GOETHE
Goethe es un escritor inabarcable, por
eso solo me voy a detener en “Las cuitas del joven Werther”. Este escritor
alemán del siglo XVIII haciendo prácticas de abogacía en el tribunal de Wetzlar
se enamoró de Charlotte Buff, novia de su colega, también abogado en prácticas.
Por otro lado un joven abogado enamorado
de un amor imposible se pega un tiro con la pistola que le había dado el novio
de Charlotte (Lotte en la novela). Con
las dos historias estructura el argumento de su obra, en parte epistolar. Al
terminarla confiesa: “Me sentía nuevamente libre y feliz, como tras una
confesión general, y autorizado para emprender una nueva vida. Esta vez el
viejo remedio casero me había ido como anillo al dedo. Pero tan aliviado y
despejado como me sentía yo por haber transformado la realidad en poesía, tan
confirmados se vieron mis amigos, que pensaron que lo que había que hacer era
convertir la poesía en realidad, imitar una novela como aquella y, llegado el
caso, pegarse igualmente un tiro. Pero lo que aquí en un principio se dio entre
pocos terminó aconteciendo entre el gran público, y este librito que a mí me
había sido tan útil fue tachado de extremadamente pernicioso”. Poesía y Verdad,
libro XIII. Alude a la ola de suicidios que desató su lectura en toda Europa y
que obligó a su prohibición en algunos países.
El
Werther tuvo una réplica satírica “Alegrías del joven Werther. Desventuras y
alegrías de un Werther maduro” del ilustrado berlinés Christoph Friedrich
Nicolai. Goethe en venganza le contestó con “Nicolai en la tumba de Werther”:
No sé como un joven murió un día
Aquejado de hipocondría.
De modo que lo enterraron.
Entonces pasó una insigne mente
De
defecación algo ligera
(Es
frecuente entre esta gente).
Apurado se
sentó en la tumba
Y defecó su montoncito.
Lo
contempló con cariño
Y
se marchó muy aliviado.
Ya
de regreso anduvo reflexivo.
¡Pobre hombre, como se ha perdido!
¡De
haber cagado como yo
Nunca
habría fenecido ¡ (1775)
Y un “Diálogo entre
Lotte y Werther” según Goethe bastante
gracioso.
A
pesar de lo dicho al principio, he seguido investigando sobre Goethe y me
ha maravillado su doctor Fausto. Su vida es tan interesante como su obra. Partiendo de un refinado clasicismo abrió las
puertas al Romanticismo del que se alejó después de su viaje a Italia, de donde
volvió convertido en un escritor clásico. Quiso abarcarlo todo, las ciencias
naturales, la filosofía, la arquitectura, el dibujo, el arte, la literatura, la
teología, la política…etc. Después de terminar la carrera de derecho por
voluntad de su padre que ejerció una gran influencia en él, trabajó en un
despacho de abogados. Antes de escribir “Poesía y Verdad” piensa hacerlo según esas leyes que nos enseña la
metamorfosis de las plantas. En el primero el niño debía echar raíces…en el
segundo debían crecerle ramas…y en el tercer tendría lugar la floración: “En la
vida todo es metamorfosis, desde las plantas y los animales hasta el ser
humano” (fue un gran admirador de la “Metamorfosis” de Ovidio).
Aunque
dominaba el francés y el inglés fue el gran defensor de la lengua alemana en
unos siglos en los que imperaba el prestigio del francés. Escribía en latín y
fue un gran lector desde los primeros momentos de su infancia, todo ello hizo
de él un hombre de una inmensa cultura. Estudió en varias universidades aunque
la más importante fue la de Leipzig por expreso deseo de su padre y terminó sus
días en Weimar cuando acababa de terminar la segunda parte del Fausto. Amó a
varias mujeres y se casó con una humilde vendedora de flores. A la muerte de
esta y ya con 70 años se enamoró de una jovencita. Una peculiaridad suya que
tan caro le costó a lo largo de su vida fue
“que me gusta verme rodeado de gente joven y relacionarme con ella, por lo que ciertamente,
al final acabo cargando con el lastre de su destino”, “Poesía y Verdad”, libro
XII. En el terreno religioso era
luterano y se dice que ingresó en la masonería.
Sobre el tema de Fausto cuenta en su autobiografía que lo conoció por
primera vez en un teatro de títeres en Estrasburgo y que le impactó
grandemente. Como Fausto, se sentía insatisfecho después de vagar por tantos
conocimientos. Pero el tema del hombre que vende su alma al diablo contaba con
una larga tradición literaria. Empezando por los milagros de la Virgen que
invadieron en la edad media los principales monasterios de Europa (recuérdense
los de Gonzalo de Berceo en el siglo XIII) con el famoso mito cristiano de
Teófilo que había hecho un pacto diabólico para avanzar en su carrera y superar
el boicot del obispo rival. Se salva por
la intercesión de la Virgen María. Y siguiendo por “El libro popular del Doctor
Faustus” de autor desconocido, que lo había sacado a la luz el impresor
luterano Johann Spies (entre finales del XV y principios del XVI), astrólogo, filósofo
y teólogo, que pretendía ser la biografía, llena de exageraciones, de un
personaje real, el doctor Fausto, de entre
60 y 70 años. Practicando la alquimia se produjo una explosión que le causó la
muerte. Muchas cosas se rumoreaban, como que había intervenido el propio
Satanás. Unos 50 años después apareció el libro, narración breve pero de gran
éxito, en la que el protagonista hace un pacto con el diablo. En la traducción
inglesa lo leyó Marlowe, que escribió un drama “Tragical history of Doctor
Faustus” sobre el hombre que vende su alma al demonio que aparece por primera
vez con el nombre de Mefistófeles, Señor de las moscas, y el protagonista con
el de Fausto. Marlowe introduce un elemento importante en la leyenda del doctor
Fausto: que Mefistófeles es un intermediario entre el hombre y Dios, entre el
hombre y la belleza.
En España hay varios antecedentes, pero
el más próximo a Goethe es “El mágico prodigiosos” de Calderón. Este fue muy
admirado en el romanticismo alemán y el mismo Goethe tradujo “La vida es
sueño”.
Todavía hubo otro Fausto anterior al de
Goethe, el del alemán y amigo suyo, Lessing, hombre polifacético del que
recibió abundantes influencias. Había estudiado teología en Leipzig y se
licenció en medicina. Pero sus mayores éxitos los obtuvo como escritor de
teatro y sobre todo como crítico literario. Su obra más famosa “Laoconte” es
una comparación entre la pintura y la poesía. En su Fausto el diablo se hace
pasar por Aristóteles, y Fausto tiene un excesivo deseo de conocimiento que no
desagrada a Dios y se prevé la salvación del protagonista, algo que impresionó
al joven Goethe y le influyó en el final de su poema dramático.
Éste insiste en que “la manifestación
más terrible de lo demoníaco es cuando predomina en alguna persona…su ser
desprende una fuerza monstruosa y es capaz de ejercer un dominio increíble
sobre todas las criaturas”. Para él un buen ejemplo era Napoleón, al que
conoció personalmente. En esta misma idea escribe Rosa Sala Rose en la
Introducción de “Poesía y Verdad”: “La idea de lo demoníaco, palabra más
próxima al término griego “daimon” que a cualquier concepción judeocristiana
del mal…Lo demónico para él es ese ser dominador y arbitrario que atraviesa los
límites, vulnera las categorías del tiempo y espacio, y ama lo imposible. Es un
poder contrario al orden moral”.
En el Fausto de Goethe su protagonista es
un viejo que lamenta la pérdida de la juventud. Nadie le enseña todo lo que
quería saber y entonces invoca a los espíritus infernales a través de la magia
y la nigromancia, pensando que se convertirá en un “dios todo poderoso”. Se
presenta un perro negro que se metamorfosea en Mefistófeles, un diablo al
servicio de Lucifer. Fausto con su sangre firma el contrato de venta de su alma
por 24 años. La obra termina con el remordimiento y la salvación de su alma por
el amor de Grechen (Margarita), lo que hace
que sea conducido a las esferas
celestes. El mito faústico representa la soberbia, la rebeldía y la caída del
ángel Luzbel.
Es este un tema recurrente que va de la
Edad media al Barroco y de este al Romanticismo, perpetuándose en el siglo XX
con el “Doktor Faustus” de Thomas Mann, premio Nobel de Literatura. Aquí el
trato con el demonio lo hace un músico que a cambio tendrá que renunciar al
amor, aunque logre la excelencia de la composición musical. Pero también se
traza una analogía entre el trato con el diablo y la sociedad alemana que
claudicó ante el régimen nazi. Alemania había vendido su alma al diablo y su
final sería su destrucción. Con anterioridad su hijo Klaus Mann durante su exilio en Holanda había
escrito “Mephisto” donde un actor se
vende al régimen nazi para medrar en su carrera. Se predecía la destrucción de
Alemania por su pacto con el mal (Hitler).
Me comenta mi
nieta Marina que ha visto un capítulo de los SIMPSON (dibujos animados) en
donde un hombre vende su alma al diablo.
Tema muy interesante el que tratas hoy. Me llama la atención, aunque no me extraña, la influencia que tuvo la obra "El joven Werther en la tendencia a los suicidios. Tengo la teoría de que hoy,el cine y la televisión con tanta violencia en pantalla tienen alguna responsabilidad sobre el aumento de esta tendencia en jóvenes y adultos.
ResponderEliminarEl resto del artículo me parece muy interesante. Precisamente en un cuento de Pardo Bazán se cita a Margarita la amada de Fausto.
Dice Roland Barthes que la fotografía posee un poder "faústico" porque "detiene el tiempo y burla la muerte".
ResponderEliminarLos Simpson son 'la enciclopedia Planeta' de las generaciones actuales. Así de fuerte es (por muy hija mía que sea tu nieta).
ResponderEliminarMuy bueno tu artículo