"Praeterita mutare non possumus" (Cicerón, "In Pisonem" 25) (1)
Estoy en mi habitación, que comparto con mi hermana pequeña, leyendo las postales que me manda mi novio desde Barcelona, que está estudiando para presentarse a las asignaturas del último curso de técnico textil, una carrera de cinco años que no le gusta y a la que se ha visto obligado por sus padres. A él lo que le gusta es la literatura. Se ha leído casi toda la biblioteca del Comercio donde trabaja su padre. Quiere que al menos yo estudie Literatura, pero a mi me gusta el latín. Me manda postales porque sabe que las colecciono. En ellas caben pocas palabras, pero dejan traslucir una aureola de cariño y tristeza por la lejanía. A mis 16 años el tiempo se me hace eterno, no acaba de pasar, y el futuro, nuestro futuro, ¡está tan lejano ! No obstante yo me veo de viejecita solitaria, sentadita en un sillón leyendo estas postales. No sé si es una visión o un sueño, o es que tengo poderes jajaja ¿No será que el tiempo puede ser redondo, en vez de lineal, y moverse en espiral? ¡ Qué tontería ! Estamos en 1958, a mitad del siglo XX. Estaré hablando de ciencia-ficción y ahora lo que tengo que hacer es estudiar para la reválida de sexto. Si saco buenas notas mi padre se pondrá muy contento. La mayoría de las postales son de paisajes y de arte. Siempre me gustó el románico y él lo sabe. He hecho un trabajo sobre catedrales románicas para doña Carmen Rey, catedrática de Historia y Geografia, y me ha ayudado a lograr matrícula de honor en su asignatura. Creo que las postales, que me llegan a diario, son como palomas mensajeras que me traen las palabras mas bellas y románticas que jamás he escuchado. Las de paisajes de la naturaleza, diría yo, que hasta el perfuma de las flores y los árboles. Las de las catedrales, el de las viejas piedras. ¡ Qué espectaculo para los sentidos ! Cuando sea mayor ¿LAS SEGUIRÉ VIENDO IGUAL? Algún día nos casaremos y podremos viajar para verlo todo al natural. Eso me ha prometido. También pienso si todo esto se me olvidará ante el cuidado de los hijos. No consentiré dejárselos a nadie. Quizás porque yo de pequeña siempre estaba cuidada por una tía. He oído que el tiempo cambia a las personas, pero yo quiero que nosotros sigamos siempre igual, y si un día él me faltara, cual abuelita solitaria, poder disfrutar de estas tarjetas, viviendo de los recuerdos, y contárselos a mis hijos y nietos.
( 1) No podemos cambiar el pasado.