martes, 16 de febrero de 2021

Tienta furtiva


                                                        Tienta furtiva


           Viendo que pasan los días y no encuentro tema para desarrollar en mi blog, he recurrido a mi amiga Enma con la que comparto frecuente correspondencia. Me ha contado que siendo profesora de instituto en una ciudad sevillana asistió con su marido a una exposición de pintura del pintor malagueño Antonio Jiménez y compraron un cuadro que, desde entonces (1975), luce en el salón de su casa. Dice mi amiga que le impresionó la escena de dos adolescentes descalzos y malvestidos (uno lleva la camisa rota) dispuestos a torear a un enorme ejemplar con cuernos aprovechando la noche y, al mismo tiempo, la claridad de la luna llena.  Es lo que hacen los aspirantes a toreros que no tienen dinero para acudir a una escuela de tauromaquia. Son delgaditos. Uno se adelanta invitando al toro a embestir, colocándose de perfil, mientras el otro queda detrás rezagado a la espera. Ambos demuestran arrojo y valentía. El cuadro lleva por título "Claro de luna". Personalmente me parecería más apropiado "Tienta furtiva" pero reconozco que perdería las connotaciones poeticas lorquianas del toro y la luna.                                    Desde el primer momento, me comenta Enma, le atría la fuerza del color azul en todas sus modalidades, en las nubes, en el camino, en la maleza del campo y hasta en la piel de ese toro negro zaíno, color que solo se ve roto por los dos trozos de tela roja que lleva cada uno y que, haciendo de muleta,  pretenden atraer al enemigo. El animal, en actitud altanera, los mira de frente, con la cabeza erguida y los puntiagudos cuernos  hacia  la luna... "Ese toro enamorado de la luna..."

    Enma ha visto en este cuadro las características del impresionismo, cuyos pintores se caracterizan por la experimentación con la luz y porque las figuras se convierten en trazos casi irreconocibles, pero yo creo que por la fecha en que Antonio Jiménez pintaba, correspondería más al postimpresionismo del siglo XX, que utiliza pinceladas gruesas para llegar a un estilo más personalista.

    Cuando terminó su relato le pregunté a Enma si había investigado acerca de quienes podrían ser los torerillos y me contestó que si y que logró averiguar que eran dos antigus alumnos, Manuel y Curro, uno de los cuales consiguió su sueño de ser torero famoso.