Comentario crítico
La profesora estadounidense Madeline Miller escribe una historia novelada sobre la guerra de Troya que adopta la forma de una autobiografía de Patroclo, amigo íntimo y compañero de Aquiles. Él mismo cuenta que nació "pequeño y escuchimizado", aunque era todo un príncipe por ser hijo del rey, Menecio. La narración comienza cuando con nueve años es invitado por el rey Tindareo a una reunión donde se presentan los pretendientes a esposos de su bellísima hija Helena. Ellos le traen regalos al rey, que es el encargado de la elección. Pero en un momento dado aparece Odiseo (Ulises), que opina que debe ser ella la que elija, no su padre. Desde el principio da muestras de una inteligencia racional de la que carecen los fornidos guerreros griegos, insistiendo en que él no acudía como pretendiente sino por compañerismo. Contra todo pronóstico Helena elige a Menelao, de pelo rojizo, hijo de Atreo y hermano de Agamenón. Patroclo, en griego "gloria de padre", poseedor de unos bonitos dados que pretende quitarle el hijo de un noble, inicia una pelea con él, con tan mala suerte que el muchacho cae accidentalmente y muere a causa del golpe. Por lo cual la familia del difunto exige la muerte de Patroclo o el exilio. El padre prefiere mandarlo fuera antes que la muerte. El exilio será a tierras del rey Peleo, casado con una ninfa de los mares, Tetis, de la que había nacido Aquiles, de pupilas verdes y cabello dorados, que años más tarde pasaría a dirigir el ejército griego. Aquiles, casi de la misma edad que Patroclo, lo convierte en su therapon, (hermano de armas, consagrado a un príncipe por lazos de sangre, con juramento y amor). Un puesto de la más alta estima. Es entonces cuando Aquiles le comunica que las Moiras (personificaciones del destino) han profetizado que moriría joven y famoso. En un encuentro con Tetis, esta le comunica a Patroclo, a propósito de la profecía, "y tú estarás muerto a no mucho tardar". Tetis era una diosa menor entre las diosas menores, una nereida y nada más. Aquiles tenía doce años y sentía una atracción especial por Patroclo. Todo empezó con un beso. Pero de la historia pronto se pasa a la mitología, dioses, ninfas, nereidas, centauros . Es interesante el episodio en que los dos amigos montan a lomos del centauro Quirón, puesto por el rey como profesor de ambos. El mismo centauro que instruyó a Hércules y a Teseo de niños. En este personaje mítico está toda la sabiduría de la época. Les enseña el manejo de las armas, cirugía, sanación, primeros auxilios, astronomía, cómo hacer fuego, a pescar, mitología, música, magia, cómo conservar la carne bajo la nieve...etc. Al cumplir Aquiles 16 años su padre le manda un arcón con regalos entre los que destaca una túnica teñida de púrpura, propia de un príncipe, de un futuro rey. Y con la llegada de la primavera se desata la pasión amorosa. Pero la felicidad que disfrutaban se ve truncada cuando el padre de Aquiles lo convoca para integrarse en el gran ejército que están preparando los griegos para recuperar a Helena, esposa de Menelao, aparentemente raptada por Paris, hijo de Priamo, rey de Troya. Aquiles no quiere ir a la guerra, ni su madre tampoco. Esta prepara un truco para evitarlo, se lleva a su hijo a una isla con la excusa de casarlo con la hija de un rey. Tras varias negativas Aquiles cede a los deseos maternos y se casa y espera un hijo, el que luego será Pirro. Permanece escondido disfrazado de mujer. Pero Odiseo lo desenmascara y lo convence de entrar en el ejército para ganar gloria, fama y la eternidad. La respuesta de Aquiles a propósito de que tendría que matar a Héctor, el hijo mayor de Priamo y jefe del ejército troyano, es siempre la misma, "no me ha hecho nada". Patroclo había ido a buscarlo. Allí Aquiles le pide perdón por haberlo traicionado con sus actos, y culpa a su madre. A Tetis no le gustaba Patroclo. Las naves griegas inician la navegación rumbo a Troya hasta que el viento se para y las velas no se mueven. Los griegos lo atribuyen al enfado de los dioses, que son muy vengativos. ¿Cómo aplacar su ira? Con sacrificios. Agamenón llama a su hija Ifigenia ( "un nombre de vocalización exigente que evocaba el sonido de los cascos de las cabras sobre las rocas"), con el pretexto de casarla con Aquiles aunque era una mujer muy joven, no llegaba a los catorce años. Sin embargo en un movimiento rápido le corta la garganta con un cuchillo. Con este sacrificio la diosa Artemisa se aplacó y los vientos volvieron, los sacrificios de reses no eran suficientes. Siempre los dioses en acción, con un bando o con el otro. Patroclo, el más humano siempre, reprocha a Odiseo no haber intervenido para evitar la muerte de Ifigenia. Lo de la boda fue un truco para que su madre, Clitemnestra, la dejara salir de casa. Se inicia la navegación que durará siete días hasta llegar a la boca del Heleponto (los Dardanelos) a tan sólo dos días de Troya. Los troyanos los esperaban en la playa (" que parecía no tener fin"). Vestían de negro carmesí, el color de la casa de Príamo, y entre ellos, destacaba el jefe del ejército troyano, Héctor, con su carro de guerra. Después de que los griegos lanzaran sus lanzas y murieran algunos troyanos, Héctor dio orden de retirada, y la playa quedó para los griegos en donde plantaron sus tiendas. Con las razias llegó el reparto del botín. Nos cuenta Patroclo que "entre aceros, oro y alfombras había una jovencita de bella melena negra, de nombre Briseida, que Agamenón no paraba de mirar, el cual era bien conocido por sus apetitos, como toda la casa de Atreo". Patroclo, como en otras ocasiones, muestra su humanidad apiadándose de la cautiva y pidiéndole a Aquiles que se la apropie como botín de guerra. Al mismo tiempo intenta liberarla, pero ella no entiende la lengua griega, recurriendo a la comunicación por señas. Con respecto a las demás cautivas él es el único que se apiada de ellas y de su destino. Liberaba a cuantas podía con la ayuda de Briseida. A todas ellas les daba clase de griego. Y en cuanto a sus ideas acerca de la guerra, son reveladoras sus palabras, "no maté a nadie y tampoco lo intenté". Sabía que lo protegía Aquiles. Se dedicaba a ayudar al médico a curar a los heridos, siguiendo las enseñanzas recibidas del centauro Quirón. Príamo acepta una embajada para dialogar sobre Helena. Aunque el rey de Troya se mantenía firme en su opinión de que ella no deseaba marcharse, por lo que sólo quedaba el combate, el enfrentamiento. La guerra se prolongó más de los previsto. A veces Aquiles desaparecía porque iba a hablar con su madre, que temía por su hijo, pues conocía la actitud vengativa de los dioses. Y seguían pasando los años, al mismo tiempo que cundía el descontento entre los griegos. Trascurría ya el noveno año de la guerra cuando apareció una bella cautiva, Criseida, hija del sacerdote troyano del dios Apolo Crises. Esta vez Agamenón se la adjudica como trofeo, haciendo oídos sordos a las súplicas del padre de la joven, que, jugándose la vida, atraviesa el campo enemigo con cantidad de oro para el rescate. Y llega la venganza del dios Apolo con epidemias y enfermedades, que primero se llevan a los animales y luego a los hombres. Caso curioso es que no murió ninguna mujer. ¡ Qué sabios son los dioses! Aquiles pide a Agamenón que devuelva a Criseida, pues ha escuchado que sólo así acabarán las muertes. El atrida se niega. Es tal la ira de Aquiles que abandona al ejército. En venganza los soldados de Agamenón van a buscar a Briseida. Patroclo le pide a Aquiles que hable con su madre por si puede hacer algo por la esclava, pero sólo recibe una respuesta, "Es imposible. Es la voluntad de los dioses". Un pensamiento invade su mente, "Nosotros obedecíamos a nuestros reyes, sí, pero dentro de los límites de la razón". Los dos ejércitos luchan hasta que suena el cuerno de Héctor. ¿ Quién se enfrentaría a él en ausencia de Aquiles?. Se echa a suerte y le toca a Ayax, empataron quedando como iguales. Aquiles considera una cuestión de honor que le devuelvan a la esclava. Las cosas van tan mal que los troyanos incendian las naves griegas. A Patroclo se le ocurre una idea, sustituirá a Aquiles vistiéndose con su armadura para dirigir a los mirmidones. A pesar de haberle jurado a Aquiles que se protegería bien, muere a manos de Héctor, el cual se coloca la armadura de Aquiles que arranca del cuerpo de Patroclo. "Parecía que el mismo "aristos achaion" se estuviera dando caza a sí mismo". Héctor sabe que su muerte es inmediata y le pide a Aquiles que entregue su cadáver a su familia cuando lo haya matado. La respuesta no puede ser más cruel, "No hay tratos entre hombres y leones, te voy a matar y a comerte crudo". Los dioses no permanecen inactivos. Tetis le dice a su hijo que Apolo está enfadado y busca venganza. Y que las Moiras le han contado que Pirro vendrá a Troya para acabar la guerra tras la victoria. El rey Príamo se presenta en la tienda de Aquiles a reclamar el cuerpo de su hijo. El narrador simpatiza con él y comenta que va solo, "con la ayuda de los dioses". Es curioso que Patroclo sigue siendo el narrador después de muerto. Y cuenta que Aquiles ante la pira de su amigo muerto pide a los griegos que, el día que él muera mezclen, sus cenizas con las suyas. Cuando, enfurecido, vuelve al combate, lucha con la jefa de las amazonas, Pentesilea, que parecía rápida, grácil e incansable, pero no lo era. De un solo golpe la derriba, mientras Paris desde una torre del palacio troyano dispara su arco contra Aquiles y lo mata. Al poco aparece Pirro (en griego fuego), de cabellos rubios como su progenitor, que a sus doce años acaba la obra de su padre y se niega a enterrar las cenizas de Aquiles con las de Patroclo. Con gesto altanero comenta que "¿ un esclavo junto a un héroe?". Finalmente sólo se escribe en la piedra del túmulo mortuorio el nombre de Aquiles. Pirro reclama a Briseida, que huye al mar nadando, pero recibe la lanza que le había tirado el joven de trece años y desaparece entre las olas. Odiseo hace una última tentativa para unir las cenizas de los dos amigos pero no puede conseguirlo. Aunque al final Tetis escribe el nombre de Patroclo junto al de Aquiles. "Ve, me dice la diosa, te está esperando". En relación con el lenguaje, la novelista utiliza gran cantidad de metáforas y símiles. Podríamos decir que con frecuencia la prosa es poética. De Aquiles señala que tenía una voz clara "como los arroyos alimentados por el deshielo" y parecía "un ciervo alerta al sonar el cuerno del cazador". Me parece un rasgo de humor que Tetis, como todos los dioses, no comía sino néctar y ambrosía, sea invitada a la mesa de su marido Peleo, que es un simple humano, y claro, no le habían puesto ni plato ni cuchillos. Me gustaría terminar con una de las últimas frases de Patroclo, " Soy aire y pensamiento". Hasta aquí la novela basada en el poema épico, la Ilíada, la literatura, pero, ¿ qué nos dicen los historiadores? Que el verdadero origen de esta contienda la iniciaron los griegos para apropiarse de Troya, ciudad que dominaba el estrecho de los Dardanelos, su Helesponto. Los troyanos cobraban tasas a los navegantes que tenían que cruzarlo para llegar al Mar Negro donde los griegos tenías colonias. Helena fue el pretexto. La Ilíada da para tanto que se podría añadir todo lo relacionado con la arqueología y el caso Schliemann y su esposa, la cual se fotografió con las joyas que ambos atribuyeron, puede que erróneamente, a Helena.