CUMPLEAÑOS
Mis amigas y yo tenemos por costumbre leer versos jocosos en comidas de jubilación o cumpleaños porque una de nosotras, Carmen, tiene verdadero ingenio y , recordando anécdotas, nos hace reír. En el 80 cumpleaños de Pentasilea escribió estas estrofas, que recitó Ramoni con profesionalidad.
Hoy, Chani, no cumple 80 años pero es día de regocijo, lo celebra con nosotras, ya lo ha hecho con sus hijos.
Con nosotras lo hace hoy porque ha estado esperando que "la Tomi" decidiera si podría acompañarnos.
Cabría decir otras cosas, pero no es día de llorar diremos felicidades y que cumpla muchos más.
Es una espléndida amiga, me refiero a generosa, no le ha importado gastarse sus perricas con nosotras.
Además, ella nos da cada día como si nada un poquito de su tiempo . como si a ella le sobrara.
Fue buena hija, buena nuera, además de profesora, buena esposa, buena madre, con título de doctora.
Gracias, Chani, por tu tiempo, gracias por tu compañía, gracias por estar ahí, gracias por esta comida.
Después de esta acción de gracias, que tendría que ser más larga, os voy a contar a todas otras cosas de pasada.
Una vez un compañero, en años que ya han finado, compartió clases con ella, y se llamaba Fernando.
"Chani, tú que eres tan lista, explícamelo con calma, ¿por qué en el otro instituto llevan corbata en el alma?"
Un día fuimos a comer al Faroli arroz con pavo, estaba mejor que bueno, después de bajar andando.
Cuando creíamos ya que habíamos terminado, trajeron en nuevas fuentes pavo y arroz humeando.
La gente se quedó quieta, nadie podía probarlo, porque estaba hasta las cejas del que antes había tomado.
¡Camarero!, dijo alguien, ¿con el que sobra qué harán? "pa los perros de los frailes que tienen hambre atrasá"
" Qué pena, comentó Chani, ¡Ay! con lo bueno que está, si no me diera vergüenza me llevaba un poco para allá".
Alguien llamó ¡Camarero! a un muchacho que estaba trayendo platos de arroz, no sé si de pavo o pava.
Y le dijo: "Mire usted aquí hay una embarazada que se llevaría un poco si a usted no le molestara".
"Aquí les traigo, señoras, este taper superlleno, no vaya a ser que el zagal no llegue bien a buen puerto".
Después nos daba vergüenza salir con el taper lleno. Nos fuimos sin despedirnos, sin mirar, como escondiéndonos.
Ya en la calle, más tranquilas, con el taper escondido, para venirnos a casa nos pusimos los abrigos.
Y aquí surgió otro problema. Carmen se puso el abrigo no pudiendo abotonárselo. "Dios mío, cuánto he comido.
Si yo al salir de mi casa me he abotonado el abrigo". Y es que con el alboroto solo vi el azul marino.
Me había llevado el de otra en vez de llevarme el mío
Bueno, termino el relato, no recuerdo más historias, pues hace cincuenta años que estoy perdiendo memoria.