viernes, 30 de agosto de 2024

De baños por el Balneario de Archena (Murcia)

 De baños por el Balneario de Archena (Murcia)

        El complejo de aguas termales de origen romano  (termas es palabra latina procedente del griego “thermos” que significa caliente), construido en tiempos de Augusto en el 25 a. de C. Está situado en el Valle de Ricote, también llamado Valle Morisco, por donde discurre el Río Segura, entre bosques de árboles como álamos y eucaliptos centenarios, palmeras y chopos que pueden alcanzar hasta los 30 metros de altura. Abundan también los cañaverales, baladres y pinos. Como si se tratara del cráter de un volcán, está rodeado de altos picos de montañas, algunos en forma de crestas que dan una gran belleza al paisaje.
    Habíamos salido de Águilas mi hijo Juan y yo por la mañana con dirección Marchena, cuando a la altura de la pedanía lorquina de La Hoya nos encontramos con una larga cola de vehículos parados a causa de un accidente. Lo que nos retrasó el viaje más de media hora.
    Una vez en el balneario la primera impresión fue algo extraña al contemplar los desfiles de personas en albornoz blanco que iban y venían de las piscinas. Daba la impresión de un centro médico, un sanatorio de enfermos mentales, pero cuando me incorporé con mi albornoz blanco, ya cambié de opinión. En cambio la impresión sobre el Hotel Termas  (4 estrellas) fue estupenda. Ha sido remodelado y modernizado del anterior del siglo XIX. Por la tarde recorrimos mi hermano, mi cuñada y yo todo el edificio haciendo fotografías a la parte de decoración mudéjar, donde nos sorprendió la gran cúpula y la fuente de los leones, además de las ruinas de las termas romanas. En el exterior  nos acercamos a la bonita capilla  de estilo neorrománico y neogótico  para oír misa que nos ofreció un joven sacerdote muy simpático, con el que tuvimos ocasión de charlar al día siguiente. Me sorprendió una idea que expuso en la homilía, “que las parejas que discuten mucho es porque se aman”. Si me lo dicen hace años, no lo hubiese creído.
   El segundo día  lo iniciamos saliendo a andar un rato antes del desayuno bufet libre muy abundante y con el bañador y el albornoz blanco nos dirigimos a las piscinas termales en el circuito “balnea” (abundan los letreros en latín) que incluía nuestro paquete, en un recorrido de dos horas. Empezamos por una piscinita en agua roja, de agua bastante caliente que yo definí como el “caldarium”, y al lado otra muy fría, de color azul que llamé el “frigidarium”, de la que salí pitando. Al lado una caja de cristal de agua amarilla en la que había que nadar a contracorriente. Ni me metí, pero sí en la de aromaterapia, de color morado y muchos limones flotando. La siguiente era para relax flotando en agua verde, que yo denominé “el mar muerto”. Paso siguiente, descansar en unas tumbonas bajo unos focos de infrarrojos. A continuación visita al iglú el tiempo justo para hacerme una fotografía porque aquello no se podía aguantar. De allí a unas camas de piedras calientes, y salida a la gran piscina interior en la que mi hermano se puso las chanclas de otra persona. Mi cuñada se dio cuenta y pudimos dar con las suyas milagrosamente entre cientos de ellas. Volvimos al hotel para vestirnos para la comida pero como faltaba un rato nos quedamos en el casino a tomar un aperitivo. Tras la siesta nos fuimos a dar un paseo y charlamos con el sacerdote muy amigablemente. Tras la cena nos sentamos en el salón de la biblioteca a jugar a las cartas.
       El tercer día lo dedicamos a los tratamientos. Ellos de fisioterapia y barros y yo de belleza facial. No sé el efecto que les haría a ellos, pero yo salí con las mismas arruguicas después de una hora de  quita y pon cremas. Terminamos la mañana en las grandes piscinas, abarrotadas de gente pese a ser temporada baja. Nos reímos dejándonos llevar por una fuerte corriente que denominaban “río de agua” y probamos jacuzzis y chorros a presión.
Menos mal que fuera reinaba la paz y la tranquilidad de las zonas ajardinadas, y en las habitaciones el aire acondicionado. Mientras se hacía la hora de comer nos sentamos en el casino a jugar al dominó. A media tarde nos acercamos a misa. El sacerdote ya no era el mismo, sino uno que venía de la Galicia profunda, con sotana, misa medio en latín y daba la comunión bajo las dos especies, pan y vino. Su hermana iba con un bonito velo de encaje blanco y un hábito de S. Francisco. Se hospedaban en nuestro hotel. Paseamos un rato siguiendo el curso de río, y después de cenar, aunque nos habíamos propuesto salir de copas nocturnas, nos acostamos.
    El cuarto día mi hermano y mi cuñada tenían hora de tratamiento fisioterapeútico después del desayuno y yo me quedé leyendo hasta su vuelta para disfrutar de las aguas termales de las piscinas interior y exterior porque nos marcharíamos después de comer.           

jueves, 15 de agosto de 2024

                Al otro lado de la niebla    (Juan Luis Arsuaga 2005)

      Este verano he leído esta novela por recomendación de mi amiga Ana, siguiendo mi admiración por la novela histórica, aunque  en este caso sería  la novela prehistórica, puesto que se relata la vida de los hombres y mujeres de la edad de las cavernas y de los humanos cazadores, obligados a desplazarse de unos lugares a otros en busca de mejores medios de subsistencia.                                                                   Juan Luis Arsuaga, paleontólogo entre otras muchas cosas, nos acerca a un mundo salvaje y cruel, lleno de peligros para los humanos  pero también lleno de aventuras. Varias cosas me han llamado la atención. En primer lugar el título, cuyo significado se nos revela bien avanzada la lectura. Atravesar la niebla significa irse al otro mundo, morir. En segundo lugar la importancia de contar historias de los sabios ancianos de la tribu, que encierran todo el conocimiento que, de forma oral, tienen que trasmitir a los jóvenes. En tercer lugar la importancia del nombre de la persona con palabras relacionadas con la naturaleza, los animales, las plantas y los fenómenos naturales como : Lobo sabio, Águila gigante, Piojo, Murciélago, Diez Águilas, Cachorro, Oso que bosteza, León en invierno, Espiga en verano, Cielo encendido, Viento del Norte, Arco Iris...que podríamos resumir en la frase de uno de ellos, "el nombre es nuestra posesión  más preciada". Al protagonista, que salió de su tribu siendo muy niño, nadie le había dicho su nombre. Sólo logra al final del relato que le pongan "Suelas de viento".                             El último capítulo lleva por título "Soñadores" por la importancia que se le da a que cada ser humano busque realizar sus sueños. El protagonista gran pintor, primero de tatuajes, llega a convertirse en pintor de cuevas. Así termina el relato: "...el mundo de las figuras  a las que él invocaba desesperadamente, también parecía estar como el de los sueños, el de los espíritus, y el de los muertos, AL OTRO LADO DE LA NIEBLA.