jueves, 25 de mayo de 2017

Importancia de los nombres de pila

                                     Importancia de los nombres

      Me gustaría hacer algunas reflexiones de lo que significa para cada uno de los humanos el nombre que nos ponen al nacer.
      Desde que tengo uso de razón hasta hoy he sufrido un trauma continuo cada vez que me he visto obligada a decir mi nombre. Lo siento por mi abuela, que sería una santa, pero no puedo soportar mi nombre. Me ha condicionado la vida en especial de joven, cuando pasaban lista en la Universidad, o en la presentación a oposiciones, que hasta me confundieron con un hombre porque me citaban en masculino. Seguramente pensarían que nadie podía tener tan mal gusto para colocarle ese nombre a una chica. Había quien se reía. En el instituto no tuve problema porque nos llamaban por el apellido. Por eso ahora que puedo elegir me he puesto en el blog Pentasilea.
      Y para más "inri" leo unas palabras de Alejandro Jodorowsky que me dejan helada : "Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el mismo nombre. Eso nos condena a ser el otro, nunca nosotros mismos". Yo tuve una hermana que murió antes que yo naciera y llevaba mi nombre. Lo mío no es un antropónimo sino un necrónimo.
       Menos mal que mi madre lo arregló añadiéndome un hipocorístico, que no un diminutivo. Hipocorístico viene del verbo griego  "hypokorizesthai" que significa " llamar cariñosamente, con caricias". Son palabras familiares o eufemísticas (como es mi caso) para suplantar al nombre.
      La importancia del nombre nos viene desde el Génesis : Adán, Eva, Caín, Abel...etc.
      Para los egipcios una parte importante de  asegurar la continuación de la existencia después de la muerte fue la perpetuación del nombre. Para proteger al faraón se encerraba su nombre en el cartucho.
      El nombre además de su valor designativo tiene otro simbólico, tanto o más importante. Recuerdo que el primer día de clase de griego en el instituto el profesor (catedrático de filosofía) nos explicó el significado de cada uno de nuestros nombres. El mío era "el que se hace respetar", algo bueno debía tener. El nombre antes tenía un significado  pero ahora en la mayoría de los casos se ha quedado en el significante, siguiendo la nomenclatura de Saussure.
      En las clases medias y bajas de los últimos años ha influido mucho la televisión y han aparecido Davinia, Vanessa, Abigail...La antroponimia se ha enriquecido más en las mujeres que en los hombres. Pero hay de todo. Desde que aparecieron los emigrantes hispanoamericanos oímos llamar a uno Byron, a otra Disney. El caso más original fue el de la hija de Guyneth Paltrow que se llama Apple (manzana).
    Recuerdo dos nombres de verdadera risa . Uno es el que me cuenta una amiga cuyo hijo médico en Canarias había tratado en su consulta a un chico de nombre " Usnavy" (la armada de los Estados Unidos), palabra que con frecuencia su madre veía escrita en los barcos americanos.  Y el otro casi me suena a invención de Camilo José Cela en "La colmena" es el de aquel personaje que se llamaba "Cojoncio", que le había puesto su padre después de una borrachera. Cada vez que lo leía en clase lloraba de risa.
     Pensándolo bien  el nombre es nuestra primera seña de identidad, porque los apellidos son hereditarios, y toca el que toca, el nombre no.
     Desde el punto de vista psicológico es muy importante que te llamen por tu nombre cuando se dirigen a ti. Pues provoca un efecto muy gratificante. Nos sentimos valorados. Que distinto es que te saluden con un simple "adiós" a que te digan "adiós, Chani". La chica de la farmacia  a la que voy a comprarle las medicinas  me dice : " Hola, Chani,", "¿Cómo estás, Chani?" y me despide con un "Adiós, Chani". Yo hago lo mismo : !Hola, Ana",  "Bien, ¿y tu, Ana?" y me despido con un "Adiós, Ana".
       Termino recogiendo una frase que he leído en algún sitio :" ¿No tiene más valor la persona que lleva el nombre  que el nombre mismo ? "

sábado, 13 de mayo de 2017

El amuleto

                                                  El amuleto

           Me comenta mi amiga la bloguera  que tengo que seguir escribiendo para no perder el hábito , supongo. Yo no tengo mucha imaginación para inventar historias o cuentos. Solo puedo contar algo que me haya ocurrido a mi y pueda parecer divertido.
           En un viaje que hice a Estambul hace ya mucho tiempo compré en el bazar del hotel una sortija con una inscripción en letras árabes. Durante años permanecí con la curiosidad por saber que se decía allí. Pero cuando empezaron a llegar emigrantes africanos le sugerí a mi marido que se la llevara al bar adonde acudían marroquíes  para que me la tradujeran. Por fin logré saber que se trataba de un amuleto para espantar la mala suerte y que llevaba escrita la palabra " Hamdulélláh" que significaba " Gracias Alá". Entonces empecé a pensar cuántas gracias tenía que dar a la Providencia, se llamara Yavé, Jesucristo  o Alá, por todas las bondades que había recibido , mi maravillosa familia, mis estudios universitarios, el lugar de nacimiento, la salud que siempre he tenido, el trabajo gratificante de enseñante...y muchas cosas más.
         La sortija es una baratija en metal plateado con una cajita en forma de pera donde va metida la piedra de opalina marrón claro que lleva la grabación.
         Esto me ha hecho pensar en que los anillos han formado parte de los seres humanos desde los tiempos más remotos. Su origen es desconocido , pero es probable que los hombres primitivos los asociaran con  el disco solar. Se han descubierto anillos en la mayoría de las tumbas antiguas. Los egipcios concentraban sus energías en la producción de anillos que debían llevarse en el dedo anular. Se creía que este dedo estaba directamente relacionado con las emociones. Así el anillo de boda traía buenas vibraciones a la pareja.
       En la mitología griega se atribuía a Zeus la creación del primer anillo.
       Los orientales tienen sus cuentos  llenos de prodigios  obrados por medio de anillos. Quizá la leyenda más conocida sea la del anillo de Salomón, que tenía grabado el nombre de Dios y le daba poderes para dominar el mundo. A su muerte se guardó en algún lugar de su tumba, no se sabe donde, pero quien lo encuentre se hará dueño del mundo. ¡Señor, Señor, que no se lo encuentre ningún loco ¡
         Con el tiempo los anillos han ido evolucionando, anillos reales, papales, episcopales, con cajitas de veneno (recordemos los Borgia), anillos de sello...etc.
        Dejamos el anillo de los Nibelungos y "El Señor de los Anillos " para otro día.

domingo, 7 de mayo de 2017

Viaje a FLORENCIA del 28-4 al 2-5-2017

28-4-2017.- Salimos de Lorca Mari Carmen, Mati, Rocío, Juan y yo en el coche de Juan y Rocío camino de Valencia para coger el avión que nos trasladará a Pisa. Media hora después nos siguen Bernarda, Carmen y Pepe. Tras un ligero aperitivo, a pasar por el escáner. Mala suerte para Rocío porque la registran. A Mati le hacen un pequeño control. Todos reunidos nos metemos en la larguísima cola (la primera de las muchas que luego sufriremos) de la puerta de embarque, convencidos de que con nuestras pequeñas maletas no tendríamos que esperar en la cinta. Pero se nos acerca una azafata con unas tiras amarillas para colocar nuestros equipajes camino de la bodega. Somos tantos los que hemos pensado lo mismo que no hay sitio en cabina para todos. Además el avión sale con casi una hora de retraso.
       El vuelo en principio bien pero con algunas turbulencias, vamos que parecía una caja de lata. En el aeropuerto Galileo nos esperaba Andrea, el conductor del transfer contratado, que nos llevó al hotel Astoria. Una casa antigua convertida en hotel de 4 estrellas. Decoración al gusto del estilo antiguo florentino, con tapices, cuadros, esculturas y vidrieras de colores. Los muebles de las habitaciones más que antiguos, un poco rancios.
      Como nos encontrábamos muy cerca del centro salimos hasta S. Lorenzo en cuya plaza destacaba la estatua de Lorenzo el Magnífico y dimos una vuelta por la Plaza del Duomo deteniéndonos en dos esculturas, la de Arnolfo, el arquitecto de la catedral y la de Bruneleschi, artífice de la gran cúpula, a la que estaba mirando. Previamente nos tomamos las primeras pizzas florentinas en un restaurante próximo al hotel, el “Lorenzo el Magnífico”.
    
29-4-17.- El desayuno en un salón bellísimo, rico en pintura y escultura, con un enorme cuadro de Venus y Adonis; todas las paredes en verde claro con decoración de escayola blanca, como el salón de baile del casino de Lorca. La “colazione” lo propio de un desayuno internacional. La primera visita, plano en mano, al palacio Pitti pasando el río Arno por el puente de la Trinidad. La fachada almohadillada, característica del renacimiento, imita los acueductos romanos. Lo construyó el banquero Pitti, enemigo de los Medici, también banqueros, para superarlos. Los Medici vendían tejidos y orfebrería por las cortes europeas. Arruinados los Pitti le compraron el palacio los Medici. Le encargaron a Vasari -pintor, arquitecto, escritor y protegido de la familia- un corredor cubierto por el que poder ir del palacio donde tenían su residencia al Palacio de la Signoría donde tenía las oficinas desde donde gobernaban la ciudad (una especie de alcalde-gobernador). Cosme El Viejo, hijo del fundador de la familia, era un mecenas que acogió a muchos artistas como Frangelico y Donatello, entre otros. Era un coleccionista de manuscritos antiguos, amante del arte y admirador de la filosofía platónica (fundador de la Academia Platónica). A su muerte recibió el título de “Pater Patriae”. Así, Florencia se convertía en la capital del humanismo. Una ciudad-estado, centro bancario que prestaba dinero a papas, reyes, príncipes alemanes y todo tipo de acreedores, laicos o religiosos. Pero no se trataba de una república democrática. Servían a los más acomodados, a la banca, al comercio, a la industria y a veces a los artesanos. El más famoso de todos los Medici fue Lorenzo El Magnífico, en cuyo tiempo sus mayores enemigos, los Pazzi, llegaron a organizar una revuelta con intención de matarlo. Él se libró pero murió su hermano Giuliano. En otra ocasión tuvieron que salir desterrados de la ciudad y se refugiaron en Venecia. Lorenzo, nieto de Cosme, era inteligente, poeta, filósofo, mecenas y diplomático, además de banquero y comerciante. En su escuela del Jardín de S. Marcos se formó Miguel Ángel. De tan enorme palacio solo visitamos el Museo de Arte Moderno  y las dependencias familiares de los Medici que incluía: salón del trono, capilla-oratorio, dormitorio de la reina y gran cantidad de cuadros, algunos de los cuales eran copias de los originales de los Uffizi. Entre las esculturas, una pequeña a la entrada de Aquiles mirando a los ojos a Pentesilea, la reina de las Amazonas. Me fotografié con ella, de la que he tomado el nombre. A la salida había un libro para que pusiéramos lo que quisiéramos. Pepe escribió que habíamos hecho el viaje gracias a Pentasilea, y añadí que esa era yo. Los demás añadieron otras cosas. Salimos ya con principio de síndrome de Sthendal. Atravesando el Ponte Vechio nos dirigimos a S. Lorenzo a ver las tumbas mediceas con las esculturas de Miguel Ángel. La de Giuliano, duque de Nemours, es un acorazado guerrero de perfil divino (como el mismo escultor lo definió) sentado, pero con energía contenida, presto a intervenir en acción. Parece un emperador romano y en su regazo porta monedas como signo de generosidad. Va acompañado de las alegorías de “el día” (la vida) que es una mujer con fuerte musculatura que va acompañada de símbolos: una máscara, una cornucopia y un búho o lechuza; y la noche (la muerte) un viejo. La de su hermano Lorenzo, duque de Urbino, relajado e introspectivo es un “Pensieroso” y exalta la vida contemplativa. Sujeta un cofre para representar su avaricia. Se acompaña de las esculturas de “la aurora” (una bella mujer que se despereza y parece decirle a Miguel Ángel: “no me despiertes, habla quedo”) y “el crepúsculo” (un hombre). Es notable el inacabado o “non finito” de los rostros masculinos (el crepúsculo y la noche). Las figuras alegóricas parecen resbalar sobre frontones curvos partidos y semicirculares anticipándose al barroco. Pertenece a su época de madurez.
           Es la hora de la comida. Pizzas o pasta y rápido porque nos vamos al museo de la Academia. Pero antes, una miradita al mercadillo de la Paja que está junto a S. Lorenzo.
A las cuatro estamos en la cola de la entrada al museo. Vamos derechos al David de Miguel Ángel -entrando por la sala de los cuatro prisioneros destinados a la tumba del papa Julio II- y la Piedad de Palestrina, todas ellas esculturas sin terminar. Estando el escultor en Roma sus amigos de Florencia lo llamaron para que volviera y aprovechara un bloque de mármol que había estropeado otro artista. Aunque el alcalde prefería a Leonardo da Vinci acabaron por dárselo a Miguel Ángel. Primero hizo un modelo en cera. A continuación se encerró en la catedral ocultándose a las miradas  ajenas. Cuenta Vasari que el David supera en belleza a todas las esculturas clásicas antiguas: “los contornos de las piernas son bellísimos, la unión y esbeltez de las caderas divina”, por el que cobró 800 escudos. La figura está esculpida “ex uno lapide” (de una sola pieza) para verla desde cualquier punto, no solo de frente como se hacía en la antigüedad. Mide 4,10 m. David aparece en tensión con el ceño fruncido, preparándose para el combate con Goliat y girando el cuerpo con un ligero “contrapossto” en el que la pierna izquierda se adelanta a la derecha. Se le ha criticado que las proporciones del cuerpo no corresponden con la figura humana: cabeza, manos y torso son más grandes de lo recomendado por los clásicos. Aparentemente no está circuncidado a pesar de ser judío, lo que sería contrario a la ley judía. El escultor sobrepone la belleza al tema religioso. Los florentinos intuyen que la mirada de David va dirigida hacia Roma, al papa. Por eso, cuando lo trasladaron de la catedral, adonde iba destinado, hasta  la Plaza de la Signoría lo apedrearon, llegando a romperle un brazo. No se veía bien un desnudo en lugar sagrado. Para el escultor la desnudez simboliza al hombre en armonía con la naturaleza. El trabajo duró de 1501  a  1504 y Miguel Ángel tenía 29 años cuando lo terminó. Desde entonces la República de Florencia lo consideró el símbolo de la victoria del hombre frente al tirano.
   De allí a la Plaza del Duomo a tomarnos un helado. En un momento nos acercamos Bernarda y yo a saborear de cerca las” puertas del paraíso” del Batisterio de S. Giovani realizadas por Ghiberti en la creencia de que eran las originales. Después comprobamos que estaban en el Museo de la opera del Duomo donde nos  confirmaron que abrían el 1 de mayo aunque fuese día de fiesta.
    De vuelta al hotel y tras un rato de descanso subimos a la terraza del sexto piso para fotografiar la ciudad desde las alturas, cúpulas, torres, tejados… Al salir a cenar vemos un cartel en el que se anunciaba la representación de “La Traviata” en uno de los salones, pero ya había hambre. Encontramos un sitio donde ofrecían el aperitivo típico italiano en el que podías tomar todas las tapas expuestas durante unas horas más la bebida por 7 euros por persona.
Domingo 30-4-17. Después del desayuno salimos en busca de la casa de Dante y la iglesia de Santa Margarita donde conoció a Beatriz de la que quedó platónicamente enamorado, haciéndola aparecer como su acompañante en el paraíso de la “Divina Comedia”, pero  estaba cerrado. Seguimos hasta los Uffizi porque teníamos entradas reservadas para las once. Tras la espera en la cola nos dicen que la hora está confundida, la reserva es para las dos. Cambio de planes, nos vamos a ver la iglesia de la Santa Croce en cuya placeta hay una gran estatua de Dante. Otro inconveniente, no abren hasta las dos así que nos vamos a visitar la sinagoga judía, un edificio del siglo XIX con tres cúpulas verdes y un interior decorado al estilo oriental. Tiene un pequeño museo. Pepe y Juan se ven obligados a cubrirse la cabeza con una kipá negra recauchutada y las mujeres, para ir a tono, se ponen los fulares de manto.
Volvemos por la orilla del río a comer rápido porque nos temíamos larguísimas colas para sacar las entradas reservadas y luego para entrar a  ver el museo de los Uffizi. Un buen parón a pleno sol en el que mi hijo Juan ejerce de coyuntural sombrilla. Los Uffizi reciben el nombre de las antiguas oficinas de los Medici cuyo diseño se debe al arquitecto Vasari. En los exteriores se exponen esculturas de artistas del renacimiento florentino en hornacinas y un arco al fondo que da al río sobre el que se representa uno de los sepulcros de las tumbas mediceas. Empezamos la visita a todo tren por la segunda planta que conduce a uno de los tres corredores de esculturas antiguas, muchas de ellas son réplicas de obras clásicas griegas o romanas, como el Laoconte y la  Serie Aulica (los gobernantes Medici desde el trecento al quincuecento) a los que dan las primeras salas. La segunda está dedicada a Giotto y otros pintores del trecento que conserva el gusto por los dorados y las vírgenes en ”maestá”. Nos detenemos a contemplar la “Batalla de S. Romano” de Paolo Ucello, ganada por los florentinos gracias a la valiente intervención de un mercenario. Llevan los famosos yelmos a cuadros “mazzochi” característicos del siglo XV. Una de las pinturas más originales es el Díptico de Federico de Montefeltro, gran mecenas, y su esposa Battista Sforza, pintado por Piero de la Francesca (su madre), ambos de perfil como si de unas monedas se tratara pues están pintados por detrás. El Duque de Urbino coronado por la Victoria y la duquesa llevada por unicornios. El perfil de Federico era obligado porque había perdido un ojo en un torneo pero eso iba en detrimento de una fea nariz que se había roto en otro torneo. Los comitentes eran los que encargaban el cuadro y lo hacía un poco como mecenas, otro poco por religiosidad, algo como negocio y en especial por conseguir fama. Unas veces aparecían en la pintura y otras no, casi siempre de perfil. Ella luce una despejadísima frente a la moda de la época, un tocado de cintas muy rebuscado y relucientes joyas al estilo flamenco. Siguiendo con los pintores del quattrocento llegamos a Frangélico llamado “Angélico” por su temática religiosa y su gran devoción (el que no se lo crea que pruebe el conocido licor). Decía Vasari que nunca pintó un crucifijo sin derramar unas lágrimas. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1982. Empezó como iluminador de misales y terminó como retablista. Conserva la elegancia decorativa del gótico en los dorados (mezcla el pan de oro con el rosa y el azul, como se puede ver en la “Anunciación” del Museo del Prado) y en los paisajes naturalistas, pero inicia el renacimiento con el estudio de la perspectiva. En “La coronación de la Virgen” de los Uffizi, Cristo y la Virgen flotan sobre una nube. A su lado un coro de ángeles músicos y bailarines. Los santos rodean la escena. De esta época también es la “Virgen con el niño” de Filippo Lippi, figura de gran delicadeza y dulzura, la cual está situada frente a una ventana, con la mirada baja, las manos en oración, un poco ajena al niño que le tiende los brazos. De los dos ángeles que acompañan la escena uno mira al público. Destaca el color azul intenso frente a la pálida blancura del cuello y la trasparencia del velo. Las vírgenes son el prototipo de la belleza florentina: boca carnosa, sin enseñar los dientes y el mentón saliente. Es evidente que en el renacimiento las vírgenes se humanizan con rostros sensuales, para ello los artistas utilizan a sus amantes, esposas o favoritas de los mecenas. Aquí la modelo fue Lucrecia Buti, monja de 21 años a quien sedujo o raptó dejándola embarazada del que sería el pintor Filippino Lippi. Intervino Cosme de Medici ante el papa para que se pudieran secularizar y casarse. Tiene influencia de Boticelli en cuanto a la introducción del paisaje, árboles y montañas.
     De todos los pintores de la Galería ninguno despierta tanta admiración como Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi (1445-1510) conocido como Boticelli, apodo con el que se conocía a su hermano por su profesión de orfebre y fabricante de barricas de vino. Destacamos en primer lugar el cuadro de “La Primavera”, definida por Vasari como “Venus, adornada por las Gracias, anuncia la llegada de la primavera”. Representa una fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano, aunque la crítica no se pone de acuerdo sobre su exacta alegoría. Desde el siglo XIX se discute lo que se esconde en la obra. La figura de Mercurio representa a Giuliano de Medici y la Gracia que lo mira es Simonetta Cattaneo, de casada Vespuci, con el que mantenía una relación amorosa. La composición es simétrica. En el centro Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Las figuras, de elevada estatura, idealizadas, con ropas de colores claros y trasparentes se sitúan en un paisaje de naranjos (árboles relacionados con los Medici, cuyos frutos aparecen en su escudo). Quizá mejor mandarinas, cuyo nombre científico es “medica malae” en latín y que harían referencia al apellido familiar. Hay que tener en cuenta que este cuadro lo encargó Lorenzo el Magnífico para regalo de boda de su primo Lorenzo. De ahí los laureles que aparecen en el lado derecho (Lorenzo = Laurentis). Junto a Venus Flora que lleva en la cabeza violetas y una ramita de fresas. En el cuello una corona de mirto, en el manto, rosas, pero ella va esparciendo jazmines, nomeolvides, siemprevivas, clavellinas, etc. La fuente literaria más probable es la Metamorfosis de Ovidio que describe la fiesta de Flora, antes  Cloris, perseguida por Céfiro, dios del viento, que la tomó por esposa a la fuerza. Arrepentido, le regala un hermoso jardín donde reine eternamente la primavera. Ambos están representados a la derecha de la pintura. Ha habido varias interpretaciones de esta obra. La primera de índole filosófica-neoplatónica: el amor eleva al hombre del plano material (el amor sensual de Céfiro y Cloris) al plano espiritual (el amor platónico de Venus y Cupido). Guiados por Mercurio emprenderán el vuelo hacia las esferas celestes. El caduceo de Mercurio (una vara con serpientes entrecruzadas) es el símbolo de los médicos (Medici) y con él espanta las nubes para disfrutar de una eterna primavera. Las tres Gracias son Castitas, Voluptas y Pulchritudo. Otra interpretación es la política. Estaríamos ante el mapa de Italia: Flora equivaldría a Florencia, Venus a Venecia, Cupido sería Roma (al revés amor) y las tres Gracias representarían a Pisa, Nápoles y Génova. Hay quien lo ha interpretado como un calendario rural y hasta con un concierto de música. De menor tamaño es el cuadro de “El Nacimiento de Venus”. La diosa del amor había nacido de los genitales del dios Urano cortados por su hijo Cronos y arrojados al mar. Se representa el momento en que llega a la isla de Citera empujada por el viento tal y como narra Homero. De ahí que el título no sea correcto pues no es el nacimiento de la diosa sino su llegada a la isla. La postura de las manos tapándose la desnudez repite la de las estatuas romanas de las venus púdicas. A un lado Céfiro (el viento) y Aura (la brisa) en un abrazo. Al otro Flora (la primavera), una de las Horas (diosas de las estaciones) trata de cubrirla con un manto de motivos florales. El rostro de Venus parece el de Simonetta Vespuci, bellísima florentina, muerta en plena juventud. Es una belleza más espiritual que física aunque responde al ideal renacentista de tez blanca y cabello rubio. Se halla en la pose llamada “contrapuesto” que resulta más elegante También en este cuadro se han visto varias interpretaciones: la neoplatónica-cristiana, porque ella nace del agua como el cristiano del agua del bautismo; la filosófica que ve los cuatro elementos, agua, aire, tierra y fuego (el color del pelo de Venus es de un rubio rojizo). Nos llama la atención el color amarillento de esta pintura. Se cuenta que Boticelli mezcló huevos a las pinturas para conseguir esas tonalidades.   
    La fama de estas dos obras ha oscurecido un cuadro pequeño pero muy interesante, “La calumnia de Apeles”, escena mitológica narrada por el poeta Luciano en la que un pintor griego, envidioso del pintor Apeles, lo acusa de tramar una revuelta contra el rey egipcio Ptolomeo VI. Sin embargo Apeles logra salir de la cárcel al presentarse el verdadero líder de la revuelta. En compensación el rey le da como esclavo al acusador. ¿Se defendía así Boticelli de la calumnia de homosexualidad? En realidad nunca se casó, le tenía horror al matrimonio. O quizá quería señalar las calumnias de Savonarola. Este dominico predicaba desde el púlpito de Santa María dei Fiori contra el lujo, el lucro, la corrupción, la búsqueda de la gloria y la sodomía,  que sospechaba se extendían por toda la sociedad florentina. Fueron tristemente célebres sus “hogueras de las vanidades” a las que los florentinos debían arrojar objetos de lujo y especialmente libros licenciosos. Por sus críticas al papa Alejandro VI fue excomulgado, quemado en la hoguera en la Plaza de la Signoría, y sus cenizas arrojadas al Arno junto al Ponte Vechio. En el cuadro la víctima, un joven, es arrastrado por los pelos por una bella doncella (la Calumnia) que lleva una antorcha en la mano, dándonos a entender que la Calumnia se propaga como el fuego. Le acompañan la Envidia y el Fraude, dos bellas jóvenes que no aparentan su maldad. A lo lejos una mujer desnuda, la Verdad, levanta el dedo hacia el cielo pidiendo justicia. Su fisonomía recuerda a la diosa de  “El Nacimiento de Venus”. Un personaje que hace de acompañante y que oculta el rostro bajo una capucha es la penitencia. La víctima es llevada ante el rey en cuyas orejas de burro susurran la Sospecha y la Ignorancia. Las orejas son de burro porque escucha las calumnias sin distinguir la verdad de las mentiras. Al fondo un palacio de arquitectura clásica. Destaca el colorido y el tratamiento de la luz.
   Una figura famosa en el renacimiento florentino es Giorgio Vasari, considerado uno de los primeros historiadores del arte. Se le atribuye haber acuñado el término Renacimiento. Destacado arquitecto, en cambio sus pinturas no han resistido el paso del tiempo. De las que se conservan en este museo destaca “La fragua de Vulcano” en la que Minerva, protectora de las artes, semidesnuda, enseña un dibujo a Vulcano,  el cual está esculpiendo un escudo. Tanto Minerva como los amorcillos, los putti, llevan casco. Las tres Gracias están siendo pintadas por  pintores desnudos y de espaldas. Hoy se le recuerda más como autor de las “Vidas” de los artistas italianos de su tiempo.
   A continuación la sala de Leonardo da Vinci considerado el paradigma del sabio renacentista, versado en todos los ámbitos del conocimiento humano. Empezó a trabajar en el taller de Andrea Verrochio, escultor, pintor, orfebre y músico, con el que se le acusó de homosexualidad. Pronto el maestro vio que el alumno le superaba. Lo vemos en el “Bautismo de Jesús” de Verrochio, donde se sospecha que los ángeles los pintó Leonardo. Lo mismo podemos decir de la “Anunciación” en la que las alas del ángel son de pájaro de verdad. Como buen científico era amante de los animales. Iba por los mercados abriendo las jaulas de los pájaros para dejarlos en libertad. Luego se veía obligado a pagárselos a sus dueños. Si aparecen como suyas “La Anunciación” y “La adoración de los Reyes Magos”, donde los espectadores que presencian la escena muestran un gran dramatismo en los rostros. Pero en el paisaje es donde el joven Leonardo nos sorprende con una suave luz que difumina los detalles, el “sfumato”.
      Y llegamos a la sala de Miguel Ángel presidida por el “Tondo Doni”, el único cuadro que se conserva del genio renacentista y del que diseñó también el marco. Se llama tondo por su forma redonda que en el renacimiento se asociaba con el matrimonio. Fue un encargo de Agnolo Doni, un rico tejedor, para conmemorar su matrimonio con una Strozzi, familia de famosos banqueros. La Virgen se vuelve para coger al Niño que está junto a S. José en una escena de posición en espiral. Detrás S. Juan y un grupo de “ignudi” (desnudos) que representan ángeles pero sin alas. Los desnudos están de frente y recuerdan al Laoconte, grupo escultórico helenístico que se acababa de descubrir. Magníficos los colores y los pliegues del vestido de la Virgen. Ya en vida fue reconocido como un genio en pintura, escultura, arquitectura y poesía. Se formó en la Academia creada por Lorenzo el Magnífico donde todos los aprendices recibían un salario. Y marchó a Roma para estudiar a los clásicos. Ocupando el centro de la sala la “Arianna medicea” o “Arianna dormida”, escultura  de mármol romana de gran tamaño y belleza perteneciente al siglo II a. C. La joven levanta un brazo en el que apoya la cabeza. Viste una larga túnica y calza sandalias.                                     
  De Rafael Sanzio, llamado “el divino”, la obra más importante que conserva este museo es “La Virgen del jilguero” o del “cardelino” como se dice jilguero en italiano. La palabra viene de cardus, verdura que tiene espinas. Así el jilguero es el símbolo de la pasión y muerte de Cristo. Pero es que además el jilguero se alimenta de cardos. Se percibe la influencia de Leonardo en la posición piramidal de las figuras y en el ”sfumato”. Otra pintura a destacar es “El joven de la manzana” que no mira al espectador como manda la tradición, sino de reojo. La manzana era símbolo de amor y conocimiento. Muy conocido el retrato del papa mecenas Julio II de la familia della Rovere (roble), sentado en un sillón, cuyo respaldo termina en dos grandes bellotas, su emblema.
  Pasamos sin mucho detenimiento las salas de Rubens, Rembrandt, Velázquez, el Greco y Goya porque de estos pintores tenemos lo mejor en el Museo del Prado. Sí nos paramos en la “Venus de Urbino “de Tiziano, también llamada “ Venus del perrito”, regalo del duque de Urbino a su joven esposa. Evidente erotismo en esa Venus, que más que una diosa,  es una mujer sensual que mira al espectador. El color blanco de la carne contrasta con el fondo oscuro. Resulta un cuadro intrigante por sus muchos significados ocultos, toda una alegoría del matrimonio: el perro simboliza la fidelidad conyugal y la empleada que observa a la niña hurgando en los cajones la maternidad. En la mano derecha la diosa sostiene unas rosas de las que se ha caído una. La postura está tomada de la “Venus dormida” de su amigo Giorgione, que a su vez sirvió de inspiración a Goya para su “Maja desnuda” y a Manet para su “Olimpia”.  Otro cuadro bastante conocido es el de “Flora”, alegoría de una novia que deja ver su anillo de compromiso entre las flores que lleva en la mano derecha. Con la izquierda abre dos dedos en forma de tijera para decirnos que pronto dejará de ser virgen.
 Para el final he dejado a mi preferido, Miguel Ángel Merisi más conocido como Caravaggio. Empezamos por el “Escudo con la cabeza de Medusa” posiblemente su autorretrato de joven. Conmovedora la expresión de la Gorgona al ver sus cabellos convertidos en serpientes por obra de Afrodita envidiosa de su bella cabellera. Tanto esta como la pintura de Baco son de su primera época. Es un dios joven, reclinado a la manera clásica, con uvas y hojas de parra en el pelo, y manoseando el cordel de la floja toga que lo cubre. Enfrente un bol de frutas y una jarra de cristal con vino tinto como invitando al espectador a que se una a él. Una de las características de Caravaggio es el realismo. Lo vemos en la trasparencia de la copa y en que el vino se ha había servido recientemente por la espumilla de la jarra. Las manos y la cara colorada frente a la blancura del cuerpo muestran una ligera ebriedad, sin olvidar el aspecto andrógino del sujeto. Hay quien ha visto una interpretación religiosa. Baco, dios muerto y resucitado preanuncia a Cristo y al cáliz de la salvación. De la época de madurez  es “El sacrificio de Isaac” en el que destaca  el gran dramatismo del rostro del hijo que espera la muerte a manos de su padre sometido a una prueba divina y que el ángel llega a tiempo de evitar.
      No quiero abandonar los Uffici sin hacer mención a una escultura en mármol, copia de otra copia romana del original griego en bronce del siglo II b.C., el ”Hermafrodito durmiente” del que hay copias en los mejores museos del mundo desde el Louvre hasta el de Nueva York.
     Para descansar subimos a la terraza desde la que se apreciaba una magnífica vista de la torre del Palacio Vechio. Desde allí podemos ver que termina en un dorado león rampante del que dicen los florentinos que se mea cuando llueve y una flor de lis dorada, símbolo de la ciudad entre otros como las llaves doradas  porque la ciudad era partidaria del papa, el lirio rojo sobre fondo rojo y la palabra LIBERTAS aludiendo al deseo de los vecinos de no pertenecer a nadie (ni al papa ni al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en la lucha entre güelfos y gibelinos). Se ven cerquita las bonitas bíforas, ventanas geminadas o ajimez, con su parteluz, que son típicas del gótico florentino. Las vemos en los palacios, en el Campanille del Duomo y en alguna iglesia.                                             
      Al lado de la salida del museo nos sentamos a tomar un refresco  y de allí a la Plaza de la Signoría donde la Sinfónica de Florencia estaba dando un concierto. Repasamos las esculturas de la Logia dei Lanzi. Primero la de Perseo con la cabeza de Medusa que acaba de cortarle y que chorrea sangre. Esta era la única de las tres Gorgonas que era mortal. Las otras dos eran Esteno y Euriale. La violó Poseidón en el templo de Atenea y la diosa ofendida por la profanación de su templo la castigó a ser como sus hermanas, monstruos cuyos ojos emitían una luz que convertía en piedra a quien las mirara. Atenea mandó a Perseo para que la matara y puso la cabeza de Medusa en su armadura para petrificar a sus enemigos. Es obra de Benvenuto Cellini y está realizada en bronce. El resto lo componen “El rapto de las sabinas” de Giambologna en mármol, “Hércules y el centauro Neso” del mismo autor, “Menelao y Patroclo” (copia restaurada de un original griego del siglo IV a. C.) y “El rapto de Polixena” del siglo XVIII. De conversación con un joven italiano nos aclara que se ha suspendido por primera vez la Noche Blanca que tradicionalmente se ha venido celebrando con espectáculos en la calle como entrada del verano florentino la noche del 30 de abril. Los sindicatos habían pedido al alcalde que ese dinero lo dedicaran a resolver problemas sociales. Nos hubiera gustado entrar al Ayuntamiento pero se ha hecho tarde. Llamado el Palacio Vechio desde que fue el organismo principal de la República de Florencia desde el siglo XV, después palacio Ducal al establecerse en él Cosme I de Medici.  Siendo cárcel estuvieron en ella Savonarola  y Cosme el Viejo. La torre mide 95 m.
      Después de un breve descanso en el hotel nos vamos a cenar. No encontramos sitio. Todo lleno y difícil dar con una mesa para otto. Al final lo logramos en una terracita en la calle en la trattoria-pizzeria  Cornelius donde mi hijo Pepe se pide, para variar, una pizza quattro formaggi.
   1 de mayo.-Después del desayuno nos dirigimos a la iglesia de los franciscanos, la Santa Croce, famosa por los sepulcros monumentales de florentinos ilustres. Empezamos por el de Miguel  Ángel,  en  cuya parte superior destaca el busto. Se  sacó el rostro de la máscara funeraria. Le acompañan tres esculturas, de izquierda a derecha la Pintura, la Escultura y la Arquitectura, obra de Vasari. En la tumba de Galileo, este aparece con el catalejo y le acompañan dos esculturas, la Astronomía a la izquierda y la Geometría a la derecha. El sepulcro de Dante es diferente porque se trata de un cenotafio con la inscripción “Honrad al más alto poeta”. Sus restos descansan en Ravena. Junto a todos los anteriores se encuentra la tumba de Maquiavelo y la de Enrico Fermi, premio nobel de Física y del que deriva uno de los elementos de la tabla periódica, el fermio, todo estos datos nos los proporciona mi ilustrado y cultísimo hijo Pepe que, a diferencia de sus dos toscos hermanos, domina no solo el arte sino también la ciencia porque, al fin y al cabo, es un hombre del renacimiento.
Hay pinturas de Bruneleschi, Donatello y Giotto. Este último trabajó en cuatro capillas, en la primera de las cuales pintó el fresco de la vida de S. Francisco. Terminamos en la capilla de los Pazzi y el claustro.
Fuera, en la Plaza de la Santa Croce vemos acercarse la manifestación del uno de mayo. Van cantando la Internacional en un perfecto italiano y enarbolando banderas de distintos partidos, tanto socialistas como anarquistas y comunistas. Mi hija Carmen saca su vena rojeras y se suma a los cantos de los perroflautas aunque, como no pasó de primero de italiano en la escuela de idiomas, ella lo canta en español con el puño derecho en alto. Llegamos hasta el Museo de la Opera del Duomo para ver expresamente la Magdalena de Donatello tan recomendada y que realizó en la última etapa de su vida. Es una talla en madera de gran originalidad, en la que la santa aparece muy mayor y muy delgada. La leyenda dice que le pidió a Jesús que la convirtiera en fea para salvar su alma, sacrificando su belleza. Extraordinarios los relieves de la cantoría de Luca della Robia y Donatello. Niños y niñas junto a amorcillos (putti) cantores que tocan instrumentos. Su cantoría de la catedral es el púlpito para el órgano. Representa el salmo 150 de David “Laudate Dominum” que aparece escrito. Luca della Robia, cuya familia se dedicaba a los tintes, introdujo la técnica de la terracota esmaltada en blanco sobre fondo azul que se hizo muy popular porque se podía utilizar en el interior y en el exterior de los edificios. Nos detenemos en “La piedad de Bandini” que Miguel Ángel diseñó para su tumba en Roma. La vendió a Fco. Bandini sin terminar cuando decidió ser enterrado en Florencia. El cuerpo de Cristo al descender de la cruz lo sujeta Nicodemo, un viejo con la cara del famoso escultor. A un lado la Virgen y al otro una Magdalena en pequeño que parece ser añadida con posterioridad. Frente al grupo escultórico hay escrito sobre mármol un soneto de Miguel Ángel que hemos encontrado tanto en su idioma original como libremente traducido:

 “ Giunto è già ’l corso della vita mia,               Llega ya el curso de la vida mía
    con tempestoso mar, per fragil barca,         con frágil leño en mar tempesteada,
    al comun porto, ov’a render si varca            al común puerto a dar, atribulada,
    conto e ragion d’ogni opra trista e pia.        cuenta y razón de su obra triste o pía.

    Onde l’affettüosa fantasia                               Aquella afectuosa fantasía
    che l’arte mi fece idol e monarca                   que hizo del arte reina idolatrada,
    conosco or ben com’era d’error carca          conozco bien cuál fue de error cargada;
    e quel c’a mal suo grado ogn’uom desia.     que el hombre sin querer su mal ansía.

    Gli amorosi pensier, già vani e lieti,               Pensamientos de amor, alegres, vanos,
    che fien or, s’a duo morte m’avvicino?  ¿Qué son hoy si a dos muertes me avecino?
    D’una so ’l certo, e l’altra mi minaccia.       De una estoy cierto, la otra me amenaza.

    Né pinger né scolpir fie più che quieti            Ni el pintar ni esculpir con estas manos
    l’anima, volta a quell’amor divino                  Serena el alma, vuelta hacia el divino
    c’aperse, a prender noi, ’n croce le braccia.    Que en la cruz a todos nos abraza”.

Pasamos por la sala donde se exponen todos los mecanismos utilizados por Bruneleschi para la construcción de la famosa cúpula varias veces interrumpida por los albañiles que no la veían segura. Tiene 114 m de altura con la linterna y se tardó 12 años en construirla. El mismo Miguel Ángel se inspiró en ella para realizar la cúpula de S. Pedro de Roma. Y terminamos admirando las auténticas puertas del Batisterio de S. Giovani en bronce dorado entre las que destacan las” Puertas del Paraíso” como las llamó Miguel Ángel, obra de Lorenzo Ghiberti a sus 20 años. Formadas por  diez cuadros inscritos en una rica y estrecha orla en la que aparecen las cabezas calvas de él y el hijo que le ayudó. El paisaje y las perspectivas arquitectónicas dan fondo a las movidas escenas bíblicas
     El conjunto arquitectónico del Duomo, el Campanille, y el Batisterio impresiona por su belleza y elegancia al combinar en las fachadas los mármoles blanco de Carrara, verde de Prato y rosa de Siena, siguiendo el estilo gótico florentino. El Duomo pasó por varios arquitectos, empezando por Arnolfo di Cambio, siguiendo por Giotto y Andrea Pisano, terminando por Francesco Talenti. El Batisterio, en el que fue bautizado Dante, es el edificio más antiguo de Florencia, erigido sobre los restos de un monumento paleocristiano. Es un ejemplo de arquitectura románico-toscana. El campanario es un diseño de Giotto que murió antes de verlo terminado a partir de un diseño alemán en uso en aquel tiempo, gótico alemán o internacional.  Mide más de 80 m. En la parte superior las bíforas se convierten en triforas.
     Empieza a llover y nos refugiamos en una pizzería y después a comer. Como la lluvia no para nos dividimos, unos al hotel otros de compras. Pero el tiempo mejora por la tarde y nos disponemos a buscar el autobús que nos llevará hasta la elevada Plaza de Miguel ángel para contemplar las maravillosas vistas de Florencia y la puesta de sol sobre el Arno.
    Nos recogemos a descansar porque al día siguiente nos espera Andrea con el transfer a Pisa. De allí a Valencia, y por fin  a LORCA a escribir este emocionante periplo por el Renacimiento florentino...