domingo, 30 de diciembre de 2018

Navidad familiar en Ámsterdam (21—26 D E 2018)


                                          “Sueño con pintar y luego pinto mis sueños”                                                                      Vincent  Van  Gogh



     Aunque había huelga de Renfe, mi hija Carmen y yo salimos de Lorca a las 7,30 de la mañana en el tren hacia Murcia. Nuestro tren debió encontrarse dentro de los servicios mínimos, igual que el que nos trasladó a Madrid. Comimos en la estación de Atocha  y en autobús  llegamos al aeropuerto  Adolfo Suárez de Barajas para encontrarnos con el resto del grupo: mi hijo Pepe, Bernarda y los nietos Pepe y Juan;  mi hijo Juan, Rocío y los nietos  Juan, Víctor y Rocío, además de mi nieta Marina y su novio Giuliano Petrone.

   El avión llegó con retraso al aeropuerto Schiphol de Ámsterdam a causa de la niebla, según explicó el comandante de la aeronave. Allí nos recogieron dos minibuses de 6  y  7 plazas hasta el muelle NDSM del río Ij  donde estaba atracado el Botel. Los camarotes tenían una amplia ventana que mostraban un bello paisaje marinero. Vimos pasar gabarras y ferrys entre patos y cisnes. Rápidamente comprobamos el cambio de clima, del Mediterráneo al Mar del Norte.  Aunque pequeños, los camarotes tienen de todo, especialmente calefacción. Y lo mejor, los empleados. Son sudamericanos y hablan español, hasta los del “Pollux”, con el simpático Carlos el hondureño.

Iniciamos el sábado 22 con un buen desayuno de bufet libre a bordo. A continuación un ferry (a los más novatos los bañó una ola provocada por el paso de un barco cercano y todos nos reímos) nos depositó en la Estación Central, centro neurálgico de todo tipo de transportes: metro, tranvía, autobús, taxi, tren… Cogimos un tranvía pues habíamos sacado tickets para los tres días y nos paramos en el Rijksmuseum con el deseo de contemplar los cuadros de Rembrandt. En particular nos interesó que vivió en el barrio judío de Ámsterdam y de sus personajes sacó las figuras bíblicas de sus cuadros. Pero pudimos detenernos en otros pintores holandeses menos conocidos. Rijksmuseum significa museo del Estado. Es un bello edificio de estilo holandés con su fachada de ladrillo rojo. Me encantó el enorme cuadro de la “Batalla de Waterloo” y el tríptico del  Juicio Final” en el que se imita un poco al Bosco. Mi favorito es “La ronda de noche” de  “Rembrandt que después de la restauración de 1947 se comprobó que no era de noche sino de día pues el barniz y la oxidación lo oscurecieron. Era más grande pero para que cupiera entre dos puertas le recortaron un trozo con tres personajes.

Su título original: “La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y su teniente Willen Van Ruytenburgh”. Es el momento en que el capitán, de negro y con la golilla de la época, da la orden de marchar al alférez. Detrás, los dieciocho arcabuceros (vigilantes del orden) de la compañía que pagaron por aparecer en el cuadro. Además, un perro, dos niños y una niña que, como foco de luz, parece representar a la primera esposa del pintor fallecida hacía poco. Es un cuadro de grupo como también lo son “La lección de anatomía del doctor Tulp” y “Los síndicos del gremio de pañeros”. Rembrandt, influido por Caravaggio, emplea el estilo tenebrista y el claroscuro propio del barroco.

El otro gran pintor de la pinacoteca holandesa es Vermeer que utilizaba los más caros pigmentos llegados de todos los lugares del mundo gracias a la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, como el rojo cochinilla y el azul de ultramar. Obsesionado por la luz, hace que predominen las escenas urbanas, costumbristas y musicales con el laúd y la flauta. No fue entendido en su tiempo sino mucho después, en pleno siglo XIX. El museo solo posee cuatro cuadros de este pintor, “La lechera”, “Mujer leyendo una carta”, “El callejón de Delfty” y “La carta de amor”. 

La siguiente visita es al museo de la cerveza Heineken, gran edificio que comprende distintas salas donde se explica la elaboración de la cerveza y su historia. Pero  ¡qué gozada ¡  las degustaciones, los videos de nuevas tecnologías donde nos introducíamos en unas habitaciones con proyecciones en las cuatro paredes, techo y suelo como si fuéramos burbujitas. Pepe y Bernarda se montaron en unas bicicletas con el video de fondo de la ciudad aparentando pasear en bici por Ámsterdam, una especie de karaoke y muchas más cosas que no recuerdo. Sí que nos pusieron una pulsera verde a los mayores y roja a los menores, con unas florecitas que despegábamos cada vez que bebíamos un vaso de cerveza, Coca-Cola o Fanta. Y mucha música. A la salida nos regalaron llaveros de Heineken. No había manera de sacar a los jóvenes y no tan jóvenes de allí. Comimos en un bar cercano pizzas y hamburguesas. En metro fuimos a ver la Plaza Dam, la más importante, con el pequeño obelisco dedicado a los caídos en la segunda Guerra Mundial, el Palacio Real y toda la decoración navideña con un alto árbol de navidad, muy iluminado todo con luces de colores. A las cinco ya estaba anocheciendo. Andando por las orillas de los canales llegamos al Barrio Rojo, un espectáculo único. Aunque algunos de los escaparates rojos de las chicas tenían las cortinas echadas (no sabemos si era por temprano o porque estaban “trabajando”) la mayoría ya enseñaban sus encantos para atraer al personal. Algunos callejones eran tan estrechos que apenas podíamos pasar dos personas. No sé a los demás pero a Bernarda y a mí no nos gustó. ¡Y qué decir del olor a marihuana ¡ Era el lugar apropiado para comprar chocolate y dulces de esa droga que allí está legalizada, como lo está la prostitución. Entramos a un bar, nos tomamos unas cervezas pero el ambiente no era agradable, llevábamos menores. Buscamos el metro hacia la Estación Central y desde allí al ferry. Pero nos equivocamos de muelle y tuvimos que volver para coger el que estaba próximo al Botel. Aprovechamos el tiempo que quedaba hasta la cena para descansar en los camarotes. Yo estaba tan cansada que no salí pero el resto del grupo fue a cenar al barco de enfrente, un  barco de vela convertido en restaurante, el “Pollux”.

Amaneció el domingo 23 lloviendo y no paró en todo el día. Desayuno, ferry, Estación Central y tranvía hasta el Museo Van Gogh. De los dos edificios entramos primero al relacionado con Vincent Van Gogh, pues el otro está dedicado a pintores contemporáneos y amigos, en especial a Gauguin. Vamos buscando “Los girasoles”, uno de los cinco cuadros sobre estas flores amarillas,  “Los lirios”, una de las dos versiones que existen, “El almendro” con sus lindas flores blancas sobre fondo azul (posiblemente con influencia japonesa), “El melocotonero”, “La habitación de Vincent  en Arlés”, “La casa amarilla”(que compartía con Gauguin en Arlés),  los cuadros relacionados con las faenas del campo como “La cosecha” en el sur de Francia para aprovechar los días soleados gracias al viento mistral y “Marinas des Saintes Maries de la Mer” con sus aguas de “color cambiante”, como él decía. Entramos en unas salas tituladas “Van Gogh dreams” en las que la tecnología nos introduce en los cielos estrellados de sus obras. Las formas parecen moverse, caerse, arrastradas por un ligero frenesí. Los colores dominantes: el amarillo y el azul. De los más de cuarenta autorretratos destacaría el que lleva el sombrero de fieltro en puntillismo y uno de los varios que pintó con la oreja cortada. A lo que hay que añadir sus objetos de pintura como la paleta, algún mueble, las cartas a su hermano Theo, su mejor amigo, fotografías de su familia…

En cuanto al estilo pictórico la mayor parte de la obra pertenece al postimpresionismo, incluso el puntillismo que inventó Georges Seurat al que calificaron de neoimpresionista.  

Una vez fuera fuimos  a dar una vuelta por el mercadillo navideño más cercano, junto a una pista de patinaje al aire libre. Y como no paraba de llover y yo llevaba los zapatos y los calcetines mojados nos refugiamos en una terraza de bar cubierta a comer y beber. A mi hijo Pepe se le ocurrió la idea de acercarse al mercadillo y comprarme unos calcetines de papá Noel que apenas entraban en los zapatos, pero ¡menudo alivio ¡ y a alguien se le ocurrió que fuéramos a tomar café a un “ Hard Rock” que como yo no sabía de qué iba me sonaba a los famosos almacenes ingleses, ¡qué ignorante! Es una cadena de tiendas-cafeterías que acumulan objetos de cantantes famosos de rock (las botas de uno, el sombrero de otro, la guitarra de no sé quién…) para gente fetichista. Otra vez el tranvía para llegar hasta el sitio famoso. Los jóvenes compraron camisetas y yo me tomé un vaso de leche para entrar en calor. El tiempo corría y se hizo la hora de dar el paseo en barco por los canales. Con unos auriculares en español fuimos recibiendo la explicación de la historia de los diques para evitar las inundaciones de las mareas gracias al famoso ingeniero holandés Cornelis Lely que diseñó el primer plano de un dique en 1891. Cuando fue ministro de Obras Públicas lo aceptó el gobierno pero hasta que Holanda no sufrió unas inmensas inundaciones no se logró la aprobación del parlamento (1918). Es el conocido  Afsluitdijk (dique de cierre). El segundo dique es del siglo XXI, el Oosterschelde, de 9 km. y 62 compuertas. Los puentes tienen una iluminación especial, a veces muy original, llenas de colorido… Las fachadas de las casas nos sorprenden por su originalidad (su estrechez se debe a que se calculaba el impuesto sobre los inmuebles por el ancho de la fachada) y también llama la atención que  no echan las cortinas. Lo mismo que los barcos-casas varados dentro de los canales. A nadie le importa que la gente les vea. Para demostrar que el agua no está contaminada hay patos y cisnes. El sistema de alcantarillado no va a los canales sino al Mar del Norte.

De vuelta al Botel a través de tranvía, Estación Central y ferry. Yo hice como la noche anterior, me quedé en el camarote descansando y ellos se fueron a cenar al “Pollux”.

Y ya llegamos al veinticuatro de Diciembre, esta noche es nochebuena y mañana Navidad. Empezamos como siempre, desayuno, ferry y Estación Central. Esta vez cogimos el tren de cercanías a Utrecht y en veinticinco minutos llegamos a la ciudad del famoso tratado. Pasamos por unos famosos almacenes y paseamos por los canales buscando la altísima torre de la catedral (el Domkerk) gótica dedicada a S. Miguel que, al ser reconstruida después de un fuerte tornado, se edificó fuera de la torre, el edificio más alto de la ciudad. La nave de la iglesia nunca re reconstruyó. Así nació la plaza de la catedral del Dom, una zona abierta entre la iglesia y la torre. A un lado la universidad y al otro el Instituto Cervantes. Entramos al templo y nos explicaron que aunque había sido católica en tiempos de Carlos V, ahora es protestante. Yo lo había adivinado por la posición de los bancos. Los protestantes los ponen unos frente a otros, cosa que yo vi en Alemania. Lo más bello, el rosetón y las vidrieras como la de los evangelistas. En la puerta la estatua de una mujer alta como monumento a los caídos en la segunda Guerra Mundial con la fecha 1940-1945. Entablé una discusión con mi hijo Pepe cuando me habla de los contrafuertes en que se apoyan los arbotantes de la catedral. Le recuerdo que eso se llama estribo y no se convence hasta que lo encuentra en internet. No se da cuenta que él es de ciencias y yo de letras. Nosotros estudiábamos varios cursos de arte. Igual que en Ámsterdam, nos comen las bicicletas. Tardamos en encontrar un sitio donde cupiéramos los trece. Encontramos uno muy bonito para la primera cerveza pero nada de comer. La segunda cerveza la tomamos en un bar llamado “Belgie”, lleno de vírgenes (los belgas son católicos) pero tampoco tenían comida. Acabamos en un italiano comiendo un montón de pizzas y sin problemas de idioma porque llevábamos a Giuliano Petrone, afamado intérprete de la bella Calabria. Se nos hicieron las cinco de la tarde y ya anocheciendo fuimos a Utrecht Central a coger el tren para Ámsterdam, Estación Central y de allí al ferry que nos dejó junto al Botel con tiempo para descansar antes de la cena de Nochebuena en el otro barco, pero no más tarde de las 9.30. No aparenta por fuera lo bonito que es el restaurante “Pollux”. Todo de madera y muy decorado con motivos navideños, estupendo para las fotos. Recordando a las familias que no han venido, hicimos un video de felicitación a la familia de Rocío, otro a la de Bernarda y un tercero para Italia a la familia de Giuliano Petrone. Todos nos devolvieron los suyos, ¡la técnica ¡ COMIMOS, BEBIMOS, BRINDAMOS y CANTAMOS villancicos. Nos recogimos a dormir. Eso yo, los demás se fueron de copas.

¡¡25 de diciembre, Rum, Rum, Rum…!!. Desayuno, ferry y Estación Central para hacer las últimas compras hasta la 1.30 que llegaron los coches para transportarnos al aeropuerto destino Oporto. Pepe, Bernarda y yo nos damos un paseo por los alrededores de la estación y vemos una iglesia católica, S. Nicolás, pero estaba cerrada. Nos hicimos fotos junto a los grandes aparcamientos de bicicletas, que estaban llenos por ser día de fiesta. Comida en el avión y en poco tiempo llegamos a Madrid donde se separa el grupo. Se quedan Carmen, Marina y Giuliano. Juan  sale con su familia y yo con la de Pepe rumbo a Lorca.


miércoles, 19 de diciembre de 2018

Las carreras de cuadrigas en Roma

                              Las carreras de cuadrigas en Roma.


                                                                                 Dedicado a mi familia y amigos que año  tras año disfrutan de las carreras de cuádrigas, como aquí las llamamos, en las procesiones bíblicas de la Semana Santa de Lorca,  con el apasionamiento de blancos y azules.






   " Las carreras de cuadrigas desfilaban al principio de forma solemne", presididas" por la autoridad que ofrecía los "ludi" (juegos), al que le seguían jóvenes danzantes y músicos"... " Todos los juegos tenían un origen sagrado"... "Las primeras carreras de carros de Roma se celebraban en honor de Conso, deidad agrícola e infernal en la que se conjugaban los poderes germinales de la tierra"... En el Circo Máximo había un pequeño templo dedicado a la Venus del Mar, patrona de los aurigas. Entre carrera y carrera se lanzaban donativos al público y se realizaban otros espectáculos, casi siempre a costa del erario público. Comenzaban al amanecer y duraban hasta el ocaso. "Llegaron a celebrarse cien carreras diarias  durante la dinastía de los Flavios."... "Se desarrollaban en el circo, cuya pista de arena estaba dividida por una "espina" o mediana en torno a la cual se efectuaban las vueltas." Cerca del final de la mediana "había dos columnas, cada una coronada por un travesaño de mármol. Sobre el primero se instalaba una hilera de huevos de mármol, símbolos de Castor y Pólux, patrones de Roma, sobre el segundo una fila de delfines, consagrados a Neptuno, el dios de los caballos. Cada vez que una cuadriga daba una vuelta se quitaba un huevo y un delfín..."




   " Las carreras eran gestionadas por varias grandes corporaciones que se lucraban con ellas." Las "factiones" adoptaban un color distintivo ( azul, verde, blanco y rojo ) que identificaban al auriga. "Estos colores suscitaban verdadera pasión incluso entre los emperadores."
   " El más popular de todos los circos de la ciudad era el Circo Máximo (550 a, de C.) con una cavea en tres niveles. Medía 550 m. de largo por 180 m. de ancho y podía albergar hasta 150,000 espectadores."... " El circo también servía para hacer negocios a los taberneros, pasteleros, astrólogos y prostitutas, aunque la actividad más importante eran las apuestas..."




    "Los aurigas conducían carros tirados por 2, 3, 4, e incluso 10 caballos. Cada auriga llevaba un cuchillo al cinto para que", ante un peligro," cortara las riendas y evitara ser arrastrado por los caballos al galope.  La mayoría de los aurigas se recubrían de estiércol de jabalí para que el mal olor les evitara ser pisoteados por los caballos si se caían del carro. "
    "Otros participantes en las carreras de carros eran los "medici" (médicos), los " autigatores" (ayudantes de aurigas), los "procuratores dromi" (alisadores de la arena), los "conditores" (engrasadores de ruedas), los "moratores" (engrasadores de caballos), los " sparsores" (limpiadores de carros), los "erectores" (los que bajaban los huevos y los delfines), los "armentarii" (mozos de cuadra), caballerizos, entrenadores, veterinarios, sastres, guardias de establos, aguadores...etc."



                                            (Notas extraídas de un capítulo de " Eso NO ESTABA en mi LIBRO de HISTORIA de ROMA"  del periodista  Javier Ramos), 2017.

Fotografías de Lorca. Desfiles bíblico-pasionales.