ALFONSO X El Sabio 2021
"El rey Alfonso X cometió docenas de disparates que contradicen su lisonjero sobrenombre de "el Sabio".
"La malicia de sus enemigos y las leyendas posteriores añadieron desatinos falsos a los ciertos que el rey cometió. Uno de los inventados consistió en atribuirle la bravata de haber afirmado en público que si él hubiera estado al lado de Dios cuando creó el mundo, se habrían evitado muchos errores o defectos que se cometieron, muchas menguas que se fezieron que no se fizieran. El dicho es ingenuo y necio, pero debía de tener alguna tenue ligazón con la realidad cuando caló en la imaginación de las gentes y se posó en unas crónicas que nos lo han transmitido".
"Sería vanidosillo y pedantuelo el monarca, satisfecho de los estudios que había patrocinado y frecuentado, gozoso de sus escritos, tanto de los de mano propia como de los de mano ajena, y aunque no llegara a expresar la barbaridad citada, alguna otra menor debió de soltar más de una vez. Por lo demás, en sus mismas obras no son escasos los pronunciamientos exagerados, inexactos y temerarios.
Es el caso que el día 2 de abril de 1284, estando el rey en misa en Sevilla, se recogió en su cámara para rezar. De repente se hizo un gran resplandor en medio del cual apareció un hermoso ángel que, al ver el pasmo del soberano, le tranquilizó diciendo: No temas, que mensajero soy cierto que vengo a ti según que agora verás. Tú sabes muy bien que tal día como hoy, estando en esta ciudad, en tu mesa, empezaste a hablar blasfemando y dijiste que si tú hubieras estado con Dios Padre cuando formó el mundo y todas las cosas que en él son, no se hubieran cometido muchas faltas que se hicieron entonces. Y esta frase pesó mucho a Dios Padre y hubo contra ti muy gran saña. Y por esta razón, el alto Señor dio luego sentencia contra ti, te fuese desconocida la posteridad que de ti saliese y descendiese, y fueses bajado y tirado de la honra y estado que tenías, y así acabases tus días".
"Esta inculpación y sentencia no termina aquí porque fue revelada a un fraile agustino que estaba en su celda del convento de Molina estudiando el sermón que había de pronunciar al día siguiente. El monje corrió a explicar la novedad a su prior, bajo secreto de confesión, y éste fue a contársela al infante don Manuel, hermano muy querido del rey Alfonso. El infante corrió a reunirse con éste a costa de siete días de galopar desde Molina a Sevilla. Lo primero que hizo al llegar fue interpelar al rey:
--Requiérote si dijiste tal frase--dijo con gesto severo.
El rey respondió que sí la había dicho y que no le importaría volver a decirla, donde recibió don Manuel gran pesar y afrontóte que te quitases de ello, y que demandases perdón de Dios y tú no lo apreciaste.
A partir de aquí, queda firme que el Rey Sabio será castigado ¿cómo? Por de pronto, con la ampliación y prórroga del mismo anatema que él lanzó contra su hijo Sancho IV, sublevado contra él: sus descendientes serán tachados y abaxados todavía más al llegar la cuarta generación, propiciando que la corona pase luego a manos de una nueva línea dinástica...
En tal punto, esta leyenda descubre con excesivo descaro la finalidad auténtica que la generó: infamar a los monarcas sucesores de Alfonso X y ensalzar la pretensión del bastardo Enrique de Trastámara contra Pedro el Cruel, al que acabó matando.
El infante don Manuel, al que adjudica la leyenda el airoso papel de amonestador del blasfemo soberano, era el padre de don Juan Manuel. Este talentoso escritor, indebidamente llamado infante, es más conocido por sus dotes literarias que por las trapacerías, rapiñas, intrigas y alzamientos de bienes y de voluntades que perpetró sin cesar. Estas desvergüenzas son menos famosas que sus escritos, aunque son más abultadas.
Tanto es así que causa estupor no solo que cultivase el género moralizante en su famoso Conde Lucanor, sino incluso que tuviese tiempo material de escribirlo con lo ocupado que estaba don Juan Manuel en la depredación de cualquier patrimonio que se le pusiese por delante, Consta así que cierto día le llegó la noticia de que su tío Enrique, llamado el Senador, había fallecido y don Juan Manuel corrió a hacerse cargo de sus bienes. Cuando llegó, el anciano estaba todavía vivo, pero el glorioso literato para ahorrarse volver otro día tomóle cuanto le falló en la casa, plata e bestias, según reseña la Crónica de Fernando IV, y se lo llevó antes de que lo hiciera algún otro pariente no menos desaprensivo...
Por lo que toca a la blasfema jactancia de Alfonso X, las diversas versiones de la leyenda agregan el adorno de que el divino mensajero le anunció que en atención a lo devoto que era de la Virgen se le concedía el plazo de treinta días para arrepentirse y que luego se iría al purgatorio. Tras la aparición del ángel, sobrevino una espantosa tempestad que aterró al soberano: cayó un rayo en las regias habitaciones y chamuscó las tocas de la reina. Al cumplirse el mes, el monarca falleció, como estaba anunciado".