lunes, 24 de mayo de 2021

 

Y  si ...

        Una vez más recurro a mi amiga Enma, que es muy divertida. Pero hoy me ha contado que ha tenido un sueño que la ha dejado preocupada. Ha soñado que hablaba con su hermana la mayor con la que nunca tuvo ocasión de cruzar una sola palabra porque murió a los cuatro años, los mismos que ella tardó en venir a este mundo y de la cual recibió el nombre procedente de la abuela paterna. Le reprochaba su hermana, dice Enma, que para que hubiera sido posible ser bautizada con ese nombre, ella había tenido que morir, cosa que no ocurre cuando se hereda el nombre de cualquier otro familiar, padres, tíos, abuelos, padrinos...etc. Le había contado en sueños que la envidiaba por la vida que llevaba, casada, con hijos y nietos, de cuyo amor la muerte le había privado. Se preguntaba por qué ella. De no haber muerto, Enma no se llamaría así. Posiblemente le hubieran puesto el nombre de su hermana pequeña, Pilar, mucho más bonito. Y, si es verdad que el nombre influye en la personalidad, su vida no hubiera sido la misma. Con cinco hermanos la familia no habría podido pagar carreras universitarias, cosa que ella tanto agradece a sus padres porque eso le ha permitido casarse con quien quiso, trabajar en la enseñanza que le gustaba y disfrutar de la pensión más alta que otorga el Estado Español. 

      El nombre es nuestra tarjeta de identidad. Es una costumbre enraizada en la mente humana. Investigadores franco-israelíes aseguran que cada nombre tiene características asociadas e influye en el destino, profesión, años de vida...etc. La frase más bonita que he encontrado es que "el nombre envuelve a quien lo posee". También he leído que hay quien cree que las mujeres con nombres masculinos son más exitosas. ¿Lo sabría mi madre cuando me llamaba con un hipocorístico masculino para paliar el feo nombre recibido de mi abuela? Ja ja ja. Efectivamente la importancia del nombre es mayor de lo que muchos piensan. Llamar a las personas por su nombre se considera un gesto de respeto y empatía. Además produce un efecto psicológico muy positivo, establece confianza. Según una investigación de la Universidad de Nueva Jersey, cuando escuchamos nuestro nombre el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se activa con más fuerza que cuando oímos el nombre de otra persona. Siempre me ha impresionado un verso de una canción religiosa, "Señor, sonriendo, has dicho mi nombre". No podía faltar una cita literaria, en el momento del poema de Allan Poe "El cuervo" en que el poeta le pregunta al pájaro su nombre y le responde "Never more" (nunca más) él comenta "y aquí ya sin nombre para siempre".

       Pero volvamos a Enma que, cuando piensa en su difunta hermana, se pregunta  ¿y si existiera la reencarnación? ¿Podría ser ella la hermana reencarnada? Hay culturas que han defendido la metensícosis desde la antigüedad. Pero entonces recordaría algo, puesto que con cuatro años se tiene memoria y no ha sido así. Por otra parte, ella ve más probable que estuviera predestinada a sustituirla para satisfacción de su padre, que deseaba una hija con el nombre de su madre a la que adoraba. ¿Heredaría así los rasgos de su abuela, como si el nombre de una persona tuviera magia?         

 

1 comentario:

  1. Muy interesante por el tema de los nombres aunque el sueño es un poco para que fueras a un psicoanalista, je,je,je ....un besazo😘

    ResponderEliminar