lunes, 4 de diciembre de 2017

GOETHE


 GOETHE
      Goethe es un escritor inabarcable, por eso solo me voy a detener en “Las cuitas del joven Werther”. Este escritor alemán del siglo XVIII haciendo prácticas de abogacía en el tribunal de Wetzlar se enamoró de Charlotte Buff, novia de su colega, también abogado en prácticas. Por otro lado un  joven abogado enamorado de un amor imposible se pega un tiro con la pistola que le había dado el novio de Charlotte (Lotte en la novela).  Con las dos historias estructura el argumento de su obra, en parte epistolar. Al terminarla confiesa: “Me sentía nuevamente libre y feliz, como tras una confesión general, y autorizado para emprender una nueva vida. Esta vez el viejo remedio casero me había ido como anillo al dedo. Pero tan aliviado y despejado como me sentía yo por haber transformado la realidad en poesía, tan confirmados se vieron mis amigos, que pensaron que lo que había que hacer era convertir la poesía en realidad, imitar una novela como aquella y, llegado el caso, pegarse igualmente un tiro. Pero lo que aquí en un principio se dio entre pocos terminó aconteciendo entre el gran público, y este librito que a mí me había sido tan útil fue tachado de extremadamente pernicioso”. Poesía y Verdad, libro XIII. Alude a la ola de suicidios que desató su lectura en toda Europa y que obligó a su prohibición en algunos países.

         El Werther tuvo una réplica satírica “Alegrías del joven Werther. Desventuras y alegrías de un Werther maduro” del ilustrado berlinés Christoph Friedrich Nicolai. Goethe en venganza le contestó con “Nicolai en la tumba de Werther”:


                                                                                           No sé como un joven murió un día
                                                                                           Aquejado de hipocondría.
                                                                                           De modo  que lo enterraron.
                                                                                           Entonces pasó una insigne mente
                                                                                           De defecación algo ligera
                                                                                           (Es frecuente entre esta gente).
                                                                                           Apurado se sentó en la tumba
                                                                                           Y defecó su montoncito.
                                                                                           Lo contempló con cariño
                                                                                           Y se marchó muy aliviado.
                                                                                           Ya de regreso anduvo reflexivo.
                                                                                           ¡Pobre hombre, como se ha perdido!
                                                                                           ¡De haber cagado como yo
                                                                                           Nunca habría fenecido ¡            (1775)
                                                                                                                                          
   Y un “Diálogo entre Lotte y Werther” según Goethe  bastante gracioso.

       A pesar de lo dicho al principio, he seguido investigando sobre Goethe  y  me ha maravillado su doctor Fausto. Su vida es tan interesante como su obra.  Partiendo de un refinado clasicismo abrió las puertas al Romanticismo del que se alejó después de su viaje a Italia, de donde volvió convertido en un escritor clásico. Quiso abarcarlo todo, las ciencias naturales, la filosofía, la arquitectura, el dibujo, el arte, la literatura, la teología, la política…etc. Después de terminar la carrera de derecho por voluntad de su padre que ejerció una gran influencia en él, trabajó en un despacho de abogados. Antes de escribir “Poesía y Verdad” piensa hacerlo  según esas leyes que nos enseña la metamorfosis de las plantas. En el primero el niño debía echar raíces…en el segundo debían crecerle ramas…y en el tercer tendría lugar la floración: “En la vida todo es metamorfosis, desde las plantas y los animales hasta el ser humano” (fue un gran admirador de la “Metamorfosis” de Ovidio).

         Aunque dominaba el francés y el inglés fue el gran defensor de la lengua alemana en unos siglos en los que imperaba el prestigio del francés. Escribía en latín y fue un gran lector desde los primeros momentos de su infancia, todo ello hizo de él un hombre de una inmensa cultura. Estudió en varias universidades aunque la más importante fue la de Leipzig por expreso deseo de su padre y terminó sus días en Weimar cuando acababa de terminar la segunda parte del Fausto. Amó a varias mujeres y se casó con una humilde vendedora de flores. A la muerte de esta y ya con 70 años se enamoró de una jovencita. Una peculiaridad suya que tan caro le costó a lo largo de su vida fue  “que me gusta verme rodeado de gente joven y  relacionarme con ella, por lo que ciertamente, al final acabo cargando con el lastre de su destino”, “Poesía y Verdad”, libro XII.  En el terreno religioso era luterano y se dice que ingresó en la masonería.

     Sobre el tema de Fausto  cuenta en su autobiografía que lo conoció por primera vez en un teatro de títeres en Estrasburgo y que le impactó grandemente. Como Fausto, se sentía insatisfecho después de vagar por tantos conocimientos. Pero el tema del hombre que vende su alma al diablo contaba con una larga tradición literaria. Empezando por los milagros de la Virgen que invadieron en la edad media los principales monasterios de Europa (recuérdense los de Gonzalo de Berceo en el siglo XIII) con el famoso mito cristiano de Teófilo que había hecho un pacto diabólico para avanzar en su carrera y superar el boicot del obispo rival.  Se salva por la intercesión de la Virgen María. Y siguiendo por “El libro popular del Doctor Faustus” de autor desconocido, que lo había sacado a la luz el impresor luterano Johann Spies (entre finales del XV y principios del XVI), astrólogo, filósofo y teólogo, que pretendía ser la biografía, llena de exageraciones, de un personaje real,  el doctor Fausto, de entre 60 y 70 años. Practicando la alquimia se produjo una explosión que le causó la muerte. Muchas cosas se rumoreaban, como que había intervenido el propio Satanás. Unos 50 años después apareció el libro, narración breve pero de gran éxito, en la que el protagonista hace un pacto con el diablo. En la traducción inglesa lo leyó Marlowe, que escribió un drama “Tragical history of Doctor Faustus” sobre el hombre que vende su alma al demonio que aparece por primera vez con el nombre de Mefistófeles, Señor de las moscas, y el protagonista con el de Fausto. Marlowe introduce un elemento importante en la leyenda del doctor Fausto: que Mefistófeles es un intermediario entre el hombre y Dios, entre el hombre y la belleza.

      En España hay varios antecedentes, pero el más próximo a Goethe es “El mágico prodigiosos” de Calderón. Este fue muy admirado en el romanticismo alemán y el mismo Goethe tradujo “La vida es sueño”.

     Todavía hubo otro Fausto anterior al de Goethe, el del alemán y amigo suyo, Lessing, hombre polifacético del que recibió abundantes influencias. Había estudiado teología en Leipzig y se licenció en medicina. Pero sus mayores éxitos los obtuvo como escritor de teatro y sobre todo como crítico literario. Su obra más famosa “Laoconte” es una comparación entre la pintura y la poesía. En su Fausto el diablo se hace pasar por Aristóteles, y Fausto tiene un excesivo deseo de conocimiento que no desagrada a Dios y se prevé la salvación del protagonista, algo que impresionó al joven Goethe y le influyó en el final de su poema dramático.

       Éste insiste en que “la manifestación más terrible de lo demoníaco es cuando predomina en alguna persona…su ser desprende una fuerza monstruosa y es capaz de ejercer un dominio increíble sobre todas las criaturas”. Para él un buen ejemplo era Napoleón, al que conoció personalmente. En esta misma idea escribe Rosa Sala Rose en la Introducción de “Poesía y Verdad”: “La idea de lo demoníaco, palabra más próxima al término griego “daimon” que a cualquier concepción judeocristiana del mal…Lo demónico para él es ese ser dominador y arbitrario que atraviesa los límites, vulnera las categorías del tiempo y espacio, y ama lo imposible. Es un poder contrario al orden moral”.

      En el Fausto de Goethe su protagonista es un viejo que lamenta la pérdida de la juventud. Nadie le enseña todo lo que quería saber y entonces invoca a los espíritus infernales a través de la magia y la nigromancia, pensando que se convertirá en un “dios todo poderoso”. Se presenta un perro negro que se metamorfosea en Mefistófeles, un diablo al servicio de Lucifer. Fausto con su sangre firma el contrato de venta de su alma por 24 años. La obra termina con el remordimiento y la salvación de su alma por el amor de Grechen (Margarita), lo que hace  que sea  conducido a las esferas celestes. El mito faústico representa la soberbia, la rebeldía y la caída del ángel Luzbel.

      Es este un tema recurrente que va de la Edad media al Barroco y de este al Romanticismo, perpetuándose en el siglo XX con el “Doktor Faustus” de Thomas Mann, premio Nobel de Literatura. Aquí el trato con el demonio lo hace un músico que a cambio tendrá que renunciar al amor, aunque logre la excelencia de la composición musical. Pero también se traza una analogía entre el trato con el diablo y la sociedad alemana que claudicó ante el régimen nazi. Alemania había vendido su alma al diablo y su final sería su destrucción. Con anterioridad su hijo  Klaus Mann durante su exilio en Holanda había escrito  “Mephisto” donde un actor se vende al régimen nazi para medrar en su carrera. Se predecía la destrucción de Alemania por su pacto con el mal (Hitler).

      Me comenta mi nieta Marina que ha visto un capítulo de los SIMPSON (dibujos animados) en donde un hombre vende su alma al diablo.                                         

3 comentarios:

  1. Tema muy interesante el que tratas hoy. Me llama la atención, aunque no me extraña, la influencia que tuvo la obra "El joven Werther en la tendencia a los suicidios. Tengo la teoría de que hoy,el cine y la televisión con tanta violencia en pantalla tienen alguna responsabilidad sobre el aumento de esta tendencia en jóvenes y adultos.
    El resto del artículo me parece muy interesante. Precisamente en un cuento de Pardo Bazán se cita a Margarita la amada de Fausto.

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  2. Dice Roland Barthes que la fotografía posee un poder "faústico" porque "detiene el tiempo y burla la muerte".

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  3. Los Simpson son 'la enciclopedia Planeta' de las generaciones actuales. Así de fuerte es (por muy hija mía que sea tu nieta).
    Muy bueno tu artículo

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