de abril de 2024

Meditando

                                                

    He salido esta mañana a la compra y he observado a dos hombres que han despertado mi curiosidad. Uno era un joven extranjero que, sentado en una acera, estaba cantando acompañado de un platillo para recoger limosnas. El otro era un anciano que apenas podía andar, con un bastón en una mano y un carrito de la compra en la otra. Todo ello ha hecho que me quedara meditando sobre la pobreza y la vejez... 

    Me ha venido entonces a la memoria un cuento oriental, que estudié en clase de Literatura, en el que un joven príncipe, rodeado de riquezas y lleno de felicidad, decidió salir fuera de ese mundo. Al hacerlo, la casualidad quiso que se encontrara con un enfermo, con un viejo y con un muerto. Tal fue el impacto que le produjo el descubrir la enfermedad, la vejez y la muerte que se retiró a meditar y a enseñar sus conocimientos sobre la vida y el sufrimiento humano a cuantos se acercaran a él. Se trata de la leyenda de Buda. Para ampliar este tema he recurrido a la Historia de la Literatura Española de D. Ángel Valbuena, mi  profesor de Literatura de la Universidad, porque a mi me sonaba a un cuento del Conde Lucanor del Infante D. Juan Manuel (s. XIV). Lo he encontrado en "El libro de los Estados" de dicho autor, donde se plantea el tema del conflicto de creencias. En este libro se cuenta la leyenda del rey pagano Morován, a cuyo hijo Johás, su educador Turín no sabe aclarar los grandes problemas de la vida y la muerte, sólo resueltos mediante la intervención del ayo cristiano Julio. Este adapta la forma de la leyenda de Buda, que se cristianizó en la Edad Media, aunque a veces se trataba de los encuentros con  un ciego, un leproso y un viejo. En el relato de D. Juan Manuel el encuentro es exclusivamente con un muerto.                                                                                                                                             Aprovecho el recuerdo de tan insigne profesor para comentar una anécdota que nunca he contado a nadie. Al finalizar la presentación de mi tesis de licenciatura sobre el poeta lorquino Eliodoro Puche se acercó a mí y en voz baja, para que no lo oyeran los dos profesores que lo acompañaban en el tribunal, D. Mariano Baquero y D. Juan Barceló, me dijo: "señorita, se parece usted a una ondina". Yo tenía 22 años y el pelo largo. Las ondinas en la mitología griega eran las hadas de los mares, ríos, lagos y fuentes.      

   

miércoles, 27 de marzo de 2024

        Siempre he sentido curiosidad por el conocimiento de las cosas, y a estas alturas de mi vida me interesa lo que nunca estudié, por ejemplo la astronomía. Hace unos días pude ver en televisión un documental sobre las galaxias y empecé a investigar  

                              EL UNIVERSO            (El Big Freeze)

       Si el Big Bang fue el principio del universo, el Big Crunch sería el gran colapso, si el universo fuese finito, pero si es infinito hablaríamos del Big Freeze o gran congelación.  Los miles de millones de galaxias se irán alejando a una velocidad cada vez más grande hasta perderlas literalmente de vista. Las galaxias que hoy somos capaces de ver con nuestros potentes telescopios, dejaremos de verlas. Recordemos que cuando un objeto se aleja de nosotros, la longitud de onda de la luz que emite se hará más alargada, así la luz visible efectuará un corrimiento al rojo, que es el color que tiene mayor longitud de onda. La intensidad de la luz visible disminuirá, y si la longitud de onda se hace más grande ya no formará parte de la luz visible y, por tanto, no la veremos, aunque sí podríamos detectarla, si es que nos llega y estamos aquí para comprobarlo, pero todo parece indicar que no será así. A pesar de ello, los cálculos muestran que nuestra galaxia, la Vía Láctea, continuará ligada al grupo local, el reducido grupo de unas pocas decenas de galaxias unidas por su atracción gravitatoria. Y lo mismo pasará con otros cúmulos de galaxias. Así pues, si alguien lograra sobrevivir al tiempo en que se supone que sucederá esto, pensará que el universo se compone tan solo de unas pocas galaxias, las de su cúmulo, dentro de un espacio vacío. Para ellos no existirá la radiación de fondo ni la expansión del universo, pues no serán capaces de comprobarlo por mucha precisión que tengan sus instrumentos. Y si todo lo que hemos aprendido hasta ahora se hubiera perdido, no tendrían ni idea de lo que habría pasado.

     Después de esto, todavía habrá estrellas que estarán luciendo, pero poco a poco irán gastando su combustible nuclear hasta apagarse. Al  final, dentro de aproximadamente  un billón de años ya no habrá combustible para formar ninguna estrella en ningún lugar del universo. El sol se habrá apagado mucho antes. Se estima que en unos 5000 millones de años comenzará una fase de expansión convirtiéndose en una estrella gigante roja. Aunque no llegase a tragarse nuestro planeta, despediría tanto calor que acabaría con todo lo que haya, si es que para entonces hay algo. Al cabo de varios millones de años e convertirá en una estrella negra, apagada y fría. Los planetas que giren a su alrededor se enfriarán y serán oscuros y helados. Curiosamente, una estrella con masa mucho mayor que la del sol, consumirá su combustible más rápidamente, y estrellas con menos masa durarán más. Las enanas rojas son las más numerosas, un 75%. Pero al final llegará un día  en que  sólo habrá enanas blancas, enanas marrones, estrellas de neutrones, y agujeros negros…y en 100 billones de años el universo se habrá apagado. Los planetas estarán congelados y serán inhabitables. Será el BIG Freeze, la gran congelación. Pero el universo acaba de nacer, pues sólo tiene apenas un 0,01 del tiempo que suponemos que vivirá. Y después, si es que hay algún después, quizás haya otro Big Bang.                                                        

                                     Las  Estrellas

           Hubo una primera estrella en el universo, de color azul.13, 000  millones de años desde el BIGBANG. Luego fueron apareciendo de otros colores hasta hoy. Contienen hidrógeno y helio. Son nuestros ancestros estelares. Somos hijos de las estrellas y vivimos en la era de las estrellas, una era de luz. La luz del sol tarda ocho minutos en llegar a la tierra. La fotosíntesis es un uso directo de la energía solar y nosotros nos alimentamos de energía solar. Luego el sol es un creador. La vida no se puede dar en planetas muy alejados del sol, ni en los muy próximos, sólo en el término medio, en la Tierra. Pero las estrellas no son eternas. Se irán apagando. Las últimas serán las enanas rojas, las más longevas, más que el sol, aunque brillen menos. 

      El científico Harlow Shaplei ya dijo en el primer cuarto del siglo XX que “los seres humanos  estamos hechos de la misma materia que las estrellas”. Se componen de carbono, oxígeno, nitrógeno, azufre, fósforo e hidrógeno, elementos que constituyen  el 97 por ciento del cuerpo humano. Años después  el astrofísico Carl Sagan utilizó la frase poética y científica “somos polvo de estrellas”.

   He recogido algunos datos interesantes que tenía olvidados, como que cada estrella tiene más de un planeta, luego hay más planetas que estrellas. También, que la luz es una herramienta muy poderosa  para conocer el universo (tarda 300,000 km. por segundo en llegar a la Tierra). Pero recientemente los científicos han avanzado mucho en el conocimiento del cosmos a través de los telescopios espaciales como el Hubble americano para ver más lejos y poder investigar más atrás en el tiempo. Ha tomado fabulosas imágenes del universo. La galaxia más próxima a la nuestra es Andrómeda. Gracias a este telescopio sabemos que el universo se expande cada vez más deprisa. En 2008 el telescopio espacial europeo Plack se lanzó para captar la luz del Bigbang. Recordemos que antes de ese estallido no había materia, sólo un océano de energía  con fluctuaciones, el origen de todo, y que esa energía se empezó a expandir como una bola de fuego, transformándose la energía en materia, dando lugar a las primeras estrellas y galaxias, hace 9,000 millones de años. Así se ha podido conocer el principio del universo. Una de las teorías más recientes es la expuesta por un profesor de física de la Universidad de Ottawa (CANADÁ) que afirma que los cálculos sobre el origen del universo son erróneos, que se remontan a 27,000 millones de años, no a 13,800 como se viene creyendo. Al mismo tiempo niega la existencia de materia oscura. Y añade que la expansión se debe al debilitamiento de las fuerzas de la naturaleza y no a la energía oscura.                                                                          

            Me ha llamado la atención la nomenclatura de los astros. Compruebo con satisfacción la abundancia de nombres griegos, aunque en los planetas de nuestro sistema solar los nombres de los dioses griegos aparecen en versión latina. En esa misma lengua están muchos nombres nuevos. También los hay de origen árabe y de alguna otra lengua. De las 88 constelaciones yo destacaría los nombres de Andrómeda, Águila, Cassiopea, Leo, Libra, Serpens, Taurus, Virgo. En 2006 la UAI (Unión Astronómica Internacional) creó el grupo de trabajo para los nombres de las estrellas. Recientemente se han incorporado nombres de animales, deportistas, músicos, cantantes, escritores, ciudades, objetos y hasta personajes de ficción. Para mí los más queridos son Cervantes, D. Quijote y Dulcinea.                      

domingo, 25 de febrero de 2024

Mis padres

                                                                                                                  A mi hermano Felipe...                                     

    Siempre he pensado que el dicho "...a los amigos los elegimos pero los padres nos vienen dados..." es rigurosamente cierto. Por tanto, tal aserto depende mucho de la suerte, la Providencia o lo que creamos con respecto a los padres que nos han tocado. Gracias a ellos, a los estudios superiores y al trabajo que me ha permitido ser independiente (además de otras muchas cosas, como mi marido, mis hijos, mis nietos, mis nueras y hasta mi yerno, aunque ya no lo sea), siempre me he considerado un ser humano privilegiado. Podría seguir añadiendo privilegios no menos importantes: mujer, europea, octogenaria...
    En estas cortas líneas quiero empezar por hablar de mi madre, a la que siempre vi a la sombra de mi padre, dentro de una familia pequeño-burguesa, en la cual sólo tenía que hacer lo que se esperaba de ella: ser buena esposa, buena madre, buena ama de casa, pero poco habladora y poco cariñosa... Me hubiera gustado conocerla en los primeros años de su matrimonio, tal y como la veo en la fotografía de su boda, joven, guapa, graciosa, divertida, piadosa, creativa, sencilla y bondadosa. Seguramente estaba feliz de haber encontrado un hombre bueno, de su mismo pueblo, como marido. Tamaña fortuna no la tuvieron sus hermanas menores, a las que les cogió la bancarrota familiar en plena juventud, perdiendo, por la mala administración de su padre, mi abuelo, casi todos los bienes, viéndose obligadas a hacer lo único que sabían, coser y bordar para sobrevivir tanto ellas como sus padres. Mi abuela decía que todo lo daba por bueno porque, a raíz de aquella desgracia, mi abuelo había vuelto al seno de la Iglesia a salvar su alma. 
    Pero la rueda de la fortuna da muchas vueltas y al cabo de unos pocos años a mi madre le ocurrió la mayor desgracia que le puede pasar a una mujer, perder a su primera hija de cuatro años a causa del sarampión en plena Guerra Civil española, donde todo escaseaba, incluyendo los medicamentos.  Desde entonces cambió su carácter para siempre. Después vinieron cinco hijos de los que sobrevivimos cuatro. He de decir que por ser de pequeñita muy curiosa (a día de hoy lo sigo siendo), en una ocasión descubrí un estuche de marroquinería (todavía lo conservo con mucho cariño) que mi madre guardaba en un armario fuera de la vista de todos, cerrado con llave. No fue hasta que fui bastante mayor cuando mi madre me enseñó el tesoro que guardaba con tanto secreto. Tal tesoro contenía un rizo de los cabellos de mi difunta hermana junto a una fotografía de aquella preciosa niña. A mí me parecía extraño que mis padres nunca hablaban de ella pero ¿para qué?, dirían, si no la conocíamos ninguno. Supongo que pensaban que aumentaría su sufrimiento. A mi madre aquel suceso le debió causar una profunda depresión porque de niños nos cuidaba una interna y una tía, hermana de mi padre, que se vino del pueblo a la capital en la que vivíamos. Sin embargo, ya en mi adolescencia, sentí yo a mi madre mucho más cercana. Aunque mi padre consideraba que sus hijos debíamos estar ignorantes de aquellos tiempos terribles, mi madre nos contaba historias de la Guerra Civil española que escuchábamos ensimismadas...               Respecto a su relación con mi padre, al que adoraba, tengo que reconocer que a veces era cruel con ella al reírse de los garabatos que hacía al escribir. Y es que la pobre poco había visitado el colegio. Mi abuelos maternos vivían largas temporadas en una finca lejos de la ciudad, donde estaban las escuelas, teniendo ella que desplazarse a casa de sus abuelos el tiempo justo de aprender a leer y escribir. Cuando me pongo un juego de pendientes y sortija que me regaló en vida, tengo la sensación de que una parte de ella va conmigo. Me gustan las joyas con historia. Las había comprado, junto con otras, ...a señoras viudas de guerra arruinadas..., nos contaba.
    Como buena mujer de pueblo era muy aficionada a reforzar sus palabras con dichos y refranes. Siempre me resultó impropio el que decía: "el trabajo es virtud pero trabaja tú". Yo aún continúo diciendo que el tiempo está "nublo" en vez de nublado, como ella decía, sabiendo a ciencia cierta que lo digo mal. De su religiosidad recuerdo varias cosas, desde la generosidad con los pobres (teníamos uno fijo al que le guardábamos un plato de comida diaria), pasando por una capillita portátil de una virgen y la asistencia a los rosarios de la aurora (a los que yo, como única madrugadora, la acompañaba) hasta la procesión de entronización del Corazón de Jesús por un sacerdote, que con el hisopo echaba agua bendita por los rincones para espantar a los demonios, cuando nos cambiamos de casa. 
    Por nuestro hogar se podían ver tanto velitas y mariposas (tazas con agua y aceite con una mecha) para las ánimas del purgatorio como la devoción a determinados santos, entre ellos San Pascual Bailón (que avisaba a la hora de la muerte) y S. Judas Tadeo (que ayudaba en las causas difíciles). Para cada uno había una oración particular. Con el tiempo, ambos fueron sustituidos por el beato Fray Leopoldo de Alpandeire. De todas estas devociones mi padre a menudo le recordaba el dicho "reza y no corras". A lo que seguiría "y verás lo que te pasa"... 
    Mi madre fue capaz de grandes sacrificios por ayudar a sus hijos. Entre ellos, el más importante para mí fue el dejar su casa para venirse conmigo a la provincia de Sevilla cuando aprobé las oposiciones, quedándose al cuidado de la casa y de mis hijos mientras yo iba al trabajo. Pero desgraciadamente al segundo año de estar allí murió mi padre. Fueron momentos duros porque mi marido, por causa de su trabajo en Lorca, sólo iba los fines de semana a vernos. Cuando por fin me dieron el traslado, después de dos años, regresamos a nuestra ciudad pero mi madre prefirió irse a su pueblo natal, Cehegín y vivir sola. Aunque tarde, deseaba disfrutar de una libertad que, a lo largo de toda su vida, nunca había tenido. Ahora empiezo a comprenderla. Los hijos íbamos a verla algunos domingos. La atendía una señora de día y otra de noche. La recuerdo silenciosa, incólume, sentada en su mesa de camilla haciendo tapetes de ganchillo, que durante los últimos años fueron un remedio para la artritis que sufría en las manos. Aún conservo algunos de ellos y una pequeña mantita de aplicaciones para el sofá. 
    Tuvo la alegría de ver a uno de sus nietos, el que lleva su nombre, convertido en cirujano, y la de convivir durante un curso con la nieta mayor, que se tenía que desplazar al pueblo vecino de Caravaca de la Cruz porque ejercía allí de profesora de inglés. 
    De todas las fotografías que conservo de mi madre la que más me emociona es una en la que aparece con mi padre, de novios, y en la que luce un lujoso collar de perlas que él le había comprado en la ciudad en la que hizo la mili, ¡oh casualidad!, la misma en la que yo vivo. Ese collar lo conservo como un tesoro. Es su historia, es mi historia... 
    Respecto a mi padre puedo decir con orgullo que era un hombre extraordinario y muy adelantado para su época. Tenía ideas muy modernas, como que las mujeres teníamos que estudiar, trabajar y ser independientes. Además, cuando todos los alumnos estudiaban francés nos hizo matricularnos en inglés, ya que él la consideraba la lengua del futuro. Con tanta fuerza creía en ello que él mismo recibió clases particulares de inglés antes de jubilarse. También recuerdo que, preocupado porque su prole adquiriera cultura, organizó dos viajes con las dos hijas mayores, mi hermana y yo, aún adolescentes, a Madrid para ver el Museo del Prado y a Granada para ver la Alhambra. 
    Nacido en una familia de clase trabajadora (su padre viajaba vendiendo alpargatas de esparto), empezó sus estudios con los franciscanos, con los que terminó el bachiller, aunque tenía que examinarse por libre en la capital. En el pueblo sólo había escuelas. Supongo que los frailes le animarían a estudiar magisterio, carrera corta y barata, siempre por libre. Pero en el primer colegio en el que ejerció la docencia ya se dio cuenta de que la enseñanza no le gustaba y se preparó los programas de Profesor Mercantil, con cuyo título podía optar a oposiciones a la administración pública. Aprobó unas oposiciones de Interventor de Ayuntamiento y entonces estudió Perito Mercantil para ascender en el escalafón. Del pueblo pasó a la capital. Todo esto después de casarse. Tenía dos buenas virtudes, que yo he heredado, una gran memoria y una voluntad inquebrantable. Era muy cariñoso, especialmente conmigo, por dos razones, una por llevar el nombre de su madre, a la que adoraba (fue el mayor de seis hermanos) y otra por llevar el nombre de su primera hija fallecida. Yo procuraba alegrarle la vida de la manera que más le gustaba, sacando muy buenas notas, tanto en el instituto como en la universidad. Él fue quien, estando recién casada y en contra de la opinión de mi marido, me buscó trabajo en la Escuela de Maestría de mi localidad. Además, estando yo trabajando y con tres hijos, cuando salió una plaza de numeraria en el instituto en el que había empezado a dar clase al mismo tiempo, en contra de mi voluntad, él me obligó a presentarme. Le daba igual que me quejara. Siempre confió en mí  y me acompañó a Madrid donde tenían lugar los exámenes por si me arrepentía y me volvía a casa. Aprobé, aunque no pude coger la plaza deseada, teniendo que desplazarme a muchos kilómetros, en principio sola, con mis hijos. Pero fue entonces cuando mi padre convenció a mi madre para venirse conmigo hasta que pudiera pedir en el concurso de traslados. Era para dos años. Desgraciadamente, él sólo pudo estar uno porque sufrió una grave enfermedad y murió cogido a mis manos después de una complicada operación. 
    La religiosidad de mi padre era muy distinta de la de mi madre. La idea principal era ayudar al prójimo, empezando por sus hermanas, que siempre lo quisieron como a un padre. A una le ayudó a comprar un piso, a otra le ayudó a que sus hijos estudiaran y a la pequeña se la llevó a vivir con nosotros a la capital donde tomó clases de mecanografía para entrar, tras unas pruebas, en la Diputación Provincial. Allí estuvo trabajando hasta su jubilación. Otro rasgo de religiosidad lo recuerdo de  los veranos en la Isla de Mazarrón en donde nos hacía recorrer varios kilómetros para oír misa los domingos. Hasta que se reunió con algunos vecinos y recogieron dinero para construir una capilla, que hasta hace poco estaba en uso. 
    Es de justicia reconocer que a sus cuatro hijos nos dio carrera universitaria y estudiamos en residencias, para lo cual recurrió al pluriempleo, dejándose la piel trabajando. 
Y esta es, a grandes rasgos, la historia de mis padres, a los que adoré y sigo recordando cada día de mi existencia con todo el cariño del mundo,,, 

 

                 


   


     


jueves, 11 de enero de 2024

La canción de Aquiles (novela de Madeline Miller)

                                                  Comentario crítico

         La profesora estadounidense  Madeline Miller escribe una historia novelada sobre la guerra de Troya que adopta la forma de una autobiografía de Patroclo, amigo íntimo y compañero de Aquiles. Él mismo cuenta que nació "pequeño y escuchimizado", aunque era todo un príncipe por ser hijo del rey, Menecio. La narración comienza cuando con nueve años es invitado por el rey Tindareo a una reunión donde se presentan los pretendientes a esposos de su bellísima hija Helena. Ellos le traen regalos al rey, que es el encargado de la elección. Pero en un momento dado aparece Odiseo (Ulises), que opina que debe ser ella la que elija, no su padre. Desde el principio da muestras de una inteligencia racional de la que carecen los fornidos guerreros griegos, insistiendo en que él no acudía como pretendiente sino por compañerismo. Contra todo pronóstico Helena elige a Menelao, de pelo rojizo, hijo de Atreo y hermano de Agamenón.                                                                                                                                                     Patroclo, en griego "gloria de padre", poseedor de unos bonitos dados que pretende quitarle el hijo de un noble, inicia una pelea con él, con tan mala suerte que el muchacho cae accidentalmente y muere a causa del golpe. Por lo cual la familia del difunto exige la muerte de Patroclo o el exilio. El padre prefiere mandarlo fuera antes que la muerte. El exilio será a tierras del rey Peleo, casado con una ninfa de los mares, Tetis, de la que había nacido Aquiles, de pupilas verdes y cabello dorados, que años más tarde pasaría a dirigir el ejército griego. Aquiles, casi de la misma edad que Patroclo, lo convierte en su therapon, (hermano de armas, consagrado a un príncipe por lazos de sangre, con juramento y amor). Un puesto de la más alta estima. Es entonces cuando Aquiles le comunica que las Moiras  (personificaciones del destino) han profetizado que moriría joven y famoso. En un encuentro con Tetis, esta le comunica a Patroclo, a propósito de la profecía, "y tú estarás muerto a no mucho tardar". Tetis era una diosa menor entre las diosas menores, una nereida y nada más.                                                                 Aquiles tenía doce años y sentía una atracción especial por Patroclo. Todo empezó con un beso.               Pero de la historia pronto se pasa a la mitología, dioses, ninfas, nereidas, centauros .                                 Es interesante el episodio en que los dos amigos montan a lomos del centauro Quirón, puesto por el rey como profesor de ambos. El mismo centauro que instruyó a Hércules y a Teseo de niños. En este personaje mítico está toda la sabiduría de la época. Les enseña el manejo de las armas, cirugía, sanación, primeros auxilios, astronomía, cómo hacer fuego, a pescar, mitología, música, magia, cómo conservar la carne bajo la nieve...etc.                                                                                                                                     Al cumplir Aquiles 16 años su padre le manda un arcón con regalos entre los que destaca una túnica teñida de púrpura, propia de un príncipe, de un futuro rey. Y con la llegada de la primavera se desata la pasión amorosa. Pero la felicidad que disfrutaban se ve truncada cuando el padre de Aquiles lo convoca para integrarse en el gran ejército que están preparando los griegos para recuperar a Helena, esposa de Menelao, aparentemente raptada por Paris, hijo de Priamo, rey de Troya. Aquiles no quiere ir a la guerra, ni su madre tampoco. Esta prepara un truco  para  evitarlo, se lleva a su hijo a una isla con la excusa de casarlo con la hija de un rey. Tras varias negativas Aquiles cede a los deseos maternos y se casa y espera un hijo, el que luego será Pirro. Permanece escondido disfrazado de mujer. Pero Odiseo lo desenmascara y lo convence de entrar en el ejército para ganar gloria, fama y la eternidad.  La respuesta de Aquiles a propósito de que tendría que matar a Héctor, el hijo mayor de Priamo y jefe del ejército troyano, es siempre la misma, "no me ha hecho nada". Patroclo había ido a buscarlo. Allí Aquiles le pide perdón por haberlo traicionado con sus actos, y culpa a su madre. A Tetis no le gustaba Patroclo.                  Las naves griegas inician la navegación rumbo a Troya hasta que el viento se para y las velas no se mueven. Los griegos lo atribuyen al enfado de los dioses, que son muy vengativos. ¿Cómo aplacar su ira? Con sacrificios. Agamenón llama a su hija Ifigenia ( "un nombre de vocalización exigente que evocaba el sonido  de los cascos de las cabras sobre las rocas"), con el pretexto de casarla  con Aquiles aunque era una mujer muy joven, no llegaba a los catorce años. Sin embargo en un movimiento rápido le corta la garganta con un cuchillo. Con este sacrificio la diosa Artemisa se aplacó y los vientos volvieron, los sacrificios de reses no eran suficientes. Siempre los dioses en acción, con un bando o con el otro.                                                                                                                                                             Patroclo, el más humano siempre, reprocha a Odiseo no haber intervenido para evitar la muerte de Ifigenia. Lo de la boda fue un truco para que su madre, Clitemnestra, la dejara salir de casa.                       Se inicia la navegación que durará siete días hasta llegar a la boca del Heleponto (los Dardanelos) a tan sólo dos días de Troya. Los troyanos los esperaban en la playa (" que parecía no tener fin"). Vestían de negro carmesí, el color de la casa de Príamo, y entre ellos, destacaba el jefe del ejército troyano, Héctor, con su carro de guerra. Después de que los griegos lanzaran sus lanzas y murieran algunos troyanos, Héctor  dio orden de retirada, y la playa quedó para los griegos en donde plantaron sus tiendas.                   Con las razias llegó el reparto del botín. Nos cuenta Patroclo que "entre aceros, oro y alfombras había una jovencita de bella melena negra, de nombre Briseida, que Agamenón no paraba de mirar, el cual era bien conocido por sus apetitos, como toda la casa de Atreo".                                                                           Patroclo, como en otras ocasiones, muestra su humanidad  apiadándose de la cautiva y pidiéndole a Aquiles que se la apropie como botín de guerra. Al mismo tiempo intenta liberarla, pero ella no entiende la lengua griega, recurriendo a la comunicación por señas. Con respecto a las demás cautivas él es el único que se apiada de ellas y de su destino. Liberaba a cuantas podía con la ayuda de Briseida. A todas ellas les daba clase de griego. Y en cuanto a sus ideas acerca de la guerra, son reveladoras sus palabras, "no maté a nadie y tampoco lo intenté". Sabía que lo protegía Aquiles. Se dedicaba a ayudar al médico a curar a los heridos, siguiendo las enseñanzas recibidas del centauro Quirón.                                                   Príamo acepta una embajada para dialogar sobre Helena. Aunque el rey de Troya se mantenía firme en su opinión de que ella no deseaba marcharse, por lo que sólo quedaba el combate, el enfrentamiento.       La guerra se prolongó más de los previsto. A veces Aquiles desaparecía porque  iba a hablar con su madre, que temía por su hijo, pues conocía la actitud vengativa de los dioses. Y seguían pasando los años, al mismo tiempo que cundía el descontento entre los griegos. Trascurría ya el noveno año de la guerra cuando apareció una bella cautiva, Criseida, hija del sacerdote troyano  del dios Apolo  Crises.    Esta vez Agamenón se la adjudica como trofeo, haciendo oídos sordos a  las súplicas del padre de la joven, que, jugándose la vida, atraviesa el campo enemigo con cantidad de oro para el rescate.                     Y llega la venganza del dios Apolo con epidemias y enfermedades, que primero se llevan a los animales y luego a los hombres. Caso curioso es que no murió ninguna mujer. ¡ Qué sabios son los dioses! Aquiles pide a Agamenón que devuelva a Criseida, pues ha escuchado que sólo así acabarán las muertes. El atrida se niega. Es tal la ira de Aquiles que abandona al ejército. En venganza los soldados de Agamenón van a buscar a Briseida. Patroclo le pide a Aquiles que hable con su madre por si puede hacer algo por la esclava, pero sólo recibe una respuesta, "Es imposible. Es la voluntad de los dioses". Un pensamiento invade su mente, "Nosotros obedecíamos a nuestros reyes, sí, pero dentro de los límites de la razón".                                                                                                                                                          Los dos ejércitos luchan hasta que suena el cuerno de Héctor. ¿ Quién se enfrentaría a él en ausencia de Aquiles?. Se echa a suerte y le toca a Ayax, empataron quedando como iguales. Aquiles considera una cuestión de honor que le devuelvan a la esclava. Las cosas van tan mal que los troyanos incendian las naves griegas. A Patroclo se le ocurre una idea, sustituirá a Aquiles vistiéndose con su armadura para dirigir a los mirmidones. A pesar de haberle jurado a Aquiles que se protegería bien, muere a manos de Héctor, el cual se coloca la armadura de Aquiles que arranca del cuerpo de Patroclo. "Parecía que el mismo "aristos achaion" se estuviera dando caza a sí mismo". Héctor sabe que su muerte es inmediata y le pide a Aquiles que entregue su cadáver a su familia cuando lo haya matado. La respuesta no puede ser más cruel, "No hay tratos entre hombres y leones, te voy a matar y a comerte crudo".                                   Los dioses no permanecen inactivos. Tetis le dice a su hijo  que Apolo está enfadado y busca venganza. Y que las Moiras le han contado que  Pirro vendrá a Troya para acabar la guerra tras la victoria.                                                                                                                                                               El rey Príamo se presenta en la tienda de Aquiles a reclamar el cuerpo de su hijo. El narrador simpatiza con él y comenta que va solo, "con la ayuda de los dioses".                                                               Es curioso que Patroclo sigue siendo el narrador después de muerto. Y cuenta que Aquiles ante la pira de su amigo muerto pide  a los griegos que, el día que él muera mezclen, sus cenizas con las suyas. Cuando, enfurecido, vuelve al combate, lucha con la jefa de las amazonas, Pentesilea, que parecía rápida, grácil e incansable, pero no lo era. De un solo golpe la derriba, mientras Paris desde una torre del palacio troyano dispara su arco contra Aquiles y lo mata. Al poco aparece Pirro (en griego fuego), de cabellos rubios como su progenitor, que a sus doce años  acaba la obra de su padre y se niega a enterrar las cenizas de Aquiles con las de Patroclo. Con gesto altanero comenta que "¿ un esclavo junto a un héroe?".  Finalmente sólo se escribe en la piedra del túmulo mortuorio el nombre de Aquiles.                          Pirro reclama a Briseida, que huye al mar nadando, pero recibe la lanza que le había tirado el joven  de trece años y desaparece entre las olas. Odiseo hace una última tentativa para unir las cenizas de los dos amigos pero no puede conseguirlo. Aunque al final Tetis escribe el nombre  de Patroclo junto al de Aquiles. "Ve, me dice la diosa, te está esperando".                                                                                             En relación con el lenguaje, la novelista utiliza gran cantidad de metáforas y símiles. Podríamos decir que con frecuencia la prosa es poética. De Aquiles señala que tenía una voz clara "como los arroyos alimentados por el deshielo" y parecía "un ciervo alerta al sonar el cuerno del cazador". Me parece un rasgo de humor que Tetis, como todos los dioses, no comía sino néctar y ambrosía, sea invitada a la mesa de su marido Peleo, que es un simple humano, y claro, no le habían puesto ni plato ni cuchillos.           Me gustaría terminar con una de las últimas frases de Patroclo, "  Soy  aire y pensamiento".                      Hasta aquí la novela basada en el poema épico, la Ilíada, la  literatura, pero, ¿ qué nos dicen los historiadores? Que el verdadero origen de esta contienda la iniciaron los griegos para apropiarse de Troya, ciudad que dominaba el estrecho de los Dardanelos, su Helesponto. Los troyanos cobraban tasas a los navegantes que tenían que cruzarlo para llegar al Mar Negro donde los griegos tenías colonias. Helena fue el pretexto.                                                                                                                                          La Ilíada da para tanto que se podría añadir todo lo relacionado con la arqueología y el caso Schliemann y su esposa, la cual se fotografió con las joyas que ambos atribuyeron, puede que erróneamente, a Helena.             

            

                      

  

 


        

lunes, 18 de diciembre de 2023

Arqueólogos y Arqueólogas

                                                   Arqueólogos y Arqueólogas. 


        Escuchando a la Dra. Dña. Marga Sánchez Romero, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Granada, arqueóloga y divulgadora, en una conferencia sobre "Mujeres en la Prehistoria", he pensado sobre los pocos o casi nulos de los estudios arqueológicos sobre las mujeres en la Prehistoria. En las pinturas rupestres predominan los animales y los hombres. Ella lo achaca a que los principales estudiosos de esa ciencia moderna que es la Arqueología han sido hombres. Si daban con enterramientos de esa época siempre los consideraban masculinos, llegándose a dar la circunstancia  de llamar a uno "el cazador" y posteriores análisis con tecnología más moderna descubrir que se trataba de una mujer. Así como a cuantas esculturas iban apareciendo desde todos los países denominarlas venus, la Venus de Willendorf, la Venus de Milo, la Venus de Hohle Fels (la  más antigua,35,000 años) ... etc. A la mujer se la representa como madre o como objeto erótico, exagerando los órganos sexuales e ignorando los muchos quehaceres en el telar, la alfarería, la alimentación, el curtido de pieles, la búsqueda de las propiedades curativas de las plantas, la caza y hasta la guerra. Ellas también participaban en las pinturas de las cuevas (Altamira) y eran las recolectoras. Se da una visión de la mujer como un ser tonto, o se la invisibiliza, demostrando el poco interés por las funciones domésticas y por los partos. Caso excepcional fue el descubrimiento en el yacimiento argárico de Lorca por parte de la arqueóloga murciana  profesora Ayala, de un enterramiento de una mujer dando a luz a una criatura que no había podido salir del vientre de la madre, pero que asomaba un brazo.                                                                     La Prehistoria está incompleta. La Arqueología empieza en el siglo XIX  y la hacen los hombres, que dividen la Prehistoria en tres etapas, la edad de piedra, la edad de bronce y la edad de hierro puesto que son los materiales con los que ellos trabajan. Es también la época de los museos. Habrá que esperar al feminismo para que las cosas empiecen a cambiar. 


martes, 28 de noviembre de 2023

CAMAFEO

 

                                                         

    En el último viaje de mi hija Carmen a Roma este verano, me compró un camafeo para colgante del cuello realizado como los que yo vi en Sorrento hace años en un viaje con mi marido y una pareja de amigos. Presenta el rostro de perfil de una bonita joven con un peinado de rizos recogidos con una cinta y que lleva una flor en el hombro. Quiero reconocer a mi avatar romano, Cornelia, con la que me gusta identificarme en una vida anterior. Probablemente yo le conté a CARMEN que habíamos visitado un taller de artesanía de esta joya tan antigua, realizada esculpiendo figuras en conchas, aunque en la antigüedad se realizaban también en ónice, lapislázuli y otros materiales. Hoy, que me lo he puesto para ir a una comida de amigas, he pensado investigar sobre los cameos o camafeos, como actualmente se llaman. 

    Siempre creí en su origen romano, pero como tantas otras cosas, los romanos los copiaron de los griegos, que a su vez los aprendieron de los persas, quizás cuando entraron en contacto con ellos en las guerras médicas. Aunque parece ser que los egipcios ya practicaban este arte lo mismo que los sumerios que empezaron a utilizarlos como sellos en transacciones comerciales. Octavio Augusto fue un usuario de estos bellísimos objetos. Durante el renacimiento se recuperó la moda de lucir camafeos, al volver a recuperar el gusto por lo clásico grecolatino, destacando Lorenzo de Medici como coleccionista. En el neoclasicismo volvió la moda, siendo Napoleón un apasionado de estas joyas, que lucía en especial su esposa Josefina, cuya tiara de camafeos lucen ahora las mujeres de la corona sueca. Se extendió en el siglo XIX. La técnica recibe el nombre de  glíptica. Los camafeos de conchas se popularizaron a raíz de unas ejemplares más maleables que se trajeron de América tras el descubrimiento. Los auténticos se reconocen por las rayas que se perciben en el microscopio, conocidas con el nombre de llamas o llameantes. La reina Victoria usaba camafeos entre sus joyas. En los más antiguos, como el mío, las caras de perfil miran hacia la derecha. Daban suerte.
    Durante el período isabelino, las mujeres empezaron a coleccionar este tipo de joyas como motivo de distinción social y estatus. Su prestigio aumentó con los coleccionistas en todas las cortes europeas. Los verdaderos camafeos están realizados en conchas, coral, lava, ágata, onix o sardonix, los falsos en cristal, plástico o metal.     

       

lunes, 23 de octubre de 2023

AMORES IMPOSIBLES

Hace unos días terminé de leer "No te veré morir", la última novela de Antonio Muñoz Molina, que me ha inspirado para escribir una historia semejante. Así que he conectado con mis amigas Pentasilea, Cornelia y Enma con el fin de que me dieran ideas. Ni la primera ni la segunda me han podido ayudar, pero Enma sí que me ha contado una historia de amor imposible que tuvo ella cuando era estudiante de secundaria en Amsterdam, donde con 15 años conoció a un chico con el que mantuvo una gran amistad. La esperaba a la salida de clase, la acompañaba a su casa, y a veces quedaban para pasear por las orillas de los canales bajo los frondosos árboles, que desde el amanecer brillaban al recibir los rayos del sol. Parecían estar allí desde siempre y para siempre; la naturaleza los acompañaba antes de entrar a clase. A mi pregunta sobre de qué hablaban responde que no lo recuerda bien porque ella era algo distraída y él estaba atento a lo cotidiano, a los estudios.

Me comenta que en una ocasión él le pidió prestado el libro de gramática griega y se lo devolvió  "iluminado" con algunas frases en inglés como "I LOVE YOU", siendo él un buen estudiante de francés. ¿Timidez? ¿Originalidad? Nunca lo sabrá. Me lo describe como un joven educado, cortés con las señoras, a las que saludaba con un beso en la mano. De aspecto formal, traje con camisa y corbata, pantalón largo, a pesar de sus dieciséis años ya parecía el abogado en el que se convertiría tiempo después. Recordando al Marqués de Bradomín que, según Valle Inclán era "feo, católico y sentimental", este chico era " guapo, católico y sentimental". Él no se daba cuenta, pero ella sí, de que no pertenecían a la misma clase social. El padre de él ingeniero, el de ella funcionario del Estado. Hablaba mucho de su familia, de su padre. Él era el segundo y único varón entre dos hermanas.

Como los adolescentes de la época, eran aficionados al cine, aunque fuera sólo los domingos porque el dinero no abundaba. Les gustaban las comedias románticas de los años 50 del siglo pasado en programas dobles. Enma salía con sus amigas, pero le guardaba una butaca a su lado y cuando se separaban bastaba un adiós o un hasta mañana. Su mundo real era igual que el de las películas. Aún recuerda el frío que hacía en aquellas salas de cine tan grandes. La vida les sonreía, ignorando lo que les tenía reservado el destino.

Recuerda Enma que su chico hizo un viaje al extranjero, a Roma, como buen católico, en la Vespa y con el sacerdote amigo de la familia que la conducía. De allí le mandó bonitas postales en color para su colección, del Coliseo y de otros monumentos. Como regalo, ¿qué objeto más espiritual que un rosario de cristal de roca rosa bendecido por el papa? Soñaban con hacer juntos un viaje a Brasil cada vez que cogían un billete que mostraba un gran velero.

Pero llegó un momento en que la familia se marchó a otra ciudad, no se sabe si por traslado del padre o en busca de mejores oportunidades para los estudios de los hijos. Lo cierto es que se abrió un abismo entre los dos jóvenes de consecuencias imprevisibles. Al principio intercambiaron algunas cartas, hasta que llegó el aciago día en que el muchacho sufrió un accidente de coche, cuyo terrible impacto lo dejó incapacitado, sin conocimiento una temporada, o eso es lo que le dijeron unos amigos a Enma. Ella dejó de escribir a la espera de su recuperación y sus cartas. Pero eso nunca sucedió. Aquella bonita amistad quedó en suspenso. En realidad nunca se rompió. Al cabo de un tiempo le llegaron rumores de que había estudiado Derecho y ejercía de Presidente de la Cámara de Comercio de su ciudad. Ella estaba convencida de que él se olvidaría antes que ella porque había leído en algún libro que el que se va es el primero que olvida.

Entre tanto Enma conoció a un hombre enamorado locamente que, aunque bastante mayor que ella, supo esperarla a que terminara su carrera universitaria para casarse. Formaron una bonita familia con unos hijos que les llenaron de felicidad. Dicen que el tiempo pasa y cura las cosas, pero el tiempo no cura nada. Sí es verdad que para ella se había ido desdibujando el rostro del amigo. Solo recordaba su voz, esa voz grave, risueña y entusiasta que se diferenciaba de todas las otras conocidas. Pasados los años, creyó que se había borrado de su memoria. Y cuando ya pensaba que jamás se volverían a encontrar, a su marido y a ella los invitaron a una cena en la que se reunían todas las Cámaras de Comercio del país, y allí estaba él, aguardando el momento como si estuviera en una sala de espera, dando la impresión de que quería quedarse a solas con ella, mientras Enma lo estaba observando. No se lo podía creer, se quedó paralizada. Le parecía que el tiempo se había detenido. Abrió la boca para decir su nombre, pero no le salía la voz del cuerpo. Él esperó a que se retiraran todos los invitados para saludarla a solas. Cuando todos desaparecieron se hizo el temido silencio. Bastó un apretón de manos y un hola. El apretón de manos era más fuerte de lo que aparentaba, pero ¡había tal diferencia entre aquel hombre que le estrechaba la mano y el chico que ella recordaba! Tampoco ella era la niña de la que se despidió con lágrimas en los ojos. Era la hora de la cena y no se volvieron a encontrar.

Después de muchos años, Enma conoció a una señora de la ciudad en la que él ejercía su profesión y le preguntó si le sonaba su apellido. Le contestó que no, pero le sugirió que lo buscara por internet, y cual no sería su sorpresa cuando se encontró con la esquela de tres años atrás. Le queda el consuelo de que "no lo ha visto morir", ni él podrá verla morir a ella.


sábado, 30 de septiembre de 2023

                                                                 MEMENTO, HOMO           (Recuerda, hombre...)


                 Estoy leyendo un libro cuya protagonista se llama Deyanira y a partir de este nombre, como ocurre en el "cesto de las cerezas" he empezado a recordar aquella tragedia de Sófocles, "Las traquinianas", (las mujeres de Traquis) que  tradujimos del griego en mis primeros años de carrera en la Universidad de Murcia, bajo la dirección del catedrético D. Antonio Ruiz de Elvira, hombre de enormes conocimientos de las lenguas clásicas  y del que tanto aprendí. Los libros los pedimos a la Universidad de Oxford. Aun conservo el mío como una joya de biblioteca.                                                                        Aunque el protagonista es Hércules (Heracles en griego), Deyanira también lo es. Después de casarse salieron de la hermosa ciudad de Calidón y se dirigieron a Traquis, pero al llegar al río Eveno tropezaron con el centauro Neso, que atravesaba a los viajeros a la otra orilla por una cantidad de dinero. Este personaje, mitad hombre mitad caballo, enamorado de la joven, trató de violarla. Hércules reaccionó rápidamente disparando su arco e hiriendo de muerte a Neso. Este, antes de morir le regaló a Deyanira una túnica empapada   con su sangre y recomendándole que si alguna vez  su marido le era infiel, se la pusiera para recuperar su amor. En realidad era una venganza del centauro, pues la túnica estaba envenenada y en cuanto se la pusiera moriría. Y es que la sangre de Neso estaba mezclada con la de la Hidra de Lerna, envenenada por el flechzo de Hércules en uno de sus doce trabajos. Entre sufrimientos el héroe griego subió al monte Eta donde su hijo preparó una pira a la que prendió fuego Filoctetes, el cual recibió en regalo el arco y las flechas invencibles de Hércules. El fuego destruyó su cuerpo, y fue entonces cuando se oyó la voz de Zeus para permitirle entrar en el Olimpo, y por consiguiente en la inmortalidad.                                                                                                                        Pero volvamos la vista atrás. Hércules, hijo del dios Zeus y de la mortal Almena, antes de casarse con Deyanira tuvo varias esposas, a algunas de las cuales mató en sus frecuentes estados de locura. Por lo cual los dioses lo castigaron a realizar los famosos doce trabajos. Una vez realizados, no volvió a Tebas con su esposa Megara, sino que se dirigió a Ecalia, donde su rey, Eurito, había prometido la mano de su hija Yole a quien venciese en una prueba con arco. Aún habiendo ganado, no se la entregó por miedo a sus acciones con las esposasv anteriores. Hércules juró vengarse y le robó las yeguas al rey. Después de algún que otro acto de locura, el héroe griego fue vendido a Onfelia, con la que pasaba los días vestido de mujer. Acometió nuevas hazañas, recibió la libertad, fue devuelto a su patria y encontró a Deyanira, hija de Alteo.                                                                                                                                                     Esta técnica de comenzar el relato por la mitad y volver al principio es muy antigua. Recibe el nombre de " in medias res".                                                                                                                                       

jueves, 14 de septiembre de 2023

                                                             De locos


           Antes de comenzar el verano una amiga y compañera de carrera me comunicó que estaba leyendo "Nuestra Señora de París" de Víctor Hugo y que le había gustado mucho, insistiéndome en que hay que volver a leer lo leído de jóvenes. Y, mira por donde, hace unos días fui a desayunar churros y vimos, mi hijo Pepe y yo, un quiosco de libros que aún permanecía abierto después de pasada la feria. Él seleccionó unos cuantos para su biblioteca, entre los que estaban los dos tomos de Víctor Hugo. Le pedí que me los dejara y pude comprobar que recordaba muy poco, los nombres de los protagonistas, concretamente Quasimodo ( = casi como, nombre que le puso el cura que lo acogio de niño y que le recordaba la palabras con la que se inicia el introito de la misa del primer domingo después de Pascua: "Quasimodo geniti infantes ..." = como niños reciennacidos ), las gárgolas de la catedral parisina y poco más. Pero me llamó la atención la alusión que se hace en la novela a las representaciones teatrales que se montaban dentro de las catedrales. Concretamente se aludía al "papa de los locos". Pronto me puse a investigar y encontré que hubo unas "fiestas de los locos " en el medioevo francés, de origen folclórico, que se representaban en las iglesias y cuyos protagonistas solían actuar con  máscaras de papas, cardenales, obispos, archidiáconos, clérigos...etc. En realidad se trataba de sátiras sociales y políticas, puestas en boca de tontos, niños y sobre todo locos (la tradicional historia, la de verdades puestas en boca de locos), llegándose a celebrar misas burlesca. Recordemos que el pueblo no entendía el latín de la misa. 

      Estas fiestas se empezaron a celebrar el 28 de diciembre, día de los inocentes. Hay quien ve su origen en las "saturnales" romanas, donde los esclavos tenían derecho a hablar de sus vidas. 

     La Iglesia católica permitió dichas fiestas hasta finales del siglo XVI. Fecha en que se prohibieron en París, aunque continuaron en otras ciudades. 

     Se citan como gentes del hampa a concheros (falsos peregrinos de Santiago), espumosos (falsos epilécticos), calvos (que fingían ser curados de tiña en una peregrinación), ruines (andaban con muletas), malsanos (que fingían falsas úlceras), escaldados (que fingíann ser mercaderes arruinados por la guerra), huérfanos (mendigos jóvenes), encapuchados (falsos leprosos)...etc.

  Buscando algún fragmento digno de no olvidar, he elgido la descripción de Quasiodo, más propia del barroco que del romanticismo, un retrato que parece sacado de un cuadro expresionista:

"No intentaremos dar al lector una idea de aquella nariz tetraédrica, de aquella boca en forma de herradura, de aquel pequeño ojo izquierdo tapado por una ceja pelirroja, espesa como un matorral, mientras que el ojo derecho desaparecía completamente tras una enorma verruga, de aquellos dientes en desorden, mellados por varios sitios, como las aspilleras de una fortaleza, de aquel belfo calloso, entre el que se asomaba uno de los dientes, como el colmillo de un elefante, de aquel mentón bipartido, y sobre todo de la expresión que se extendía por todo el rostro, mezcla de malicia, de asombro y de tristeza"

"...toda su persona era una mueca.Una enorme cabeza erizada de pelos rojizos; entre los hombros, una joroba enorme cuya contrapartida se dejaba adivinar por delante; una organización de muslos y piernas tan extrañamente combinada que sólo se tocaban en las rodillas y que, vistos de frente, parecían dos hojas de hoz que se juntasen por los mangos; unos pies enormes, unas manos monstruosas y, a pesar de todas aquellas deformidades, un indefinido aspecto de vigor, de agilidad y de valor".

                                                                                                             (Águilas, verano de 2023)  


 

jueves, 15 de junio de 2023

                                            "Praeterita mutare non possumus"  (Cicerón, "In Pisonem" 25)  (1)

                     Estoy en mi habitación, que comparto con mi hermana pequeña, leyendo las postales  que me manda mi novio desde Barcelona, que está estudiando para presentarse a las asignaturas del último curso de técnico textil, una carrera de cinco años que no le gusta y a la que se ha visto obligado por sus padres. A él lo que le gusta es la literatura. Se ha leído casi toda la biblioteca del Comercio donde trabaja su padre. Quiere que al menos yo estudie Literatura, pero a mi me gusta el latín. Me manda postales porque sabe que las colecciono. En ellas caben pocas palabras, pero dejan traslucir una aureola de cariño y tristeza  por la lejanía.                                                                                                                 A mis 16 años el tiempo se me hace eterno, no acaba de pasar, y el futuro, nuestro futuro, ¡está tan lejano ! No obstante yo me veo de viejecita solitaria, sentadita en un sillón leyendo estas postales. No sé si es una visión o un sueño, o es que tengo poderes jajaja ¿No será que el tiempo  puede ser redondo, en vez de lineal, y moverse en espiral? ¡ Qué tontería ! Estamos en 1958, a mitad  del siglo XX. Estaré hablando de ciencia-ficción y ahora lo que tengo que hacer  es estudiar para la reválida de sexto. Si saco buenas notas mi padre se pondrá muy contento.                                                                                                                                                                                                                                                               La mayoría de las postales son de paisajes y de arte. Siempre me gustó el románico y él lo sabe. He hecho un trabajo sobre catedrales románicas para doña Carmen Rey, catedrática de Historia y Geografia, y me ha ayudado a lograr matrícula de honor  en su asignatura. Creo que las postales, que me llegan a diario, son como palomas mensajeras que me traen las palabras mas bellas y románticas que jamás he escuchado. Las de paisajes de la naturaleza, diría yo, que hasta el perfuma de las flores y los árboles. Las de las catedrales, el de las viejas piedras. ¡ Qué espectaculo para los sentidos ! Cuando sea mayor ¿LAS SEGUIRÉ VIENDO IGUAL? Algún día nos casaremos y podremos viajar para verlo todo al natural. Eso me ha prometido.  También pienso si todo esto  se me olvidará  ante el cuidado de los hijos. No consentiré dejárselos a nadie. Quizás porque yo de pequeña siempre estaba cuidada por una tía. He oído que el tiempo cambia a las personas, pero yo quiero que nosotros sigamos siempre igual, y si un día él me faltara, cual abuelita solitaria, poder disfrutar de estas tarjetas, viviendo de los recuerdos, y contárselos a mis hijos y nietos. 

( 1) No podemos cambiar el pasado.  

   

    

           

jueves, 1 de junio de 2023

                                                      Aprendizajes   II


         En Aprendizajes  I confesaba yo que, leyendo el Libro  I  de las  MEDITACIONES  de Marco Aurelio, me había atrevido a copiarle cómo este emperador romano había conformado su personalidad tomando las cosas buenas de sus padres, abuelos, hijos, amigos, maestros y profesores. Pero por no alargarme dejé a algunas amigas sin nombrar. Y una de ellas, Ramoni, Moncha para otros, no deja de reprochármelo cuando nos vemos. No fue un olvido, sino un dejarlo para después.                                           Bueno, pues voy a satisfacer su curiosidad por conocer qué aprendí de ella. En primer lugar, la capacidad de adaptarse a vivir y trabajar en un lugar lejano de su ciudad natal, su carácter abierto y la facilidad para hacer amigas, aún siendo de ideas políticas diferentes a las suyas. En segundo lugar, el deseo de colaborar en actividades culturales, poesía, teatro, entre otras.                                                               Pero hay dos cosas que no he logrado aprender de Ramoni, armarse caballero de la Orden de Calatrava, y pronunciar las "eses" de final de sílaba. Esto último lo intento pero.........sin éxito. En cambio, me ha comentado que, cuando va a su tierra, le dicen que habla murciano   jajaja. Ella ha aprendido de nosotros. 

           

jueves, 18 de mayo de 2023

                                               Los árboles         (LORCA   2023)

         Me cuenta mi amiga Enma que desde que sale a andar diariamente con unas amigas por lugares ajardinados, ha descubierto el cariño que siente por los árboles. Se ha encontrado con algunos ejemplares nuevos en esta ciudad, como "el árbol del amor", que crece en las aceras de la carretera de Águilas, con sus bellas rosas que, pasada la primavera, se van convirtiendo en unas vainas en las que se ocultan las semillas. Lo que le recuerda  al flamboyá cubano de flores rojas, que contempló en La Habana. A pocos pasos, pero en la acera de enfrente, se ha quedado sorprendida  de la rareza del "árbol de la lana" junto al restaurante "La Antorcha", que da unos frutos semejantes a los pepinos y que en primavera se convierten en bolas parecidas a la lana, que, al secarse, dan lugar a las vainas de las semillas. Preguntando por el origen de tan exótico árbol, descubrió que había venido de Australia.                Cuando pasea por las frondosas alamedas discute con las acompañantes sobre los nombres de los altos ejemplares, álamos, olmos, plataneras de sombra, eucaliptos y un cedro en un antiguo huerto.             Como Enma es muy curiosa, siempre anda preguntando lo que no sabe,  leyendo en los libros o investigando en internet. Así se ha enterado de que "los cedros del Atlas", originarios de Argelia, también conocidos como cedros plateados por su tonalidad azulada grisácea, situados en la Plaza de Santo Domingo, de 15 m. de altura, están llegando a su fin y los van a sustituir por otros de la misma especie. Hay cedros que superan los 35 m. Algo parecido le está pasando a la jacarandá del jardín del Palacio de Guevara, de 10 m. de altura, que florece en primavera y otoño. Tras una buena poda esta primavera está volviendo a echar flores. Es propio de la América subtropical.                                       Entre los datos de interés Enma me ha comunicado que nuestro planeta tiene árboles desde hace cuatro millones de siglos, por lo que deberíamos "contemplarlos con el respeto debido a los mayores" como ha dicho un escritor. Por lo tanto están aquí mucho antes que nosotros. Algunos, como los olivos y los cipreses, pueden alcanzar los 3,000 años de vida. Hasta ahora se había considerado que el árbol más antiguo del mundo, llamado el gran abuelo, era un alerce que se encuentra en Chile con mas de 4,000 años, pero recientemente se ha comprobado que lo supera el pino bristlecone del oeste de los EE.UU con casi 5,000 años. Otro dato interesane es que el mundo vegetal supone más del 90 % de los seres vivos.                                                                                                                                                               Al tratar el tema de los árboles no se puede olvidar la importancia de la madera por ser la primera materia prima de la humanidad. Los hombres primitivos vivían en los árboles, que siguen siendo verdaderas fábricas del oxígeno que necesitamos para respirar y cuyas sombras nos refrescan del tórrido sol del verano. Así lo reconocía Virgilio al inicio de la Égloga I; " Tú, Titiro, a la sombra descansando desta tendida haya..."                                                                                                                                           La madera es un material natural que ha marcado la cultura humana. Fue utilizada para todos los usos inimaginables, hasta hoy; la construcción de viviendas, muebles, adornos, calzado, instrumentos musicales, campanas, como combustible...etc. También podríamos decir que gracias a los bosques se han publicado todos nuestros libros.                                                                                                                                   Cuando Enma se pone filosófica, me recuerda que de madera se han venido fabricando las cunas y los ataudes ( el principio y el fin de nuestras vidas, que diría Quevedo).                                                            Dice Joaquín Araújo en "Los árboles te enseñarán a ver el bosque "  (2020) que  éste, el bosque, "en otoño se convierte en carne enamorada; en invierno el bosque se va a la cama; la primavera es la vida  de las vidas, las flores, y en verano el bosque trabaja a destajo".                                                                    De los muchos dichos que existen sobre los árboles y la madera he seleccionado  el que escribió Leonardo da Vinci, entre otros, "La madera alimenta el fuego que la quema".  Y me ha llamado la curiosidad  la frase "a palo seco", que se utiliza cuando la tormenta en el mar sólo deja ver el mástil. A veces utilizamos la expresión "tocar madera " para tener buena suerte, que se puede deber a la madera de roble de la que, según los griegos, estaba hecha la morada de los dioses, o la madera de la cruz de Jesucristo.                                                                                                                                         Alejandro Casona en " Los árboles mueren de pie", convierte al árbol en la metáfora de la dignidad de una abuela.                                                                                                                                           Cuando Enma se pone mística, me recuerda que el árbol crece hacia arriba, hacia el cielo, como el conocido  Ciprés de Silos de Gerardo Diego;  "Ehiesto surtidor de sombrs y sueño, que acongojas  al cielo con tu lanza. Chorro que a las strellas casi alcanza, devanado a sí mismo en loco empeño".                   Aunque no hay todavía pruebas científicas, los árboles, según los más recientes estudios botánicos, podrían estar en contacto a través de las raíces. Sus medios de comunicación son muy distintos a los de los otros seres vivos, usando un lenguaje sin palabras, sin sonidos. Nos hablan de su edad cuando cortamos el tronco y contamos los anillos, uno por año.                                                                                   Enma me ha puesto al día  al recordarme que  hay una propuesta de  ley  por parte de Podemos para reconocer jurídicamente en las Cortes españolas que  los árboles sean declarados seres vivos con alto valor social y ecológico y que se reconozcan sus derechos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

 

         

martes, 11 de abril de 2023

                                                  Escapada a Alicante       (18 y 19 de marzo de 2023)

             Hacía tiempo que yo tenía ganas de pasar un fin de semana con mis hijos y nietos en Alicante para ver la casa de mi nieta Marina y enseñarles los lugares de mi veraneo de adolescente con mis padres y hermanos. Así "mataría dos pájaros de un tiro". Pero ha sido mucho más porque ha coincidido con el día de S. José y hemos celebrado el santo de dos Pepes, el padre, mi hijo y el hijo, mi nieto, amén de que en mi cabeza revoloteaba el recuerdo del abuelo, cómo no, también Pepe, ya desaparecido. Añadimos manu militari, la celebración del cumpleaños de mi nieta Marina, que trabaja y vive en esa ciudad con su pareja, Giuliano, recio calabrés pero de enorme corazón. Para redondear todo ese galimatías familiar, la llegada de la alegre primavera nos adornó con unas suaves gotas de lluvia que se convirtieron al poco tiempo en un ligero aguacero, cosa que no nos desanimó en absoluto. En cuanto dejamos el equipaje en el bonito y céntrico hotel Eurostar Lucentum, nos reunimos con Marina y Giuliano y nos fuimos a buscar algún sitio donde alimentar tanta boca hambrienta. 

    En tantos años la ciudad levantina ha cambiado tanto que yo estaba ligeramente desorientada. Pero entonces di con el antiguo Estudiohotel de treinta pisos en el que vivió mi hijo Juan durante sus cinco largos y procelosos años de MIR. Aquel gran edificio se convirtió para mí en un auténtico faro de Aljandría ya que se divisa por muchas calles. Los jóvenes no lo necesitaban porque con los GPS de sus móviles se movían sin problemas de acá para allá. Comimos un menú exquisito en un restaurante italiano de nombre Bigoli amenizados por las someras explicaciones del chef Giulano, sabio conocedor, según él mismo nos confesaba, de la gastronomía alicantina. Después de degustar algunos y devorar otros tan suculentas viandas fuimos paseando por la explanada para recordar aquellas tardes de estío en que antaño íbamos a beber la helada horchata de chufa. Pasamos por el monumento a Canalejas, que aún recordaba, como también los centenarios ficus, hasta llegar al acogedor piso de Marina y Giuliano con vistas al puerto marítimo. Ese paisaje correspondía al magnífico cuadro neobarroco tirando a grunge que les traía a Marina y Giulano mi hijo Pepe, pintado por él, probablemente bajo los efectos de alguna extraña droga alucinógena. Mi hija pseudoprimogénita Carmen y mis nueras Rocío y Bernarda disfrutaron como niñas ante la horrenda visión de la obra. 

    Pronto se hizo la hora del tardeo. Nos sentamos en la concurrida calle Castaños, rebosante de gente noble, incluyendo en tal fauna a los turistas de rancio abolengo y sonrosadas mejillas. Frente a la puerta de una discoteca pedimos unas copas mientras contemplábamos absortos un auténtico desfile de chicas maduritas festejando despedidas de soltera. En sus cabezas lucían algunas de ellas virilmente la causa última de que la pobre Eva fuera condenada a parir con dolor y no estoy hablando precisamente de manzana alguna. Observé que la mayoría de las paseantes vestían de luto riguroso, incluso el portero de la discoteca, negro rematado de piel, vestía de oscuro, imagino que por la moda. Hay que tener en cuenta que era sábado. No recuerdo de qué hablábamos, pero sí que no parábamos de reír a mandíbula batiente. Con esta familia mía y otros animales, como decía Durrell, los viajes son muy divertidos. 

    Cuando se hizo la hora de cenar nos dirijimos a un restaurante situado frente a nuestro hotel. Lo habíamos elegido para que, una vez terminada la cena, mi yo recatado se fuese a acostar y el resto de la fauna, de copas y discotecas. Ignoro lo que siguió pero por los videos y whatsapps que mandó mi hijo Juan, aunque él, como siempre, se recogió de los primeros, creo que lo pasaron muy bien.      

      Por la mañana temprano había quedado con mi hijo Pepe, el de la mejora, para hacer el recorrido turístico mientras los demás dormían a pierna suelta porque está visto que tanto la mayor como el menor, a su provecta edad, no aguantan más de un asalto. Nos dirigimos primero a la Plaza del Ayuntamiento para hacer fotografías y recorrer los soportales bajo los que se acumulaban puestos de antigüedades, monedas y libros de un mercadillo dominical. Nos sentamos en la placeta a tomar un caro café que mi hijo Pepe tuvo a bien desembolsar, por algo es uno de mis tres hijos predilectos. En un momento dado vi al fondo la escalinata que subía a la iglesia de Santa María frente a la que estaba la casa en la que yo pasé algunos años de mi concupinscente adolescencia. Se debió activar entonces alguna oculta neurona de mi oxidado disco duro porque de pronto lo recordé todo. Allí seguía la antigua fachada barroca con sus columnas salomónicas. ¡Qué emoción sentí al volver a revivir aquellos felices instantes! Allí estaba yo, como una colegiala de vacaciones, viendo pasar el tiempo. ¡O tempora, o mores! Este último latinajo sé que los de la ESO que lean estas palabras no sabrán ni apreciarlo ni entenderlo. Podéis preguntar a vuestro tio Juan, ya lo buscará él en Google... Hicimos varias instantáneas y nos fuimos a la Calle Mayor en busca de la Concatedral. Pasamos por el museo de los "ninots" y me hice una fotografía entre dos de ellos para darle un poco de caché al pobre museo. Nunca me he visto tan bajita ni ellos tan bien acompañados. Ahora comprendo porqué mi amiga Carmen Griñán nunca militó en la NBA. Después del recorrido incluso tuvimos tiempo de ir a desayunar por segunda vez con la familia más retrasada y no lo digo por su capacidad mental que, aunque oculta, la tienen, sino por su querencia a dañar las almohadas de los hoteles hasta hacer el check-out. 

    Una vez recogidos los equipajes, tomamos rumbo a la Albufereta con la intención de localizar un piso que compraron mis padres años después de haber veraneado en la ciudad y que finalmente vendieron al hacerse muy mayores. Creo que lo identifiqué al pasar en el coche porque estaba próximo a la playa, entre un bosque de edificios que se construyó años más tarde. Nos detuvimos a tomar unas cervezas en la playa que forma un hermosísimo arco de herradura, de finísima arena y mar azul. Mi hijo Juan se pidió una Mirinda de naranja, creo que para recordar la infancia perdida. Cierto es que es el más sensiblero de los tres, pero aun así, yo lo quiero igual que a los otros dos. Se nos fue haciendo la hora en la que teníamos reservada una mesa en la playa de San Juan, en el afamado Casa Julio, en recuerdo de aquellos domingos en que mi marido y yo íbamos a comer arroz con mi hijo del mismo nombre que la playa. Tras unos entrantes y ensaladas llegaron los deliciosos arroces, uno negro y otro del senyoret, este último porque a mi nieto Pepe, tan ducho en otros menesteres prohibidos, le cuesta pelar las gambas. Para finalizar nos surtieron unos abundantes platos de dulces y helados variados. Todo estaba buenísimo y tan agradable fue la compañía que mi hijo Pepe se fue disimuladamente a fumar, mi hija Carmen no quiso dejarlo solo y mi hijo Juan dijo que se meaba encima y que nos esperaba fuera, así que finalmente, para que mis nietos no tuvieran que quedarse a fregar los platos, opté por pagar yo. Al frisar la tarde llegó el momeno de la despedida y nos comprometimos a repetirlo lo antes posible. Espero que la próxima vez mis hijos mayores hayan dejado de fumar y mi hijo pequeño no sea tan incontinente para que se estiren aunque sea un poquito....