Poemas
griegos anteriores a Homero
Según Proclo, un historiador de
la literatura que probablemente escribió en el s. II ó en
el V d. C, existía un grupo de poemas
conocido como el “ciclo épico” que había sido compuesto en tiempos de Homero o
quizás antes, y del cual el autor de la Odisea podría haber extraído material
para sus obras. De los seis poemas épicos que trataban de la guerra de Troya
sólo han sobrevivido unas cuantas citas, pero sus títulos y contenidos aparecen
en un manuscrito de la Ilíada que se conserva en Venecia. El más largo era
“Cipria” una especie de prólogo a la Ilíada, que comenzaba con el “juicio de
Paris”, cuando Afrodita promete el amor de Helena al hijo del rey de Troya como
recompensa por declararla la más bella de las diosas. La “Etiópida” continuaba
el relato de Homero desde el funeral de Héctor hasta la muerte de Aquiles y la
disputa entre Ayante y Ulises sobre quien debería quedarse con la armadura de
Aquiles. La “Pequeña Ilíada” (que se atribuye a Homero) prolongaba la historia
desde la adjudicación de la armadura a Ulises hasta la entrada del caballo de
madera en Troya. Retomaba el relato el
“Iliupersis” (el saqueo de Troya) que describía la caída de la ciudad, y
terminaba con dos sacrificios y una partida: el sacrificio de Polixena sobre la
tumba de Aquiles, y el del hijo de Héctor muerto a manos de Ulises, tras los
cuales los griegos ponían rumbo a sus hogares amenazados por una Atenea
enfurecida.
Finalmente los cinco libros de los “Nostoi” (Los regresos)
seguían a los vencedores en el cumplimiento de su destino e incluían el viaje
de Menelao a Egipto y su vuelta a casa, la advertencia que el espíritu de
Aquiles hace a Agamenón según la cual será asesinado por su esposa
Clitemnestra, el naufragio y muerte de Ayante y el largo regreso del hijo de
Aquiles Neoptolemo. La “Telegonía”, una continuación de la Odisea, relataba
nuevos viajes de Ulises, el cual, una vez enterrados los pretendientes de
Penélope, se dirigía a Tesprotia (una última aventura predicha por Tiresias),
se casaba con la reina, luchaba en una guerra y volvía a Ítaca donde moría a
manos de su hijo Telémaco, nacido de la maga Circe. Cuando éste descubría su
error, acompañado de Telémaco y Penélope, llevaba el cuerpo de Ulises a su
madre, quien concedía a todos la inmortalidad.
Pero las más famosas historias troyanas
fueron las escritas por un par de soldados que habían participado en la guerra
de Troya: Dictis Cretense y Dares Frigio, que habían vivido varios siglos antes
de Homero. Dictis escribió “Diario de la guerra de Troya”, que daba una versión
griega, y Dares escribió “Historia de la caída de Troya”, según la versión
troyana. Ambos relatos fueron probablemente compuestos en griego en el s, I d.
C. Las dos obras fueron traducidas al
latín y, durante siglos, consideradas obras auténticas. Pero en el s. XVIII un
erudito, Jacobo Perzonius, demostró que eran falsificaciones.
El ciclo troyano tuvo su edad de oro en las
traducciones al latín de los escritores romanos. Livio Andrónico tradujo la
Odisea (s.III a. C.). Posteriormente se
tradujo la Ilíada. En el terreno de la imitación Virgilio escribió la Eneida y
Ovidio la Metamorfosis. También cultivaron obras de tema troyano Ennio ( s. II
al I a. C) y Nevio (s. II a. C.). En
teatro Séneca “Las troyanas” y “Agamenón”.
Aparecen obras de tema troyano en la Edad
Media en las lenguas autóctonas. La primera es una traducción al irlandés del
siglo X. Le siguieron otras en escandinavo, holandés, búlgaro, islandés, checo,
francés, italiano, inglés, alemán, castellano, gallego, portugués, catalán,
alemán, leonés y aragonés. En Francia fue muy difundido el “Roman de Troie” del
clérigo Bonoît de Saint-Maure, que consta
de 30.000 versos (s. XII). Hubo versiones prosificadas en el siglo XIII. En
este mismo siglo en la Península Ibérica Rodrigo Jiménez de Rada, el Toledano,
hace referencias en sus obras, entre otros.
En
el Renacimiento italiano destaca Petrarca, auténtico buscador de códices griegos.
El siglo XV está prácticamente
dedicado a la Ilíada “como arquetipo de poesía épica” y porque tiene más de
tragedia que la Odisea que se asemeja más a una comedia. Hay quien
dice que la Ilíada es para hombres y la Odisea para mujeres. Con la llegada de
la imprenta se difundieron los poemas homéricos más en latín que en griego.
Basilea se conviertió en la gran ciudad de impresión de libros. Después
Venecia.
Las dudas sobre la autoría de los poemas
empiezan en el siglo XVII en Francia. Se renueva el interés por estos temas con
el Romanticismo (Walter Scott). Del siglo XX hay que destacar el famoso
“Ulysses” de Joice.
Dos curiosidades sobre Homero. Que el
nombre podría ser un juego de palabras “ho me horón” = el
que no ve. Desde la antigüedad se le consideró ciego. La segunda curiosidad es
que Dante lo colocó en el infierno de su “Divina Comedia”, pero al principio,
con los no bautizados, no con los condenados.