"Laudator temporis acti" (alabanza de los
días pasados)
Arte Poética.
Horacio
Mira, Constanza, ya tengo aquí el cuarto capítulo de mi viaje a Egipto. Este se limitará a contar la parte de los dos cruceros, el primero por el Lago Nasser y el segundo por el Río Nilo.
Procedentes de Barcelona aterrizamos en Aswan para embarcar en el "Prince Abbas"
con el fin de realizar un crucero de cuatro días por el Lago Nasser. Antes de eso nos hicieron un recorrido por la ciudad de Aswan y nos detuvimos en el monumento a los rusos por su cooperación en la construcción de la presa, el obelisco inacabado en el suelo rosa de granito y el muro que separa la presa antigua de la nueva.
El Lago Nasser o Presa de Aswan tiene 500 km de longitud y de 15 a 30 km de anchura. En las riberas desierto, desierto y más desierto de arena. Sahara significa desierto en lengua árabe.
El "Prince Abbas" era una embarcación moderna que disponía de todas las comodidades, buen servicio de cocina, piscina, música folklórica a cargo de jóvenes y bellos camareros nubios de piel achocolatada, juegos, biblioteca, el té de las cinco, cenas en cubierta... y un camarote cómodo y fresco, con buen aire acondicionado. Como soy muy calurosa solía ponerlo a 14 grados. Tenía algo enormemente original, los cristales de la ventana y de la puerta exteriores que daban a un corredor que recorría el barco y por el que deambulaban los pasajeros. Desde fuera eran espejos donde las chicas se miraban al pasar y por dentro eran transparentes, así que nosotros veíamos a la gente pasar aunque estuviéramos en "paños menores". Me recordaban los espejos de las comisarías de las películas americanas donde los polis observaban a los detenidos sin ser vistos.
Realizábamos paradas para visitar los templos salvados de las aguas de la presa y volvíamos a comer al barco. El primer día me levanté muy temprano para ver amanecer y la salida del sol por el desierto porque me lo habían recomendado como algo espectacular. Pero el sol sale igual en todos sitios.
Siempre que salíamos del barco nos acompañaba un policía con metralleta. Nos reíamos porque ignorábamos los problemas de terrorismo que habían sufrido algunos turistas. Y en menos de un mes ocurrió el trágico suceso de las Torres Gemelas de Nueva York. Estaba justificada la policía específica para proteger a los turistas.
Una noche recibimos una sorpresa muy bonita. Los tres barcos que navegábamos juntos atracaron cerca de la orilla, apagaron las luces y se iluminaron los templos. En pocos minutos empezó a sonar la música de los coros de la ópera del Nabucco de Verdi. ¡Momento mágico! Es en el tercer acto cuando los judíos reclaman su independencia tras ser sometidos a la esclavitud por Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que se convirtió en un icono del ideal de independencia en la Italia del siglo XIX.
"Va, penseiro, sull·ali dorate;
va, ti posa sui clivi, sui colli...."
(Vuela, pensamiento, en alas doradas, vuela y asiéntate en las laderas y las colinas...)
Terminamos tumbados en las hamacas de la piscina mirando el cielo cuajado de estrellas "africanas" y fumando shishas de frutas.
La última noche desayunamos a las tres de la madrugada para salir en unas barquitas a modo de pateras, a oscuras, con nuestro guardia de seguridad hacia el aeropuerto, pequeño y plagado de mosquitos. Volamos hasta Aswan para embarcarnos en el "Ramsés, King of Egypt " rumbo al norte. Pero antes dimos un paseo en faluca, embarcación típica del país con una alta vela.
Durante el recorrido nos detuvimos ante el famoso Hotel Old Catarat donde Agatha Christie escribía algunas de sus novelas y donde se rodó la película "Muerte en el Nilo", basada en una de ellas. Pasamos junto a la colina del mausoleo del Aga Khan y rodeamos la isla de Kitchener, mientras unos niños nos acompañaban en pequeñísimas, donde solo cabía uno, para que les echáramos algunas monedas. El Aga Khan fue un famoso imán chiita casado con la Begún.
Este barco era más lujoso que el anterior pero más antiguo. Nuestro camarote constaba de dormitorio y salita de estar con sofás y con un ventanal al río. Solo tenía un problema, que por estar próximo a los motores el ruido no nos dejaba dormir y nos pasábamos la siesta en el salón de té contemplando el bello paisaje de las riberas llenas de miles de palmeras, viendo a mujeres lavando la ropa como antiguamente, los niños bañándose y los hombres pescando a base de golpes de palo. Fuera se alcanzaban los 50 grados. Cuando volvíamos al camarote nos encontrábamos las toallas convertidas en un animalito diferente. El que más me gustó fue el cocodrilo.
Otra de las fiestas correspondía a la danza del vientre que ejecutaba una joven bailarina, entradita en carnes. Es una danza muy popularizada en el mundo musulmán que puede ser una evolución de diversas danzas tradicionales antiguas de Oriente Medio. Destaca por la música, los ritmos, el vestuario y en especial por los movimientos de la pelvis.
La tercera noche nos presentaron un espectáculo derivado de los derviches en el que jóvenes vestidos con coloreadas faldas de capa daban vueltas y vueltas, sin marearse. Los auténticos derviches tienen su origen en el siglo XVI en Turquía. Antes de danzar se quitan la capa negra que significa la tumba y se quedan vestidos de blanco, la mortaja. Con la mano derecha hacia el cielo y la izquierda hacia la tierra, van girando su cuerpo soñando que son astros errantes que buscan a Dios. Se unen el misticismo y el folklore. Derviche significa "camino al portal", "el que busca la puerta".
Para llegar a Esna tuvimos que bajar 8 m por la esclusa. Era la primera vez que sentía esa sensación, como si el barco fuese un ascensor.
El crucero terminaba en Luxor y se acumulaban tantos barcos en la orilla que se amontonaban en paralelo dejando abiertas las puertas de manera que llegábamos a tierra.
¿Cuánto tiempo duró el viaje? Este,desde luego es mucho más lujoso que el que hizo Constanza. Algún día aparecerá por algún lado pero no hará sombra a este. ¡Menudo viajecito! En fin,me ha encantado acompañarte en su recuerdo. Si continúas.seguiré leyendo.
ResponderEliminarVaya viaje os hicisteis.Que maravilla y que envidia; a ver quien se atreve hoy en día a ir por esos lares. Sigue contandonos tus viajes.
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