De locos
Antes de comenzar el verano una amiga y compañera de carrera me comunicó que estaba leyendo "Nuestra Señora de París" de Víctor Hugo y que le había gustado mucho, insistiéndome en que hay que volver a leer lo leído de jóvenes. Y, mira por donde, hace unos días fui a desayunar churros y vimos, mi hijo Pepe y yo, un quiosco de libros que aún permanecía abierto después de pasada la feria. Él seleccionó unos cuantos para su biblioteca, entre los que estaban los dos tomos de Víctor Hugo. Le pedí que me los dejara y pude comprobar que recordaba muy poco, los nombres de los protagonistas, concretamente Quasimodo ( = casi como, nombre que le puso el cura que lo acogio de niño y que le recordaba la palabras con la que se inicia el introito de la misa del primer domingo después de Pascua: "Quasimodo geniti infantes ..." = como niños reciennacidos ), las gárgolas de la catedral parisina y poco más. Pero me llamó la atención la alusión que se hace en la novela a las representaciones teatrales que se montaban dentro de las catedrales. Concretamente se aludía al "papa de los locos". Pronto me puse a investigar y encontré que hubo unas "fiestas de los locos " en el medioevo francés, de origen folclórico, que se representaban en las iglesias y cuyos protagonistas solían actuar con máscaras de papas, cardenales, obispos, archidiáconos, clérigos...etc. En realidad se trataba de sátiras sociales y políticas, puestas en boca de tontos, niños y sobre todo locos (la tradicional historia, la de verdades puestas en boca de locos), llegándose a celebrar misas burlesca. Recordemos que el pueblo no entendía el latín de la misa.
Estas fiestas se empezaron a celebrar el 28 de diciembre, día de los inocentes. Hay quien ve su origen en las "saturnales" romanas, donde los esclavos tenían derecho a hablar de sus vidas.
La Iglesia católica permitió dichas fiestas hasta finales del siglo XVI. Fecha en que se prohibieron en París, aunque continuaron en otras ciudades.
Se citan como gentes del hampa a concheros (falsos peregrinos de Santiago), espumosos (falsos epilécticos), calvos (que fingían ser curados de tiña en una peregrinación), ruines (andaban con muletas), malsanos (que fingían falsas úlceras), escaldados (que fingíann ser mercaderes arruinados por la guerra), huérfanos (mendigos jóvenes), encapuchados (falsos leprosos)...etc.
Buscando algún fragmento digno de no olvidar, he elgido la descripción de Quasiodo, más propia del barroco que del romanticismo, un retrato que parece sacado de un cuadro expresionista:
"No intentaremos dar al lector una idea de aquella nariz tetraédrica, de aquella boca en forma de herradura, de aquel pequeño ojo izquierdo tapado por una ceja pelirroja, espesa como un matorral, mientras que el ojo derecho desaparecía completamente tras una enorma verruga, de aquellos dientes en desorden, mellados por varios sitios, como las aspilleras de una fortaleza, de aquel belfo calloso, entre el que se asomaba uno de los dientes, como el colmillo de un elefante, de aquel mentón bipartido, y sobre todo de la expresión que se extendía por todo el rostro, mezcla de malicia, de asombro y de tristeza"
"...toda su persona era una mueca.Una enorme cabeza erizada de pelos rojizos; entre los hombros, una joroba enorme cuya contrapartida se dejaba adivinar por delante; una organización de muslos y piernas tan extrañamente combinada que sólo se tocaban en las rodillas y que, vistos de frente, parecían dos hojas de hoz que se juntasen por los mangos; unos pies enormes, unas manos monstruosas y, a pesar de todas aquellas deformidades, un indefinido aspecto de vigor, de agilidad y de valor".
(Águilas, verano de 2023)
Supongo que para quien no ha leído al menos recientemente la obra, tu texto es interesante. Por mí, puedo decir que bien escrito, muy interesante...pero poco literario. Lo siento. Yo tengo un recuerdo distinto. En fin, te felicito por tu interés por la historia, y en la búsqueda y traslado de información que, como digo, puede interesar a muchos lectores. María Antonia Montalbán.
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