Tempus fugit, sicut nubes, quasi fluctus, velut umbra (1)
¿Qué cómo se me ha ocurrido escribir sobre la vejez? me preguntan las amigas. Pues por casualidad. A mi hijo Juan le gusta la filosofía y en mi casa los Reyes Magos pasan pronto, de manera que me ha dado tiempo a leer la "Retórica" de Aristóteles que le han dejado los sabios de Oriente. Me he detenido en el libro II impresionada por sus opiniones sobre lo que yo creía una etapa natural de la vida, pero no opina así. Para él la vejez es una etapa de debilidad e inutilidad, merecedora de compasión"..."Por los años vividos ya, por haber sido engañados en la mayor parte de las ocasiones y haber cometido errores, y también porque la mayoría de sus cosas carecen de valor, en nada ponen seguridad y a todo prestan menos empeño de lo que deben. Creen, mas nada saben de cierto. Cuando discuten, añaden siempre: "posiblemente" y "tal vez" y todo lo afirman así y nada en firme. Son también de mal carácter, ya que el mal carácter consiste en suponer en todo lo peor. Pero además son recelosos a causa de su desconfianza, y desconfiados a causa de su experiencia "..." Así mismo son de espíritu pequeño por haber sido ya maltratados por la vida y por ello, no desean cosas grandes ni extraordinarias, sino lo imprescindible para vivir. Son también mezquinos porque la hacienda es una de las cosas necesarias y por experiencia saben que es difícil adquirirla y fácil perderla Son cobardes y propensos a sentir miedo de todo, por cuanto se hallan en el estado contrario al de los jóvenes: ellos son efectivamente fríos, en vez de calientes, de manera que la vejez prepara el camino a la cobardía... y son más egoístas de lo que es debido, lo cual es también, desde luego, una suerte de pequeñez de espíritu. Y son desvergonzados... pesimistas... se pasan la vida hablando de sucesos pasados porque gozan recordando "...son quejumbrosos y no tienen buen humor ni gozan con la risa". Menos mal que algo bueno se puede añadir, "son compasivos". En otra de sus obras, "Reproducción de los animales" identifica la vejez con la enfermedad. Teoría que ha llegado hasta nuestros días, probablemente, por la gran autoridad del filósofo.
Por el contrario Platón, su maestro, muestra una concepción positiva sobre los ancianos en su obra "República" como la etapa en la que se alcanzan las óptimas virtudes morales, y los habilitan para desempeñar los más altos cargos públicos. En esta misma línea se expresaron Cicerón, Shakespeare, Humbolt, Schopenhauer... etc.
En "De senectute" Cicerón hace una apología de la vejez, un auténtico manual de Gerontología, no de Geriatría, en el que sus comentarios son de una gran modernidad frente a la visión negativa de la vejez en el mundo romano, llegando a afirmar que es "una etapa placentera de la vida". Pone como ejemplo a Catón el viejo que a sus 84 años estaba en plenas facultades mentales, afirmando que el anciano "no hace las mismas cosas que los jóvenes pero hace cosas mayores y mejores. Las cosas grandes no se hacen con las fuerzas, o la rapidez, o agilidad del cuerpo, sino que incluso suele acrecentarlas". Considera que es preciso "llevar un control de la salud, hay que practicar ejercicios moderados, hay que tomar la cantidad de comida y bebida conveniente para reponer las fuerzas, no para ahogarlas. Y no solo hay que ayudar al cuerpo, sino mucho más a la mente y al espíritu". Como observa que la memoria con la edad se debilita anima a ejercitarla, coincidiendo con los actuales psicólogos. Dedicó la obra a un amigo que acababa de cumplir 65 años. Cicerón contaba con 62 y se aproximaba a 63, número mágico en la antigüedad con respecto a la edad, que se contaba por septenarias. Así el 63 era el noveno septenario, el último aceptable puesto que el siguiente sería el de los 70 años, que se consideraba próximo a la muerte. Afirma Cicerón que tomó como fuente un tratado sobre el mismo tema escrito por el filósofo griego Aristón de Ceos, hoy desaparecido. En ella el protagonista mitológico es Titono, marido de la diosa Aurora la cual le había conseguido la inmortalidad pero olvidándose de la vejez. Titono se convierte en un viejo decrépito hasta lo insufrible, y Aurora lo convierte en una cigarra. Por esos años el derecho romano proporcionaba a los ancianos una autoridad familiar y pública.
Galeno decía que cada uno envejece a edad diferente, incluso distinguía entre vejez y decrepitud.
Galeno decía que cada uno envejece a edad diferente, incluso distinguía entre vejez y decrepitud.
Convendría detenernos a distinguir entre viejo, anciano y senil, que aunque parecen sinónimos no lo son en el nivel del habla, más bien parasinónimos. La palabra viejo entiendo yo que tiene un campo semántico muy amplio y una valoración peyorativa, más en el femenino que en el masculino. Cojamos dos ejemplos de refranes : "Del viejo, el dinero y el consejo" y "Cuanto más vieja más pelleja". Anciano se usa solo para las personas e indica respeto por parte del que habla (Consejo de ancianos) (Senado viene de senex que quiere decir anciano en latín), y se valora su experiencia y sabiduría. En senil se observa la decadencia física, llegándose a hablar de viejo senil.
En la misma línea de Aristóteles está la opinión de Celestina en el acto IV, que ya destacó mi amiga Mari Toñi en su blog "De senectute" con mucho acierto. Conversando Celestina con Melibea dice la vieja que la vejez es "mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de lo porvenir, vecina de la muerte...etc." Por lo que Melibea no concibe cómo puede la gente querer llegar a vieja . A lo que le contesta que " desean llegar allá porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo envejecen". Para seguir exponiendo los resultados del paso del tiempo: "aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oir, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes...etc."
El viejo rico tenía asistencia familiar, pero ¿y el pobre? Será en el imperio bizantino donde se establezcan asilos para viejos pobres en hospitales. Europa empieza a imitarlos en la Edad Media, promovidos por los obispos. También se les atendía en los monasterios. A partir del siglo XIII hay cofradías o hermandades religiosas que se ocupaban de ellos. Durante el XVII el interés de los gobiernos por la salud fue en aumento. Decía S. Ramón y Cajal que no deben preocuparnos las arrugas del rostro sino "las del cerebro. Estas no se reflejan en el espejo"..." se es verdaderamente anciano, psicológica y físicamente, cuando se pierde la curiosidad intelectual". Define la memoria como el "archivo de lo pasado, lucimiento del presente y único consuelo de la vejez. La memoria es el don más preciado de la vida". por su experiencia personal recomienda: régimen dietético, escribir sin detenerse a pensar si los escritos son vulgares o interesantes, recordando el dicho de Anatole France "Aurora musis amica"; la fotografía que "constituye distracción incomparable para el trabajo intelectual"..." gracias a ella el registro fugitivo de nuestros recuerdos conviértese en copioso álbum de imágenes, donde cada hoja representa una página de nuestra existencia íntima y un placer estético redivivo "..."la vida pasa pero la imagen queda". Y su última recomendación para la gente mayor es la lectura, porque "los libros nos permiten a toda hora conversar con los grandes genios de la Humanidad"..." son los únicos que se callan, después de hablar". Hay que volver a los clásicos grecorromanos pues "la irradiación del pasado nos da cierta ilusión de juventud y optimismo", sin olvidar a los clásicos españoles y a algún extranjero.
Muy interesante la opinión de Gregorio Marañón que lejos de identificar la etapa de la vejez como decadencia total, señala que "bajo el punto de vista antropológico se puede afirmar que es entonces cuando, intelectual y emocionalmente, se alcanza la plenitud".
Para el filósofo italiano Norberto Bobbio el concepto de vejez ha cambiado. Mientras que en la antigüedad oscilaba entre los 60, 70, hoy llega a más de los 80.
Después de todo lo expuesto la mayoría de los médicos actuales tratan de eliminar los mitos de la vejez, empezando por la incapacidad para el aprendizaje. Cuantos jubilados aprenden ahora informática, idiomas, bricolaje...etc. El segundo se refiere a la toma de medicamentos que, salvo excepciones, se pueden ingerir a través de frutas, verduras, pescado. En tercer lugar que la osteoporosis se asocia al envejecimiento, pero no a todos los ancianos, y vemos que enfermedades de los huesos también afectan a personas relativamente jóvenes. En cuanto a la depresión, es propia de cualquier otra etapa de la vida pero puede estar asociada al grado de soledad del anciano. Y por último la sexualidad, que se vive de manera diferente, no se acaba, se centra más en la ternura.
Dos ciencias se ocupan modernamente de las personas que constituyen la "tercera edad": la Gerontología que estudia la vejez en todos sus aspectos, biológicos, psicológicos, sociales económicos y ambientales, y la Geriatría que es una especialidad médica que se ocupa de las enfermedades de la vejez. Beltrán Báguena creó en la Facultad de Medicina de Valencia la primera cátedra de Geriatría en 1947. Al año siguiente se constituyó la Sociedad Española de Geriatría teniendo como presidentes de honor a Gregorio Marañón y a Teófilo Hernando y como presidente al propio Beltrán Báguena. Éste en el prólogo de su libro " Prevención de la vejez achacosa y cuidados de los ancianos" afirma que " envejecer no es una desgracia, sino una gran fortuna que no está reservada a todos los que nacen".
Actualmente la vejez se ha convertido en un problema en las sociedades occidentales conforme se ha ido alargando la media de vida. A nivel médico y sanitario ha servido para impulsar la investigación y destacar la importancia de la medicina. Pero la sociedad sigue con los prejuicios hacia los mayores, a lo que contribuyen los medios de comunicación de masas.
Quiero terminar con algunas frases de famosos:
"La vejez es una extraña enfermedad que se cuida para hacerla durar", Voltaire.
"La bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida", Pitágoras.
"La felicidad o la desgracia de la vejez no es frecuentemente otra cosa que el resultado de nuestra vida pasada", Sainte Beuve.
"La ancianidad es una enfermedad crónica necesariamente mortal", S. Ramón y Cajal.
(1) El tiempo se escapa como una nube, como una ola, como una sombra. Mezcla de dos citas, la del tiempo huye de Virgilio, y referencias del Libro de Job del Antiguo Testamento.
Bibliografía.
Aristóteles.- Retórica. Plutón ediciones. Barcelona, 2017.
Cicerón.- Sobre la vejez. Sobre la amistad. Alianza editorial, 2011.
Ramón y Cajal, Santiago.- El mundo visto a los 80 años. Austral, 1960.
Arquiola Llopis, Elvira.-La vejez a debate. Estudios sobre la ciencia. Consejo Superior de Investigaciones Científicas,1995.