Y si ...
Una vez más recurro a mi amiga Enma, que es muy divertida. Pero hoy me ha
contado que ha tenido un sueño que la ha dejado preocupada. Ha soñado que
hablaba con su hermana la mayor con la que nunca tuvo ocasión de cruzar una
sola palabra porque murió a los cuatro años, los mismos que ella tardó en venir
a este mundo y de la cual recibió el nombre procedente de la abuela paterna. Le
reprochaba su hermana, dice Enma, que para que hubiera sido posible ser
bautizada con ese nombre, ella había tenido que morir, cosa que no ocurre
cuando se hereda el nombre de cualquier otro familiar, padres, tíos, abuelos,
padrinos...etc. Le había contado en sueños que la envidiaba por la vida que
llevaba, casada, con hijos y nietos, de cuyo amor la muerte le había privado.
Se preguntaba por qué ella. De no haber muerto, Enma no se llamaría así.
Posiblemente le hubieran puesto el nombre de su hermana pequeña, Pilar, mucho
más bonito. Y, si es verdad que el nombre influye en la personalidad, su vida
no hubiera sido la misma. Con cinco hermanos la familia no habría podido pagar
carreras universitarias, cosa que ella tanto agradece a sus padres porque eso
le ha permitido casarse con quien quiso, trabajar en la enseñanza que le
gustaba y disfrutar de la pensión más alta que otorga el Estado Español.
El nombre es nuestra
tarjeta de identidad. Es una costumbre enraizada en la mente humana. Investigadores
franco-israelíes aseguran que cada nombre tiene características asociadas e
influye en el destino, profesión, años de vida...etc. La frase más bonita que
he encontrado es que "el nombre envuelve a quien lo posee". También
he leído que hay quien cree que las mujeres con nombres masculinos son más
exitosas. ¿Lo sabría mi madre cuando me llamaba con un hipocorístico masculino
para paliar el feo nombre recibido de mi abuela? Ja ja ja. Efectivamente la
importancia del nombre es mayor de lo que muchos piensan. Llamar a las personas
por su nombre se considera un gesto de respeto y empatía. Además produce un
efecto psicológico muy positivo, establece confianza. Según una investigación
de la Universidad de Nueva Jersey, cuando escuchamos nuestro nombre el hemisferio
izquierdo de nuestro cerebro se activa con más fuerza que cuando oímos el
nombre de otra persona. Siempre me ha impresionado un verso de una canción
religiosa, "Señor, sonriendo, has dicho mi nombre". No podía faltar
una cita literaria, en el momento del poema de Allan Poe "El cuervo"
en que el poeta le pregunta al pájaro su nombre y le responde "Never
more" (nunca más) él comenta "y aquí ya sin nombre para
siempre".
Pero volvamos a
Enma que, cuando piensa en su difunta hermana, se pregunta ¿y si
existiera la reencarnación? ¿Podría ser ella la hermana reencarnada? Hay
culturas que han defendido la metensícosis desde la antigüedad. Pero entonces
recordaría algo, puesto que con cuatro años se tiene memoria y no ha sido así.
Por otra parte, ella ve más probable que estuviera predestinada a sustituirla
para satisfacción de su padre, que deseaba una hija con el nombre de su madre a
la que adoraba. ¿Heredaría así los rasgos de su abuela, como si el nombre de
una persona tuviera magia?
Muy interesante por el tema de los nombres aunque el sueño es un poco para que fueras a un psicoanalista, je,je,je ....un besazo😘
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